Los “estudiantes” de la Escuela Gustavo Marroquín, jóvenes encapuchados que destruyen bienes públicos, demandan “imponer su autoridad” ante cualquiera. Y el MINED media “en el conflicto”. ¡Válgame Dios! exclama cualquiera en su sano juicio.
Escrito por Sandra de Barraza.28 de Mayo. Tomado de La Prensa Gráfica.
Se ha olvidado lo básico y fundamental. Hay que consultar el diccionario y comprobarlo. ¡Dejemos tanto bla, bla, bla!: Autoridad es el derecho o poder de mandar y hacerse obedecer. Es la persona revestida de este derecho y poder. Autoridad es la persona que ejerce el mando, de hecho o de derecho. Autoridad tiene que ver con potestad, facultad, legitimidad. La autoridad implica competencia, prestigio y crédito personal. El director/a es la persona encargada del régimen o dirección de un establecimiento, es la que tiene la dirección superior de una institución o empresa, es la que dirige, toma decisiones y responde. Régimen es el conjunto de normas que rigen y se aplican una actividad. ¿Y la escuela? Dice el diccionario que la escuela es el establecimiento público donde se da instrucción pública (supongo que la que todos necesitamos para convivir y sobrevivir). Se relaciona con doctrina, con principios, con sistema, con proceso, con método, con estilo y gusto particular de un maestro para enseñar. La instrucción se entiende como el conjunto de enseñanzas, reglas y advertencias. Todo esto es del diccionario.
Hay leyes y reglamento. Seguramente muchos de los promotores se han olvidado de su contenido. Seguramente los que levantaron las manos para aprobarlas, ni se acuerdan. Los que estudian educación, seguramente ni los tienen. Y es probable, que todos los que deberíamos velar por su cumplimiento, ni las consultamos. Damos las cosas por dadas y poco importa el futuro porque el empeño se limita ¡a sobrevivir!
El espectáculo que dieron los encapuchados, aventajados y muy destacados alumnos del Centro Escolar Gustavo Marroquín la semana recién pasada debe recordarnos aquel dicho popular... cría cuervos y te sacarán los ojos. ¡Qué rápido aprenden los peores métodos de lucha callejera! ¡Qué temprano alertan al imaginar el futuro que tendremos con este tipo de ¿estudiantes?! La educación exige normas disciplinarias que deben hacerse cumplir. Todos deben conocer las reglas y cualquier incumplimiento debe tener consecuencias: se advierte, se suspende, se cancela. Temprano debe enseñarse y aprenderse que todo tiene consecuencias porque esto es elemental para la vida.
El artículo nº 3 de la Ley General de Educación tiene los 8 objetivos de la educación. El tercero hace referencia a “establecer las secuencias didácticas para crear hábitos positivos y sentimientos deseables” y el quinto a “propiciar las relaciones individuales y sociales en equitativo equilibrio entre los derechos y deberes humanos...”. La misma ley establece 9 objetivos para la Educación Básica, que se supone es la mínima deseable. El primero hace referencia “al desarrollo armónico de la personalidad del educando en sus espacios vitales: la familia, la escuela, la comunidad, tanto nacional e internacional” y el séptimo a “la práctica y respeto a los valores éticos, morales y cívicos, que habiliten para convivir satisfactoriamente en la sociedad”. ¡Suena bien!
Y la ley ¿deja claro quién es la autoridad? El art. 65 dice: “Al Ministerio de Educación le corresponde normar, financiar, promover, evaluar, supervisar y controlar los recursos para alcanzar los fines de la educación nacional”. Esto hace referencia personal, material, centros, etc. El artículo 67 establece: “La administración interna de las instituciones educativas oficiales se desarrollará con la participación organizada de la comunidad educativa, maestros, alumnos y padres de familia organizados en Consejos Directivos Escolares que tomarán decisiones colegiadas y serán solidarios en responsabilidades y en las acciones que se desarrollen”. Todos participan pero ¿quién responde? El art. 69 introduce la figura de la Supervisión Educativa con tres objetivos, el primero de los cuales es “promover el buen funcionamiento de los centros educativos, a través de una administración escolar eficiente”. Los centros oficiales de educación son los financiados por el Presupuesto General de la Nación y que “en todo centro oficial que funcione con una planta de personal docente de tres profesores en adelante, deberá organizarse un Consejo de Profesores, el cual responderá solidariamente del buen funcionamiento de dicha institución. El director presidirá dicho Consejo (art. 75). Y es en el Reglamento de la Carrera docente en donde se describe al director de la institución educativa como “el educador que tiene la responsabilidad de orientar técnica y administrativamente la labor de dichas instituciones”.
Los “estudiantes” de la Escuela Gustavo Marroquín, jóvenes encapuchados que destruyen bienes públicos, demandan “imponer su autoridad” ante cualquiera. Y el MINED media “en el conflicto”. ¡Válgame Dios! Exclama cualquiera en su sano juicio. El orden, la disciplina y la autoridad pública deben recuperarse. Se necesita cambiar la administración de las escuelas y esto demanda decisión y acción porque se está olvidando quién es quién en la escuela.
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