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2010/05/23

El Faro - Mockus o la seducción de la irreverencia - ElFaro.net El Primer Periódico Digital Latinoamericano

Por Víctor Flores García.23 de Mayo.Tomado de El Faro.

Debutaron como los “tres tenores” en bicicleta; pero ninguno canta ni baila: tres ex alcaldes que le devolvieron la vida a Bogotá, el filósofo Antanas Mockus, el sindicalista Lucho Garzón y el liberal pro empresarial Enrique Peñalosa, disputaron la candidatura verde a la presidencia de Colombia en una original campaña primaria, dulce, amigable, dedicada al elogio mutuo y no a la confrontación. Cuando apenas rozaban el 10 por ciento de preferencias, en marzo pasado, el recuerdo de los episodios chuscos y hasta bochornosos que ha protagonizado Mockus trajo de nuevo la mofa y fueron rebautizados como “los tres chiflados”.

Nadie los tomaba en serio hasta que todo dio un vuelco inesperado, cuando “Lucho” convenció a Mockus de que “juntos podemos más” y le pidió que se pusiera al frente del trío, que había sumado casi dos millones de votos en una elección interna; éste convocó a otro ex alcalde, quien hizo fama por haber pacificado la capital del narcotráfico, Medellín, Sergio Fajardo, que contuvo su vanidad y aceptó ser el número dos en la fórmula; se convirtieron así en “los cuatro fantásticos”, desatando una marea verde que podría convertirse en un tsunami para la política tradicional colombiana.

Hace dos meses, cuando las elecciones del 30 de mayo parecían lejanas en la corta campaña presidencial colombiana, las apuestas de los analistas oscilaban entre el delfín del presidente Alvaro Uribe, Juan Manuel Santos, y Noemí Sanín del opositor Partido Conservador, la mujer que hace una década dio la sorpresa en las elecciones con tres millones de votos, casi la mitad del triunfador Uribe, ahora relegada, desgastada.

El mundo apenas se recuperaba de la sorpresa de un fallo de la Corte Constitucional que prohibía al hombre más popular de Colombia, el correoso presidente de los espejuelos y baja estatura, buscar la reelección por un tercer mandato consecutivo. La independencia del poder judicial dejaba de ser un mito en este país y cobraba una dramática realidad en el destino de Uribe. En una tersa respuesta, el ambicioso mandatario aceptó el fallo, se hizo a un lado, pasó la estafeta a Santos y se esfumó de la escena nacional.

Nadie habla más en Colombia de Uribe como un estandarte del oficialismo sino de su ministro de Defensa, un graduado de la London School of Economics que cobró notoriedad al comandar la operación de engaño a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en la que liberó de su cautiverio a la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, tres agentes antidrogas estadounidenses y otros rehenes de la guerrilla.

La bicicleta, el camino a la individualidad

Aurelijus Rutenis Antanas Mockus Sivickas llegó al mundo en 1952 en Bogotá como hijo de una pareja de expatriados lituanos que huían de la expansión soviética, una escultora y un ingeniero que le enseñaron a hablar la lengua de Lituania antes que el español… y a andar en bicicleta, “el símbolo de la individualidad”. Su melancólica madre, Nijole, le enseñó a llorar sin pudor, “porque –dice- en un mundo sin emociones la vida sería demasiado gris”. Y así lo hace de adulto, sin tomarse en serio, como cuando se casó en un circo montado en un elefante y se fotografió en una jaula con felinos.

Su expresividad le ha costado caro, pero lo volvió una celebridad. Siendo rector de la Universidad Nacional de Colombia, Mockus trataba de dirigirse a la asamblea de unos 500 estudiantes en huelga que le impedían hablar. Impaciente ante la incapacidad de dialogar, el señor rector hizo callar el bullicio estudiantil cuando dio la espalda, se bajó los pantalones y se inclinó mostrando al auditorio algo más que sus nalgas: “La lección académica –dijo- era que si no utilizamos el mismo lenguaje no nos podemos comunicar”.

La escena del rector de la “máxima casa de estudios” en un templo del campus, el histórico Auditorio León de Greiff, fue captada por una cámara y el video fue repetido en cámara lenta una y otra vez en la televisión nacional colombiana, aquella noche de octubre de 1993. La ocurrencia le costó el cargo, renunció; pero lo hizo tan popular que fue electo alcalde de Bogotá en la siguiente elección.

Al frente de la capital de un país violento, convocó al desahogo y a una extraña campaña de “vacunación”, que consistía en pinchar un globo con la cara de alguien que les había hecho daño, entonces 45.000 bogotanos salieron tras de él; luego despidió a 3.500 agentes de tránsito y los reemplazó por mimos para que pusieran orden en el tráfico de la capital colombiana, argumentando que sus compatriotas temen más al ridículo que al castigo. Y funcionó. Otra vez señaló a la educación, o su ausencia, como clave del desastre nacional, cuando inventó la “noche de las mujeres” en la que los bares no podían atender a los hombres y la noche bogotana se volvía menos violenta.

El político más divertido de Latinoamérica

No es la primera vez que lo intenta, ya en una ocasión dejó la alcaldía para buscar la Presidencia y fracasó, para luego regresar juntando sus manos en señal de arrepentimiento, debajo de una pancarta que decía: “Pido perdón, permítanme reparar”. Para “purificarse”, se hizo una “limpia” y se bañó con saco y corbata en una fuente de Bogotá. Lo dieron por muerto otra vez, pero se vistió de súper héroe, al estilo “Chespirito”; los electores lo perdonaron y lo volvieron a elegir en su ciudad.

Las encuestas de finales de abril colocaron a Mockus adelante del ex ministro Santos, y todas las apuestas lo ponen en la segunda vuelta para desafiar a la vieja clase política. Nadie se explicaba qué había ocurrido en Colombia. El más sorprendido parecía Santos, quien a un mes de los comicios cambió su lema, su color y hasta su equipo de campaña para ponerlo en manos del asesor venezolano Juan José Rendón, temido por sus campañas negras. Entre los corresponsales hay consenso de que Mockus tiene la campaña electoral más sorpresiva y divertida de la última década en Latinoamérica, sobre todo si se le compara con otras campañas convencionales y políticos solemnes.

Sin recursos, basado en las redes sociales de Internet como Facebook y Youtube, a pura imaginación y creatividad colectiva, los cuatro fantásticos instalaron su cuarto de guerra en el modesto comedor bajo la biblioteca del filósofo, y a golpe de bromas idearon renovar una antigua sabiduría popular, al estilo del “uno para todos y todos para uno” de Los Tres Mosqueteros y D’Artagnan, que no sólo se grita, sino se susurra, se pasa de boca en boca, o se dice suave al oído: “¡La unión hace la fuerza; la unión hace la fuerza!”.

Imbatible en Internet, Mockus ha reunido a casi 600.000 seguidores en la red electrónica y subiendo, colocado en la lista de los 10 políticos más populares de esa red en el mundo, que encabeza Barck Obama, mientras que Santos apenas junta 33.000 y Noemí 6.000. Ahora todos en Colombia hablan del fenómeno Obama al estilo ético, auténtico y hasta pintoresco de Mockus, levantado sobre la ilusión del cambio. Hasta un diagnóstico de la enfermedad Parkinson, que podría ser letal, lo catapultó. “Yo me enfermo y ellos tiemblan” fue la nueva marca.

Con una mezcla de filósofo, profeta, predicador o cómico, Mockus practica muy poco las movilizaciones y mítines clásicos. En cambio, se apoya en las súbitas convocatorias mediante la complicidad de las redes sociales denominadas ‘Flash-Mobs’ de la “marea verde”, donde sus seguidores toman por sorpresa hasta los centros comerciales, donde están prohibidas las campañas. Cientos llegan para jugar a las estatuas en todos los rincones, para después desvelar su camiseta verde y ponerse a gritar, a cuchichear o a susurrar que “la unión hace la fuerza”.

La creatividad de los colombianos explotó de tal manera que Mockus no tiene un emblema oficial porque son demasiados eslóganes: Carlos Vives aparece de verde bajo el lema “tengo la camisa verde”; el elenco mexicano del Chavo del Ocho se viste de verde; Homero Simpson se pone la barba sin bigote y los lentes del filósofo, la manzana de Nueva York deja de ser roja y se pone verde, los Beatles prestan sus rostros a los “cuatro fantásticos” colombianos que vuelven a cruzar la cebra de la famosa avenida Abbey Road, con Mockus como John Lennon, y la evolución de los primates no termina con el homo erectus sino con el ‘homo bicicletus’.

La periodista alemana Sandra Weiss viajó a Cúcuta, a la frontera con Venezuela, y realizó una entrevista en la que el candidato se toma muy en serio su papel, en una conversación sin chistes, mientras aparecían las primeras amenazas en su contra a principios de Mayo. En la entrevista publicada esta semana en la revista mexicana Milenio Semanal, Mockus relata que ha probado drogas, que ha visto la adicción enfrente y que escogió no repetir lo mismo; aun siendo una persona con un riesgo de adicción bajo, con una vocación académica interesante y una familia que lo apoya. Su mira está en combatir al narco y a la guerrilla de las FARC: “Es imposible –le dijo Mockus- que funcione el narco sin corromper la justicia, la policía, la política comunal. Es un problema descomunal, igual que el problema de los grupos armados ilegales. Sin el poder del narco, las FARC hace rato hubieran hecho un acuerdo de paz similar al que se firmó en El Salvador en los años noventa”.

Se autodefinió como “un ‘reciclador’ de ideas que provienen de experiencias muy distintas. De la derecha he aprendido que a veces la intervención del Estado es contraproducente e ineficiente por su tendencia a dejarse corromper; pero también aprendí de la izquierda que el mercado, por sí solo, no funciona”. Pero a la vez se distancia de Hugo Chávez: “Si en cuatro años Colombia está mucho mejor que Venezuela no habrá mejor argumento para frenar una eventual exportación eventual del proyecto de Chávez, pero ha habido algo de histeria en ese tema. Hay razones para ser pesimistas, pero uno debe jugar la carta de la cooperación, con todo y que he recibido advertencias de que ese señor te enamora al comienzo, después te da tres vueltas y te maltrata”.

Ya nadie duda de que Antanas Mockus ha sacudido el mapa electoral de las grandes ciudades colombianas, como Bogotá y Medellín, y sobre todo de los colombianos educados. Su destino se juega en los pequeños municipios en las zonas rurales, donde aún campea la ignorancia.

Opinión - Mockus o la seducción de la irreverencia - ElFaro.net El Primer Periódico Digital Latinoamericano

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