Escrito por Ramon D. Rivas.28 de Mayo. Tomado de Diario Co Latino.
Nos congregamos hoy para ver cómo el sitio arqueológico de Joya de Cerén contribuye activamente a la difusión del patrimonio arqueológico. Su importancia radica en que este recinto expositivo facilita el conocimiento de aquellos grupos humanos que poblaron la zona durante el período clásico. Todas las evidencias materiales que en el museo se exponen son producto de las investigaciones desarrolladas dentro de este importante conjunto prehispánico de carácter habitacional; pues eso es lo que eso era.
El museo muestra las formas de vida de los grupos humanos que se asentaron en la región del valle de Zapotitán, sus colecciones ilustran en cada objeto la sencillez de lo utilitario. Por ejemplo, la cerámica muestra la creatividad y precisión de las técnicas de su manufactura, así como la visión del mundo que estos pobladores originarios tenían en sus épocas, pero también nos dan elementos de juicio para que nosotros, los antropólogos, podamos visualizar qué tipo de estructura social conformaban estos pobladores, así como sus formas de producir y otras ocupaciones y costumbres.
Así mismo, en el sitio se perciben los sistemas y materiales constructivos de su arquitectura doméstica. No hay en la región mesoamericana evidencia de otros sitios con tales características; y eso lo hace único y merecedor de la declaratoria de bien cultural de la humanidad, que en 1993 le otorgara la Unesco.
Desde el método comparativo que usamos en la antropología y en la arqueología, los vestigios nos dan elementos para hacernos un cuadro bastante aproximado de cómo vivió aquella sociedad, y, en consecuencia, porqué viven como lo hacen hoy en día muchos de nuestros campesinos descendientes de aquellas etnias. En algunos casos, se establece una persistencia en el tiempo.
Por otra parte, la nueva museografía incluye 86 piezas, de estas 11 son nuevas, que, por su puesto, son el resultado de las últimas investigaciones. Se podrá observar el molde de una huella de pie y los moldes de yuca, que ha investigado en los últimos años el arqueólogo que dio el primer grito al mundo de este importante lugar arqueológico, el Dr. Peyson Sheets. Sin más, actualmente este sitio es una fuente importante de investigación para arqueólogos, geólogos, biólogos, vulcanólogos, antropólogos y arquitectos, entre otros.
Es un asentamiento humano que data del período clásico (350-900 d.C.) y que fue sepultado por la erupción del volcán Loma Caldera en el año 600. Impresionante es el hecho que, cuando se descubrió a mediados de la década de los setenta, los arqueólogos coordinados por el Dr. Sheets constataron que la ceniza volcánica conservó elementos de la vida cotidiana como el cultivo de chile, yuca y maíz, entre otros, y la conservación de estructuras como es el caso de el temascal y las casas donde vivían —se cree— de importantes líderes ciudadanos. Es decir, el lugar donde nos encontramos nos muestra un retrato de la vida de los pueblos originarios de lo que hoy es nuestra nación, la República El Salvador.
Hay mucho que estudiar aún, y me atrevo a afirmar que 50 años —continuando desde hoy y trabajando día a día— no son suficientes. Aquí en este importante sitio arqueológico, pues, trabajé como antropólogo a inicios del 2000 en el proyecto de investigación para la conservación, coordinado por el prestigioso Getty Conservation Instituut. Y aún no me explico por qué no se le dio continuidad. He aprendido que los trabajos de investigación dan efectos buenos cuando se abordan desde una perspectiva multidisciplinaria.
En esta oportunidad que el museo abre nuevamente sus puertas —pues desde el 2008 se quedó cerrado— todo visitante podrá disfrutar su recorrido, pero a su vez le permitirá reflexionar sobre la importancia que juegan los museos como espacios que permiten comunicar aquellos aspectos representativos de los pueblos pretéritos y presentes. Y es que ahora los museos ya no son solo los referentes del pasado. El museo que hoy se reabre ha sido equipado con todos los componentes museográficos actuales. Posee un sistema de seguridad en las vitrinas que se ha incorporado al mueble, hay paneles y vitrinas nuevas y, naturalmente, aire acondicionado.
Es más, se ha ampliado cien metros más. El inmueble que lo alberga es diferente en su construcción y distribución. Este es solo un esfuerzo inicial de la amplia labor en pro de la cultura que se propone la Secretaría de Cultura a través de la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural y sus otras direcciones nacionales.
Sí, consideramos desde esta Dirección que será a través de los museos, entre otras instituciones estatales, que se emprenderá un trabajo que impulse el conocimiento de nuestra cultura, elemento importante de toda sociedad donde junto con la educación son componentes integrales que complementarán su desarrollo; y este es nuestro compromiso. No quiero abusar del tiempo, señor Secretario, honorable concurrencia, pero sí quiero terminar reafirmando lo que una vez escribiera George Henri Riviere, considerado por muchos como el padre de la museología, y esto para que lo tengamos en consideración: “El éxito de un museo no se mide por el número de visitantes a los que ha enseñado alguna cosa, no se mide por el número de objetos que expone, sino por el número de objetos que los visitantes han logrado aprender en su entorno humano; no se mide por su extensión, sino por la cantidad de espacio que el público puede de manera razonable recorrer en aras de un verdadero aprovechamiento”. Eso es un museo.
Opiniones
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