Escrito por Rolando Mena Guerrero. Jueves 20 de Agosto. Tomado de El Diario de Hoy.
Nada es comprensible sin la historia –-sin su propia historia-– y la nuestra, es que, en unos cuantos meses, se nos esfumaron los ahorros de 100 años de ganancias del café y caña de azúcar y también los ahorros de algunos de nuestros padres, de las ganancias del algodón. La bolsa en Estados Unidos está a los niveles de 1997 (Japón a los niveles de 1983) y si teníamos todo nuestro dinero invertido en acciones de los bancos, estamos en peores condiciones. ¿A qué se debe que hayamos perdido tanto?
Un amigo que perdió mucho de los ahorros de sus abuelos cafetaleros me lo sintetizó claramente: "Perdimos porque en El Salvador vivíamos en una ECONOMÍA DE ATRACO, en la cual las ganancias eran altísimas, pero los riesgos eran aún mayores, pues subsistíamos al borde de un precipicio político inimaginable con revoluciones o convulsiones sociales a la vuelta de la esquina. Como pagábamos pocos impuestos los riesgos de expropiación o nacionalización eran altísimos y si no, nos quitaban las propiedades por objetivos derivados de la Guerra Fría, como fue en el caso de El Salvador. Mis abuelos y mis padres me enseñaron que debido a estos altos riesgos las ganancias obtenidas en El Salvador las debíamos invertir en los Estados Unidos".
Ante esta magistral cátedra del funcionamiento de la ECONOMÍA DE ATRACO, sólo recordé lo que aprendí sobre el significado de "desarrollo económico" que mi profesor Isaías Frank definía como: "Un proceso continuado, cuyo mecanismo esencial consiste en la aplicación reiterada del excedente (ganancias) en nuevas inversiones y que tiene como resultado la expansión incesante de la unidad productiva de que se trata". La clave de ese concepto se encuentra en la estrecha vinculación de su por qué –-el excedente-– y de su para qué –-la expansión-–. Esta definición más la cátedra de mi amigo me aclaró en parte el enigma de por qué El Salvador se detuvo por largo tiempo en un grado ri- dículo de crecimiento económico. ¿Usábamos el enriquecimiento continuado para crear expansión en nuevas actividades productivas? ¿Podríamos denominar que en El Salvador funcionaba un "sistema económico", si la expansión, como propósito deliberado, no se conseguía, puesto que la sucesiva aplicación del excedente en nuevas actividades productivas, se veían castradas por la inversión de nuestros ahorros en el extranjero?
Ante esta aclaración de conceptos, me pregunté cuál era la situación de América Latina (Siglo XXI) y me di cuenta que todos los países estaban explorando un nuevo capitalismo que podríamos llamarle "reformado" y que han proliferado los gobiernos con tendencia socialdemócrata con políticas de "estados de bienestar". El común denominador que existe en los países de Latinoamérica, es que todos tienen como objetivo principal modificar la distribución de la capacidad adquisitiva –-poder de compra-– que históricamente ha estado muy limitada en el continente. A mediano plazo, dichas políticas sociales que incrementen el poder de compra de sus ciudadanos, se traducirán en una nueva democracia de bienes materiales. Esta nueva democracia material, lleva consigo las características de estabilidad social y ajuste económico que necesita el inversionista latinoamericano para añadir nuevas y sucesivas ganancias, al aumento de la capacidad de producción en sus respectivos países, que le darán nueva vitalidad al sistema económico.
La estabilidad que hoy conservan muchos países desarrollados, gracias a la más humana –-no perfecta, por supuesto-– estructura social, es el seguro de vida en que descansa su economía, pues con un mayor nivel de ingresos de sus habitantes, los inversionistas aplican el excedente, en renovadas inversiones de la cual depende la ampliación sin tregua, de la capacidad productiva y el logro de la elevación permanente de su nivel de vida.
Me parece que la política exterior bipartidista de Estados Unidos, desde la época de Bush, ha tenido un cambio radical y dejó de ser lineal y homogénea, como era antes: gobiernos militares para la Guerra Fría; después gobiernos liberales que seguían la letra del "Consenso de Washington", pero ahora veremos en Latinoamérica, libertad política total para establecer sus propios modelos económicos: habrá sueños de algún TITO latinoamericano, queriendo hacer socialismo con mercado como en Yugoeslavia, habrá otros que tratarán de hacer planificaciones económicas "convenidas" al estilo francés, a través de propias inversiones del Estado; existirán otros que establecerán uniones aduaneras con impuestos al valor agregado diferenciados para las importaciones suntuarias con el objeto de pagar las deudas externas de los estados, producto de la crisis mundial.
Pero lo más importante, es que en casi todos los estados, habrá intervenciones de los gobiernos que elevarán el poder de compra de los ciudadanos y esto provocará inversiones agroindustriales e industriales para satisfacer mercados los cuales estarán integrados (ALBA, ALCA, MERCOSUR, Pacto Andino, Unión Europea, Mercado Común Centroamericano). ¡Al fin mi amigo el cafetalero, podrá invertir a largo plazo en América Latina, sin riesgo de que las revoluciones, que lo podrían dañar a consecuencia de la ECONOMÍA DE ATRACO como en el pasado, ya no existirán y no tendrá la obligación de invertir en el extranjero, sin padecer las consecuencias de la especulación inmobiliaria que se daba en estos mercados!
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