Tener una pistola es símbolo de seguridad, de fuerza y de poder.
14 de Agosto. Tomado de ContraPunto-El Salvador .
SAN SALVADOR – Año tras año, quinquenio tras quinquenio, se ha discutido de manera amplia y suficiente acerca de que en El Salvador una de las causantes más determinantes para el incremento de la criminalidad es la proliferación de las armas de fuego.
En nuestra cultura machista, tener una pistola es símbolo de seguridad, de fuerza y de poder; por ende, de violencia.
Así, con ese complejo, han proliferado las armas y los conceptos de seguridad. Nos atrevemos a decir, que una cultura de poder a través de las armas, es más fuerte que el negocio mismo y real de las armas. Ambos fenómenos hay que combatirlos: la cultura de las armas y el negocios de la armas.
Se ha dicho en demasía que las armas de fuego en poder de los civiles, causan más homicidios que seguridad para los individuos, incluso para quienes la portan. El portador de armas se ha convertido en víctima de su propia arma.
Consideramos que el desarme general, paulatino, debe ser una herramienta de lucha contra la violencia que nos ataca. No puede ser que la violencia social nos continúe haciendo la vida imposible en El Salvador, bajo cualquier gobierno, del signo que sea.
El gobierno actual de El Salvador tienen que dar pasos decisivos y esenciales en el desarme de la población, aunado a eso, propiciar un participación social e institucional en las tareas de prevención, así como en el combate a la impunidad judicial.
Los homicidios no se reducirán con presencia militar y policial en las calles. Ni haciendo redadas como lo hizo el anterior gobierno.
En muchos casos la prevención debe comenzar de cero, pero no debe retardarse más. Este es un reto de vida o muerte para la salud democrática de El Salvador.
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