En el país de la sonrisa nada debe sorprendernos. Tenemos un presidente electo por la vía democrática, propuesto por un partido de izquierda y con promesas de cambio. Todo indicaba que la alternancia en el poder contaría con un partido serio y sobre todo transparente, en apoyo de un presidente popular y bien querido. Sueños de opio.
Escrito por Rafael Lorenzana.27 de Mayo. Tomado de La Prensa Gráfica.
Lo que ahora sabemos es que el partido que llevó como candidato al actual presidente se vistió de oveja durante la campaña, con un discurso acorde con la imagen de izquierda moderada de su candidato. El discurso fue conciliador, nada radical... un nuevo FMLN. La estrategia funcionó acompañada de la aportación de votos de los partidarios personales del candidato y la ayuda de la omnipotente dirigencia arenera.
A un año del nuevo gobierno nos estamos enterando de que aquello que se nos dijo tenía parte de verdad, pero también se nos ocultaron las verdaderas intenciones de los poderosos dirigentes del partido FMLN. Se oculta a sus correligionarios y al pueblo en general, la verdadera estructura de mando del frente y es claro que pretenden cogobernar.
Aunque estatutariamente el secretariado del FMLN está bajo la comisión política, en la práctica, son cinco caballeros que toman las decisiones en el frente y son estos los que, según ellos, la elección de Mauricio Funes les daba la autorización para controlar el país.
Afortunadamente, el presidente ha demostrado su carácter y responsabilidad que ha permitido detener, hasta cierto punto, la pretensión de los dirigentes duros: arrastrarnos al “socialismo del siglo XXI”. Lo que no ha podido detener el presidente Funes es la verborrea de algunos dirigentes y funcionarios ofreciéndonos esos paraísos donde las libertades individuales y económicas les son retiradas a los ciudadanos.
El Frente, dentro de sus ofertas, tiene cosas que beneficiarían a la sociedad tales como el combate a la corrupción, a los oligopolios, reformas al sistema de salud, transparencia en la administración pública, etc. Acciones que no necesitan de la destrucción de nuestro sistema de libertades y que, por sí mismas, facilitarían el desarrollo ciudadano y por consiguiente del país.
Al entorpecer la labor del presidente Funes lo han dejado sin partido. El FMLN tampoco tiene presidente. El hombre les probó ser resistente al chantaje y el Frente, públicamente, no puede más que aceptar, porque no le conviene a su futuro electoral distanciarse de la Presidencia. La solución sería pactar en beneficio de lo que los salvadoreños quieren y de acuerdo con los sondeos de opinión: Quieren lo que el presidente ofrece: cumplir con lo que la Constitución establece, en cuanto al régimen político, económico y social.
El país no debe estancarse porque cinco individuos han decidido con sus acciones espantar a la inversión local y extranjera. La dirección de El Salvador se la encomendó el electorado a Mauricio Funes y es a él a quien debemos apoyar para salir adelante como nación. Los colores políticos y banderas ideológicas deben y tienen que supeditarse a la búsqueda del bien común. Es conveniente para todos apoyar el éxito de nuestro gobierno, independientemente si su líder nos cae simpático o no, porque no hay ser humano bien nacido que no quiera el éxito de su país y por ende, el bienestar de sus compatriotas.
En nuestra célebre Asamblea Nacional Legislativa se deberá negociar el apoyo a las soluciones positivas que provengan del Ejecutivo o del FMLN. Lo que no se puede negociar es la libertad y el bienestar de los ciudadanos a los que no nos interesa el “socialismo del siglo XXI” o el chavismo o el castrismo.
El partido del presidente somos todos aquellos que amamos la libertad.
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