No hay en todo el globo ningún país próspero, libre y democrático que se rija por los programas y los esquemas políticos que plantea la extrema izquierda salvadoreña
Editorial.01 de Junio. Tomado de EL Diario de Hoy.
El año transcurrido desde que el actual gobierno asumió la administración del país, permite hacer una primera evaluación de lo actuado, plantear rectificaciones y señalar errores, más cuando se tuvo el tiempo de superar o quitarse de encima prácticas y programas fallidos del anterior régimen. La excusa de que los desencantos de hoy son obra de otros, ya no tiene validez.
Este es el segundo gobierno de izquierda de El Salvador (el primero inició con el golpe de palacio de 1979 y terminó al asumir el poder ARENA en 1989), lo que de por sí, al recordar el descalabro del primero, no es para que ninguna persona sensata se sienta optimista. Mucho de lo que se critica hoy sobre los cuatro previos gobiernos, inclusive las mediocres y discutibles actuaciones de la presidencia de Saca, no toma en cuenta el enorme esfuerzo de reconstrucción física, institucional, moral y humana a la que obligó, tanto la agresión armada y la gran matanza, como la destrucción de la economía perpetrada por los duartistas.
Dos lacras se sufren. La más terrible es la delincuencia, la que mueven satánicas fuerzas, incluyendo el odio de clases. La segunda es la discutible capacidad personal y las desviaciones ideológicas de la mayoría de funcionarios de gobierno que, en adición, carece de experiencia administrativa por haber pasado toda su vida a la sombra de presupuestos. No hay organismo de Estado en el cual no se haya despedido brutalmente a decenas y centenares de profesionales experimentados por el solo hecho de no pertenecer al partido oficial. Las barridas más recientes se produjeron en la Dirección de Centros Penales y continúan en la PNC, lo que ha provocado el auge de la delincuencia y los secuestros.
La ignorancia de lo que es el mundo del trabajo, el no poder seguir razonamientos, el bloqueo mental a nuevas ideas, la casi imposibilidad de que los rojos criollos pongan los pies en la tierra, justifica que el gobierno del presidente Funes rectifique y cambie sus cuadros de trabajo para detener un descalabro económico.
Póngase orden en lo que va mal
No puede el gobierno seguir asociado con grupos que guardan vínculos con la violencia, que están montando un aparato de espionaje a gran escala, que entrenan bandas de choque y de manera permanente conspiran contra las libertades y el Orden de Derecho. No puede el país tolerar, a menos que acepte un derrumbe de consecuencias espantosas, que el aparato educativo se use para indoctrinar y manipular a las nuevas generaciones de salvadoreños.
No hay en todo el globo ningún país próspero, libre y democrático que se rija por los programas y los esquemas políticos que plantea la extrema izquierda salvadoreña. Sus modelos, Cuba y Venezuela principalmente, al igual que sus alianzas, son repugnantes, como lo son sus prácticas y su amoralidad.
El cinismo de los procedimientos de la izquierda y su permanente violencia contra la institucionalidad y la moral pública, están afectando con creciente perjuicio la seguridad, el empleo y el bienestar de la gente en esta tierra. Los organismos públicos están sufriendo por la manifiesta inepcia y los pocos escrúpulos de los nombrados para cumplir cuotas partidarias, lo que se manifiesta en los palos de ciego con que se pretende manejar el aparato estatal.
El presidente Funes tiene un amplio respaldo para hacer bien las cosas, lo que debe iniciar poniendo orden en lo que anda mal.
elsalvador.com :.: Un año difícil termina; es tiempo de rectificar
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