Escrito por Ricardo Esmahan.27 de Mayo. Tomado de El Diario de Hoy.
Entre negras noticias sobre bombardeos suicidas en Afganistán e Iraq, amenazas a la Copa Mundial de Fútbol y atentados explosivos como en Time Square, se puede concluir que un tema que cobra auge en el mundo es el delito de secuestro. Y El Salvador no está exento de este azote. Las autoridades reconocen que el número de casos de secuestro ha aumentado de forma acelerada, no sólo en casos emblemáticos que sensibilizan la opinión pública, sino también en perjuicio de ciudadanos comunes que no constituyen notas periodísticas, pero que igual, son víctimas.
Los medios exponen casos sonados de secuestros. Por ejemplo, en Alemania, María Boegerl, esposa del banquero Thomas Boegerl, secuestrada cerca de su casa el 12 de mayo. La familia dejó el rescate en la posición acordada, pero los secuestradores nunca recogieron el dinero. La familia ha perdido el contacto con los secuestradores y la incertidumbre sobre el destino de María Boegerl ha hecho que autoridades lancen una excepcional búsqueda.
El 14 de mayo, Diego Fernández de Cevallos, abogado y ex candidato presidencial en México, fue secuestrado cerca de su rancho en Querétaro. Fernández había dejado su casa en ciudad de México para conducirse a su rancho, pero nunca llegó. Su vehículo fue encontrado abandonado y según se informa, mostró signos de lucha. No se sabe quién lo secuestró o cuál fue el motivo.
Así como estos casos podemos relatar muchos más que protagonizan las noticias.
El secuestro premeditado con plan sofisticado, a diferencia del secuestro oportunista o "express", que es lacra que afecta en silencio a muchas personas, se basa en motivos políticos o en requerimiento de altas sumas de dinero. Los secuestradores sofisticados, según especialistas, generalmente tienen un "modus operandi" similar a las etapas del llamado "ciclo de ataque terrorista": selección del objetivo, planificación del operativo, despliegue, el ataque, la huida y la explotación. Lo que sugiere que los criminales deben identificar a una víctima, tener un plan para el rapto, cautiverio y la negociación.
Los secuestradores --como otros crímenes premeditados-- buscan la sorpresa y la posición ventajosa, vulnerabilidades que pueden explotar. Sus posibilidades para el éxito aumentan si tienen la oportunidad de realizar una vigilancia previa de su víctima para precisar su plan y el operativo. Se han visto varios casos en México, en donde los criminales decidieron atacar pese a medidas de alta seguridad preventiva tomadas por la víctima seleccionada, como vehículos blindados y guardias de seguridad. En tales casos, los criminales atacan con recursos "ad hoc" para vencer y neutralizar la seguridad existente.
Los expertos recomiendan a las personas que están en riesgo de ser objetivos potenciales, tener un modelo simple para identificar y analizar diferentes rutas, para determinar dónde son más vulnerables. El ideal es variar rutas para evitar posiciones poco fiables, lo cual es útil cuando existe riesgo.
Usar el término "objetivos potenciales" lleva a otra reflexión. Muchas víctimas de secuestro, simplemente no creyeron que ellos fuesen "objetivos potenciales", sino hasta que han sido secuestrados y por lo tanto no habían tomado medidas preventivas de seguridad, incluso de sentido común.
Con frecuencia, cuando tales víctimas son interrogadas después de su liberación, recuerdan entornos sospechosos que habían observado antes de su rapto y que no tomaron en serio porque no consideraron ser "objetivos potenciales". Ese entorno incluye la recolección de información de la víctima, que es un acercamiento obligado que hacen los victimarios antes de dar el zarpazo.
Lo anterior nos lleva a la reflexión: Si el secuestro es un crimen devastador, éste puede llegar a evitarse con adecuadas medidas preventivas, y sobre todo, tomando conciencia del alto riesgo ante este actuar criminal en boga.
elsalvador.com :.: ¿Qué ante el auge del delito del secuestro?
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