“La seguridad y la economía son problemas estructurales, requieren que el presidente defina el rumbo del país a largo plazo, se convierta en el líder que mueve a la sociedad en ese rumbo. Es momento propicio para quitarse amarras.”
Escrito por Rafael Castellanos.01 de Junio. Tomado de La Prensa Gráfica.
El presidente Funes logra buenas notas en lo político, pero tiene un serio déficit en seguridad y economía, problemas estructurales que requieren una visión amplia, de estadista. La mayoría queremos que tenga éxito, está en juego el bienestar de todos los salvadoreños. Procede un diagnóstico frío y analizar las posibles salidas.
La situación de seguridad nos ha desbordado: aumentan homicidios y extorsiones, el narcotráfico y el crimen organizado penetran cada vez más al aparato estatal y la sociedad. La condición ciudadana es de permanente inseguridad, nadie sabe si regresará bien a casa.
La responsabilidad no es solo del Ejecutivo, es necesario el complemento eficiente de Fiscalía y jueces, de actuación totalmente decepcionante, municipalidades, asamblea, CSJ y la sociedad entera.
Sin embargo el Ejecutivo maneja seguridad, inteligencia, PNC y sistema carcelario, lo peor evaluado del gobierno. La PNC se ha politizado, se desintegraron los grupos élite y su falta se hace notar, la inspectoría ha favorecido la depuración con sesgo de militancia. No se ven acciones concertadas ni levemente eficientes en ningún ámbito.
Se aplaude al ejército en las calles, señal de que lo demás no es confiable. Cuidado, se corre el riesgo de que la institución mejor evaluada del país se contagie.
El problema es complicado, estructural, pero el presidente puede hacer mucho. Lo más importante es convertirse en el líder fuerte que agrupe a la nación en un solo equipo contra la violencia. Eso no es posible en el actual esquema de desconfianzas mutuas, en que el FMLN, no el presidente, controla inteligencia, seguridad, PNC y territorialidad. Tampoco es posible sin alinear y tomar en cuenta de verdad a mucha gente valiosa que puede aportar soluciones. Esto no es un tema político partidario, es de nación.
El presidente se juega aquí la carta más importante de su gestión.
La economía es otro problema complejo, estructural. Heredó una crisis mundial, de la que Latinoamérica está saliendo a buen paso, exceptuando a casi todos los países de la ALBA y nosotros. No crecemos.
El crecimiento solo se da con inversión y la condición primordial para que se dé es confianza y un rumbo cierto. La inversión que genera crecimiento, empleos, impuestos y prosperidad, va desde el capital de riesgo para emprender negocios, en grandes o pequeñas sumas, a comprar maquinaria, casas, equipo, tecnología, un pick up, un refrigerador para una pulpería o contratar personal. Esos cientos de miles de personas que deciden invertir recursos propios y/o prestados son los que mueven la economía y toman sus decisiones por sentido común y confianza.
Esa confianza no llegará sin un rumbo claro y la amenaza permanente de que llegue un sistema expropiatorio, de que pueden cambiar las reglas del juego en el camino, de la seguridad personal y de la familia. No llegará sin la percepción de que el Ejecutivo y las alcaldías los vean como socios para el desarrollo, no les hagan la vida imposible porque de ellos dependen permisos y trámites, porque alcaldías quieran esquilmarlos arbitraria y abusivamente.
¿Como se genera confianza? Ciertamente no con una actitud de prejuicios hacia todo inversionista, viéndolo como si fueran empresario grande, inescrupuloso, que medra del favor del estado y evade impuestos. Por supuesto que hay de estos, pero ni son la mayoría, ni actuarían así sin el favor de funcionarios.
¿Se atreverá el presidente a actuar como Lula, fijar rumbo claro, seguir políticas de mercado, estimular la inversión, eliminar obstáculos burocráticos, recurrir a los funcionarios y asesores más aptos para esa visión? Sus funcionarios de confianza alineándose a ella.
Se genera confianza fijando claramente el rumbo de la economía, propositivamente, con un liderazgo inspirador, que despierte entusiasmo, no incertidumbre ni temores. Con apuestas claras para el crecimiento, como turismo, construcción, un polo de desarrollo logístico y distribución, energías renovables... Incentivos claros para atraer inversión, al menos como las mejores prácticas de Centroamérica.
Los empresarios debemos hacer nuestra parte, derrotar el temor y la incertidumbre día a día, con acciones firmes, inteligentes, hablando claro y actuando más claro.
No es tan complicado, pero necesita cambio de casete de muchos.
Ningún presidente llegó al poder con tanta incertidumbre y con oposición afuera y adentro. Pasó un año, cambia el escenario político, buen momento para grandes decisiones, quitarse amarras importantes.
Como un entrenador que arma su cuadro y en papel luce bueno, si no gana partidos debe hacer cambios. Los funcionarios son dispensables, el presidente no.
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