Como si se tratase de un viejo capítulo de la Edad Media, la elaboración de materiales educativos sobre salud sexual en el sistema educativo salvadoreño puso en choque a la religión y a la ciencia en pleno siglo XXI. La lucha fue tal que los zablazos de la lucha aún se palpan en el ambiente. El debate a nivel de gobierno terminó con un ministro de Salud que se sintió traicionado por sus colegas de gabinete que habían trabajado junto a él el Manual de Adolescentes para Adolescentes y que, cuando sintieron el peso de la Iglesia, se retractaron.
Escrito por Diego Murcia. Tomado de El Faro.
Esa tarde del 24 de julio de 2000, José Francisco López Beltrán recibía en su despacho de ministro de Salud un sobre sellado de papel amarillo. No tenía remitente a la vista, aunque el funcionario sabía que el paquete era el símbolo de una guerra a la que lo habían llevado las circunstancias y que sentía que estaba perdiendo. También sabía que, a pesar de que jerárquicamente en el gobierno de Francisco Flores solo el presidente estaba por encima suyo, el mensaje escrito a mano en el anverso del sobre era un imperativo que no iba a poder resistir: “Aprobar. Urgente”. Dos palabras que constituían una orden a un gobierno, a pesar de que representaban la voluntad de la Iglesia Católica.
Ese día se iniciaba una nueva batalla de ese enfrentamiento que se abrió desde cuando el Manual de Sexualidad de Adolescentes para Adolescentes había llegado a la vista de la Iglesia, que de inmediato le encontró reparos. La Iglesia detuvo así una medida gubernamental contra las altas tasas de embarazos en asolescentes y contra la incidencia de enfermedades de transmisión sexual en menores de edad.
El Manual que pretendía publicar el gobierno de Flores era herencia del gobierno anterior y era producto de tres años de trabajo de un equipo de especialistas salvadoreños y extranjeros, con el auspicio de una veintena de instituciones, nacionales y de cooperación internacional. En abril de 1999 se dio a conocer a un grupo restringido de personas y en julio siguiente saltaron las primeras voces que pedían que se preparara la hoguera para quemar el libro.
32% de embarazos
correspondían a menores
En enero de 2004, la Procuraduría para la Defensa de los Derechos de la Niñez retrataba el escenario que se estaba configurando en esos años posteriores a la modificación del Manual de Adolescentes para Adolescentes en su Informe sobre los Derechos de la Niñez en El Salvador:
Según estadísticas de la FESAL 2003, la edad promedio de la primera relación sexual para una chica eran 18 años y para los chicos 16 años. Además, el 19% de la población entre 15 y 19 años tenía al menos un hijo vivo, en condiciones en las que no necesariamente se está preparado para ello, lo cual puede limitar las posibilidades de continuar con los estudios o con el desempeño de actividades productivas.
Asimismo, en 2002, el Ministerio de Salud informó que un 32% del total de mujeres embarazadas en El Salvador correspondían a adolescentes. En la mortalidad materna, una de cada cuatro víctimas (26%) era una adolescentes.
“Resulta de singular interés conocer si dicha población está apta en los planos físicos,
psicológicos y sociales para hacerse responsables del cuidado, crianza y atención de niños y niñas; lo deseable sería que se cuenten con todas las condiciones óptimas para convertirse en madres o padres”, dijo la Procuraduría en su informe de 2004.
Según Salud, entre los años 1999 y 2002 se detectó 11 casos de menores entre 10 y 14 años portadores de VIH, y 162 casos de jóvenes entre los 15 y 19 años portadores del virus que causa el sida. Para entonces, 91 adolescentes habían desarrollado la enfermedad.
Sobre la medición del conocimiento en métodos anticonceptivos, aunque el 95% de hombres y mujeres adolescentes habían oído hablar de VIH-sida, únicamente el 60% y el 46% respectivamente, conocían las formas de prevención relacionadas con la actividad sexual.
Sólo el 6% de mujeres y el 20% de hombres adolescentes habían usado el condón como medida de precaución para evitar el contagio de VIH-sida y, de ellos, sólo el 5% se había realizado de forma voluntaria la prueba de contagio.
Un año después de aquellas primeras denuncias de “perversión”, López Beltrán examinaba con recelo el documento que recién llegaba a su despacho. Se lo había llevado María Elena Ávalos, jefa de la Unidad de Atención Integral del Adolescente del Ministerio de Salud. Ávalos era la persona designada por él para servir de nexo con el Ministerio de Educación y la Secretaría de la Familia para discutir el Manual que eventualmente iba a imprimirse con fecha “diciembre de 1999”.
El ministro abrió el sobre y reconoció en seguida el libro. Hojeó el Manual y descubrió un papel amarillo pegado sobre la ilustración de uno de los contenidos: una pareja de jóvenes semidesnudos recostados sobre una cama. En el papel amarillo había un mensaje escrito a mano, con letra de molde: “Se retira. Se incluye otro dibujo alusivo al contenido. Se sugiere una pareja de jóvenes conversando”. El ministro siguió hojeando el libro y encontró una docena más de “recomendaciones” similares.
López Beltrán miró a Ávalos y le preguntó: “¿Esto es lo que no les gustó?” La médica le respondió afirmativamente. El funcionario volvió la mirada hacia el libro y no pudo contener una carcajada. “¿Y la pornografía que pasan en los canales de televisión a ciertas horas de la noche? Que vayan a preguntarle a un montón de tatas si no han hallado a los hijos viendo esas babosadas”, dijo, y tiró el libro sobre su escritorio.
A la mañana siguiente, López Beltrán se levantó con una sola idea en la cabeza: ir a la reunión donde habían nacido las “recomendaciones”, en el Ministerio de Educación. Ahí buscaría alguna razón científica que sustentara los cambios que le ordenaban. Los contenidos del Manual estaban respaldados en el conocimiento de un equipo de peritos en diversas áreas de la ciencia y el ministro se sabía con suficientes argumentos para luchar. Cuando tomó esa decisión ignoraba que la de esa mañana iba a ser su última batalla, una batalla de la que iba a salir no solo derrotado y molesto, sino también con la sensación de haber sido traicionado por las personas que habían dado su aval a cada uno de los contenidos que ahora estaban por botarse. Además, él sabía que la Iglesia y otros opositores estaban equivocados y que este era un capítulo más de la ancestral lucha entre ciencia y religión.
“El manual asqueroso”
Tres meses después de aquella presentación restringida de abril de 1999, el Manual sufrió el primer ataque de la Iglesia y grupos ultraconservadores, de los cuales las caras más visibles eran el arzobispo Fernando Sáenz Lacalle y Regina de Cardenal, presidenta del movimiento Sí a la Vida. A partir de julio de ese año, El Salvador vivió una tormenta de homilías, columnas de opinión, entrevistas, reportajes y otra serie de armas que apuntaban contra el Manual y lo vilipendiaban.
Esas fueron las trincheras que la Iglesia cavó para tratar de llevar al fuego a aquel libro destinado a que los jóvenes pudieran hablar de sexualidad y salud reproductiva con otros jóvenes. La lógica era que, en un país con altas tasas de embarazos en adolescentes y con altas incidencias de enfermedades de transmisión sexual, era preciso educar en actividades extra aulas. Esa era la lógica de Salud y todos los demás involucrados. Pero la lógica de los religiosos era otra.
Apenas transcurrieron un par de días desde cuando el ministro recibió aquella orden en un informal sobre amarillo para que, el 26 de julio de 2000, se decidiera que el libro se abortaría.
En esos días la campaña contra el Manual estaba en la máxima exaltación. Algunos calificativos que se volvieron frecuentes contra el libro eran “asqueroso”, “vulgar” y “chocante”. No faltaron quienes censuraron las ilustraciones y sugirieron que se presentaran otro tipo de recursos como los juguetes de la marca Lego. Entre esas personas estaba Eduardo Torres, columnista de El Diario de Hoy, quien no anduvo con eufemismos para tildar como lacras o perversiones la prostitución y la homosexualidad, o calificar como anormales a algunas personas. “Estamos en desacuerdo con aquellos que piensan que si una lacra afecta a unos, tiene que afectar a todos. Asuntos como la homosexualidad, la prostitución, determinados vicios solitarios, diversas perversiones se deben manejar con extremo cuidado, para que consejos y criterios válidos para niños con problemas, no se transformen en puerta de entrada a niños normales. Del folleto, lo que más choca son las ilustraciones, pésimamente dibujadas y peor concebidas. En manuales de educación sexual de otros países, las gráficas son esquemáticas, más en el estilo de un lego o un libro de cuentos, que pornografía barata”, escribió el 27 de julio de 2000, en una columna que llevaba por título “Rechazo al manual asqueroso”.
La presión mediática que causaron estos grupos fue tan grande que el presidente Francisco Flores, eventualmente, dio su brazo a torcer, pues pidió que se creara un grupo consultivo para revisar el contenido del libro. Una fuente que participó en ese “consejo editorial” explicó que la instrucción precisa de Flores fue que se le bajara perfil a los contenidos. La fuente pidió que no se le identifique porque dijo temer represalias de la institución en la que labora hoy, ya que no está autorizada para hablar del tema.
De ese grupo y de las reuniones que tuvieron por cerca de tres meses surgieron las “recomendaciones” que se le exigían al ministro autorizar aquella tarde del 24 de julio cuando recibió el sobre amarillo en su oficina.
Las “mejoras” estaban dirigidas a temas en los que se hablaba del uso de métodos anticonceptivos, derechos sexuales, prostitución, virginidad y orientaciones sexuales. Regina de Cardenal, presidenta de la fundación Sí a la Vida, se convirtió en la voz cantante de la Iglesia. Al menos así lo explicó el Arzobispado de San Salvador a El Faro, en una llamada telefónica, cuando se insistió en la petición de hablar con un jerarca de la Iglesia para hablar sobre la mano eclesial que terminó editando el Manual. Después de reiterar que ningún religioso iba a hablar, hizo la referencia específica: “Aquí ya hay una persona encargada de esos temas: es Regina de Cardenal”, respondió la mujer que procesó la solicitud.
Regina de Cardenal emprendió una cruzada contra el Manual en 1999. Una década después, detalla con precisión las razones que la llevaron a ella y a otros a condenar aquellos contenidos que eventualmente podían causar vicio en los jóvenes. En una oficina de la sede de la fundación que preside, busca entre las páginas del Manual y detiene la mirada en uno de los textos que ella misma ha marcado con tinta flourescente amarilla: “Le enseñan a los jóvenes adonde se tienen que tocar para sentir placer sexual, les dicen que todo el mundo lo hace… ¿queremos ese tipo de educación para nuestros hijos? Enseñarles dónde se tienen que tocar, si sabemos que, después, la masturbación puede causar un vicio que puede ser dañino también para los jóvenes”.
El texto al que se refiere está en la página 78, bajo el título “¿Qué es la masturbación?”: “En la masturbación, hombres y mujeres estimulan sus cuerpos para obtener placer sexual... es algo natural en nuestra sexualidad y no produce ningún daño físico, ni sicológico. Si quieres masturbarte o no, es tu decisión. Generalmente, los hombres se frotan su pene y las mujeres su clítoris o sus senos... a veces podemos ser estimulados sexualmente cuando vemos fotos o películas eróticas”...
Cardenal señala más contenidos del Manual que le parecían dignos de enmendar: “Las otras orientaciones sexuales las ponen a la par de la heterosexualidad como algo natural y normal, cuando no lo es. O sea, todo es igual, todo es normal, y no lo son... los otros son desviaciones sexuales que tampoco vamos a juzgar, condenar, discriminar o criticar a nadie, simplemente es un hecho de que lo normal es la heterosexualidad... somos creados hombre y mujer, diferentes pero complementarios, con la misma habilidad, con los mismos derechos y también sabemos de toda esta promoción de todas las orientaciones sexuales que hay, estamos viendo las consecuencias malas en todo el mundo”.
La presidenta de Sí a la Vida cree que organismos internacionales como la ONU, que promueven salud reproductiva, responden a los intereses de homosexuales y lesbianas. En una entrevista con El Faro en 2004, aseguró que Naciones Unidas está infiltrada por organizaciones gays y pro abortistas que manipulan al foro mundial.
Este tipo de declaraciones fueron las que avivaron el fervor religioso que terminó enviando a la hoguera al Manual.
Pero un día antes de ese final, el 25 de julio de 2000, López Beltrán llegó determinado al lugar donde sesionaba el “consejo editorial”. Allí se encontró con la ministra de Educación, Evelyn Jacir de Lovo, y con la primera dama, Lourdes de Flores, quien además era la secretaria de la Familia.
Ahí, en las instalaciones de Educación, ocurrió una acalorada discusión sobre las modificaciones que la ministra y la primera dama pedían a López Beltrán que se hicieran. Al ministro le incomodaba que se trataba de un documento en el que los tres funcionarios habían participado activamente ante la necesidad de reducir las cifras de embarazos en menores de edad y los casos de contagios con VIH-sida.
El ex ministro recuerda el tono de aquella discusión a la que él llegó seguro de argumentar y de la que se fue derrotado. “Las más involucradas para estas recomendaciones... en repetirlo, fueron la primera dama y la ministra de Educación, porque ellas como eran las católicas... si todo había salido de común acuerdo con ellas... el original. Y por eso es que habíamos firmado los tres la primera edición del Manual. Pero se les vino una avalancha”, relata. Los recuerdos que él tiene del tono de la discusión apuntan al criterio moral y de cálculo político más que al técnico.
-¡Cómo vas a creer! ¿En qué predicado vas a ponerte tú firmando semejante cosa? -le dijo una de las mujeres a la otra, según López Beltrán.
-¡Puta! ¡Hoy sí, veá, solo yo! -les reclamó él.
-No, Chepe, es que mirá... -decían ellas.
-Es que esas son bayuncadas. ¡Es más fácil que los venza el deseo a que se rompa un condón! -les insistió el ministro de Salud.
-No, pero es que mirá que toda la gente está en contra...
A López Beltrán, nueve años después de aquel incidente, le da risa recordar el tono de la discusión. “Ahí había un montón de monjitas, ja, ja, ja”, recuerda. Sin embargo, finalmente se hartó y decidió ya no seguir perdiendo el tiempo con aquella conversación inútil.
-No, a mí me vale, pero si quieren ra... ra...
Cuando usa la onomatopeya “ra... ra...” gesticula como que está escribiendo. “Y firmé. Por eso es que ahí sale sólo la firma del ministro de salud”, explica, en relación con la carta de presentación del Manual. “Es que yo no andaba con... es que sabía... si esto no era una jayanada, no era un pasquín”, reclama aún hoy.
Después de autorizar que se le realizaran las modificaciones al libro, López Beltrán salió de ahí decidido a no volver a las sesiones para evaluar el Manual. Dice que su buen humor dicharachero, con el que siempre saludaba a la gente, desapareció ese día, cuando salió de esa reunión. Él, más que nadie, sabía que ellas y que la Iglesia estaban equivocadas. Además, se sentía traicionado. “Si todo esto lo discutimos a calzón quitado con ellas”, reniega.
Cuando se le pregunta al ministro por qué firmó los cambios si él era la máxima autoridad en la materia, dice no creer que haya sido el presidente Flores quien ordenó bajarle el perfil a los contenidos. Prefiere la explicación de que dos funcionarias, en teoría sin autoridad para obligarlo a dar un solo paso, lo terminaron disuadiendo de suscribir las enmiendas. “Yo tengo una impresión, no creo que haya sido el presidente... no, él no. Él era demasiado abierto como para... y me hubiera dicho... No, esto fue cuestión de mujeres”, reflexiona.
Evelyn Jacir de Lovo, quien ahora es representante de El Salvador ante la Organización de Estados Americanos, dice no recordar con precisión su rol en aquellos debates, aunque advierte que el tema es una especie de campo minado, sin explicar por qué. “De estos temas siempre es delicado hablar. Habrá grupos que estén a favor y otros en contra. Nosotros lo que tratamos de hacer fue conciliar ambos puntos de vista”, dice en una entrevista telefónica desde Washington.
Un ejecutivo del gobierno de Flores que pidió que se mantenga en reserva su identidad precisamente por lo delicado del tema, argumenta que las razones detrás de las reformas al Manual no tenían nada que ver con conciliar posiciones, sino más bien con un interés en conservar ciertos apoyos a carreras políticas en auge, sin dejar a un lado las ideas conservadoras que les movían. “La ministra de Educación era una mujer profundamenta católica y religiosa. Estuvo, de hecho, en el noviciado. Eso influyó. Por su lado, la primera dama fue quien insistió en que se metieran más temas de valores en los documentos”, recuerda.
Según él, habrá que recordar además que había carreras políticas en juego. La primera dama era esposa de un hombre cuyas ambiciones políticas no culminaban con la presidencia. Y la ministra pronto se convirtió en la funcionaria mejor evaluada de la administración. Dos años más tarde, se convertiría en candidata del partido Arena para la alcaldía de San Salvador.
En el caso de Flores, unos tres años más tarde se hizo público el interés del presidente en buscar la secretaría general de la OEA.
En el caso de Jacir de Lovo, cuando en medio del escándalo por el frenazo al Manual una periodista le preguntó en conferencia de prensa si apoyaba que los textos llegaran eventualmente a las escuelas, ella negó estar de acuerdo con el contenido del libro y dijo que pediría una revisión.
López Beltrán recuerda que cuando la ministra y la primera dama se juntaron con él al principio para analizar el Manual, lo hicieron con la idea de que la realidad del país sobre las prácticas sexuales de los jóvenes exigían medidas urgentes. Así lo evidenciaban los datos de las encuestas FESAL sobre el aumento de embarazadas adolescentes. Esa era la evidencia científica de que algo estaba fuera de control y que se debía hablar “a calzón quitado” con los jóvenes sobre estos temas.
“Aún hoy, usted va a Maternidad y puede ver los problemas derivados de la ignorancia de los aspectos sexuales: niñas embarazadas desde los 12 años, que traen al mundo a niños incompletos de maduración: pulmones no desarrollados, otras anomalías, síndrome de Down, toda esa serie de cosas. Todo ello a raíz de la prematurez para salir embarazada. Amén de eso, la carga que significa para el hospital de Maternidad y otros”, dice el ex ministro, rememorando una de las principales razones por las que se creó el Manual.
López Beltrán sabía que la Iglesia estaba detrás de las reformas. Esto lo confirma un ejecutivo del gobierno de Flores, que pide que no se le identifique porque considera que es “delicado” aún hablar abiertamente de ese choque. “Cuando la revisión fue autorizada y realizada, los textos fueron entregados a la Iglesia para ver si eran de su agrado”, revela. Se niega a dar detalles de personas específicas que participaron en estos trámites. “La Iglesia revisó sus contenidos, les hizo sus agregados, le hizo sus recortes y salió lo que la Iglesia quería sacar”. En conclusión, la Iglesia editó el libro fechado diciembre de 1999, y así fue como nació la segunda versión fechada diciembre de 2001.
Baja edad promedio
de la primera relación sexual
Si la FESAL 2003 mostraba un promedio de 17 años para la primera relación sexual entre los salvadoreños, la encuesta correspondiente a 2008 reflejó una disminución de 0.7 años. El promedio de edad para la primera relación sexual fue de 16.3 años, según FESAL 2008.
El uso de anticonceptivos durante la primera relación sexual se incrementó de 9.5% que se encontró en la FESAL-98 al 28% en la FESAL-2008.
Lo que es virtualmente difícil de aclarar es el recurso del que dispone la Iglesia para abortar una decisión de gobierno, con todo y las implicaciones incluso internacionales que eso pueda tener. ¿Por qué un ministro que sabía que el contenido estaba basado en verdades científicas se sometió a la voluntad de la Iglesia Católica? ¿Tanto peso político tuvo la Iglesia como para cambiar toda una política de estado y deshacer tres años de estudios científicos, que es lo que había tomado elaborar el manual De Adolescentes para Adolescentes?
-Cómo no. ¿Cómo que no tuvo tanto peso? Si la Iglesia es la señora... Pues sí, porque imagínese echarse encima especialmente a mujeres... porque éstas eran las líderes, la Iglesia y las mujeres estas. Echarse esos dos poderes encima... Además, usted debe entender lo que es política y lo que es realidad -comenta López Beltrán.
-¿Entonces, al final sí estaba de acuerdo con las modificaciones que había que hacerle al libro?
-Digamos que hubo un consenso. Es decir, en la reunión me dijeron “hay que cambiar eso”. A mí me dio risa eso. “Yo no sé cuál es el incoveniente, pero yo no me voy a oponer a una cosa que se está discutiendo y solo yo voy a decir que no”, pensé. Al final, dije yo, de todas maneras tenía que salir el documento.
Verónica Simán, quien para esos días trabajaba para la Secretaría de la Familia, fue de las personas designadas para trabajar en la revisión. Ella recuerda que había puntos que, efectivamente, podían mejorarse, aunque también recuerda que los detractores del Manual objetaban contenidos cuya inclusión estaba perfectamente justificada, con el agravante de que pretendían argumentar con información ficticia. “Hubo una decisión en donde estaba la Ministra de Educación, el Ministro de Salud y la Primera Dama, y entonces dicen: ‘Bueno, analicemos esto y veamos realmente cuál es el problema’. Cada uno de ellos designó a una persona con experiencia o formación en el área para que analizara el documento a nivel técnico y luego lo viéramos con ellos. Todas éramos personas que teníamos conocimiento de la temática. Cada uno desde su área tenía algunos conocimientos que nos permitían poder emitir opinión sobre el documento. Entonces, lo que yo digo, no recuerdo si fue en una reunión los seis o si primero lo vimos los técnicos y después con ellos, lo que sí recuerdo es que hubo una decisión de hacer una nueva edición del documento, porque sí encontramos unas cosas que podrían ser mejoradas…”
Y el documento salió modificado. Pero no fueron solo los dibujos, recuerda Simán, sino también se hizo una revisión del texto. “Y cuando le digo que se hizo revisión de texto, le digo que se vio frase por frase a nivel técnico.”
Aunque cedieron en algunos puntos, resistieron en otros que consideraban técnicamente de honor, dice la que fue representante de la Secretaría de la Familia en esa comisión. “Tomamos el documento y fuimos viendo aquellas cosas que habían causado resquemor, por ejemplo el tema de masturbación, el tema de homosexualidad, porque algunos planteaban que allí se decía que como que la homosexualidad estaba bien. Pero la posición es que no vamos a decir que la homosexualidad es una enfermedad, que es lo que ellos querían”.
Regina de Cardenal insistió en tener algún tipo de participación en la edición de los libros, recuerda Simán: “En aquellos días la misma señora de Cardenal se acercó a la ministra de Educación y le llevaba unos documentos para promover que estos se usaran en todas las escuelas. Eran elaborados en otro país. Eran documentos atractivos visualmente, pero tenían información que no era científicamente correcta, por ejemplo, y recuerdo una frase que decía ‘Los verdaderos hombres no usan condón’. Entonces a nosotros como comité técnico nos parecía que eso no era algo que debería de estar en un libro que iba a llegar a las escuelas y le hicimos una serie de comentarios en los que argumentábamos que esos documentos no llenaban los criterios que habíamos establecido de materiales que debían utilizarse en cualquiera de estas tres instituciones y se decidió no adoptarlos por ese motivo”.
Cuando apareció la segunda edición, publicada en 2001, las imágenes donde había caricias entre hombres habían desaparecido. Algunos titulares sobre el uso de drogas fueron modificados, el dibujo de un padre hablando con su hija en la cama fue eliminado, el joven que aparecía junto a un condón mientras se masturbaba se desvaneció y ya solo aparecía el condón, y los jóvenes aquellos que aparecían semidesnudos ahora eran una faliz pareja con ropa que disfrutaban de una amena conversación.
También desapareció un capítulo completo sobre derechos sexuales, aquellos que promulgan que hombres y mujeres tienen derecho a vivir una sexualidad plena sin violencia, a que se respete la intimidad y vida privada de las personas, la igualdad de oportunidades y equidad, a tener acceso a información completa, científica y laica sobre la sexualidad y a contar con una eduación sexual... A todo eso la Iglesia le dijo que no.
Y de esto habló con abundancia monseñor Fernando Saénz Lacalle en la última entrevista que el prelado concedió a El Diario de Hoy, en febrero de este año, pocos días antes de dejar el cargo de Arzobispo de San Salvador: “De Adolescentes para Adolescentes era un manual verdaderamente corruptor de las costumbres. En las últimas páginas hablaba de los ‘derechos sexuales’ como los más humanos de los derechos humanos. Decía que cualquier persona tiene derecho a tener relaciones sexuales con cualquier otra persona sin importar el grado de vinculación familiar que tenga, en cualquier momento y en cualquier sitio”.
La Cooperación Alemana (GTZ), que había financiado la preparación del Manual, estaba “sorprendida de conocer la reacción...”. Kathy Kasischke, en aquellos años delegada alemana que participó en la creación del libro, rememora lo que pasó en esos días: “Los derechos sexuales fueron rechazados, según yo tengo entendido, por la Iglesia. Ellos (el gobieno de El Salvador) nunca lo firmaron pero algunos estados los ratificaron, los derechos sociales, sobre todo cuando declaradamente son estados laicos.”
En este punto, Kasischke hace una reflexión sobre el rol de cada institución en un país. “En Europa los Estados son laicos y ahí se maneja el tema de los derechos sexuales. Pero en Estados donde la Iglesia es de mucha influencia no lo pueden mencionar porque ya no lo reconocen. Si es un Estado laico, es discutible sobre si se puede o no meter la Iglesia cuando se habla de asuntos de salud porque la responsabilidad de la salud queda en el Ministerio de Salud”.
Pese a esta lógica, el manual de 1999 fue modificado y se realizó una nueva edición en 2001. Pero esto no fue suficiente para los detractores. La organización Vida Humana Internacional -una especie de Sí a la Vida dirigida por sacerdotes católicos- incluyó en su informe anual de 2003 una alusión al rol de Regina de Cardenal en su lucha contra lo que consideraba malos pasos de organismos internacionales.
“En agosto de 2003, Julia Regina de Cardenal, presidenta de la Fundación, se reunió con varios miembros del gobierno de Estados Unidos para denunciar a la USAID por haber otorgado fondos para la publicación de la segunda edición de un inmoral manual de ‘educación’ sexual, titulado De adolescente a adolescente, publicado por el gobierno de El Salvador en 1999”, relata el informe.
Luego, sin embargo, agrega una serie de interpretaciones sobre los contenidos del Manual que superan la agudeza de las observaciones del ex arzobispo Sáenz Lacalle. “El manual contiene dibujos ofensivos, promueve la fornicación, el homosexualismo, la masturbación, los anticonceptivos y los prostíbulos para adolescentes”. No especifica qué puntos del Manual promueven, por ejemplo, los prostítulos para adolescentes.
¿Y quién tiene la razón dentro de este debate? Para Kasiscke, el punto es de evolución en conocimiento, pues cree que admitir el tipo de intervenciones que sufrió el Manual es retroceder en el tiempo: “Yo diría grupos conservadores que de repente quieren que el mundo se quede como era y que los valores que manejan son universales para todo el mundo y por eso en algún momento en lo que era el Estado moderno se han hecho las constituciones y se ha escrito en las constituciones que el Estado es laico para no volver a estas épocas como antes era”.
A esto hay que sumar lo que ella como científica de la salud cuestiona: los métodos de control sexual que la Iglesia busca imponer en el mundo no funcionan, mucho menos en países como El Salvador, donde el promedio de edad de la primera relación sexual para las mujeres es de apenas 16.3 años. “Se ha visto y se ha comprobado científicamente que la educación sexual que se estaba llevando a cabo también en los últimos cinco años en Estados Unidos con el lema de sólo abstinencia, no cumple con su función. No funciona. En lugar de bajar los embarazos en adolescentes, estos han ido aumentando. Y después de todo lo que ha ocurrido aquí también en los últimos cinco años en el esquema de educación sexual es que esta se ha hecho también con el lema de solo abstinencia y vemos que no tiene mucho efecto porque no baja el VIH-sida, no bajan los embarazos en los adolescentes”.
Galileo volvió a perder
El mes pasado se cumplieron 10 años del inicio del ataque contra el Manual de Adolescentes para Adolescentes. Cuando se encendieron las primeras antorchas contra la obra que pretendían publicar Salud y Educación, se estaban cumpliendo 367 años de la condena de la Inquisición contra el astrónomo Galileo Galilei, por haber publicado una obra en la que se validaba la teoría copernicana de que el Sol es el centro del sistema solar, contradiciendo lo que la Iglesia decía hasta entonces: que la Tierra era el centro del universo.
A Galileo se le atribuye haber murmurado, durante el juicio en el que tuvo que retractarse, su convicción de que le estaban obligando a aceptar públicamente algo en lo que él no creía. “Y sin embargo, se mueve”, es la frase legendaria que se pone en sus labios, supuestamente haciendo referencia a que a pesar de que había aceptado ante el Santo Oficio que todos los astros giran alrededor de la Tierra, él seguía convencido de que eso no era cierto.
La Iglesia y su campaña contra el Manual sugirieron o dijeron explícitamente que la homosexualidad es una enfermedad. O, como apunta López Beltrán, que el hecho de hablar a adolescentes sobre métodos anticonceptivos es promover la promiscuidad.
En aquellos días, las presiones contra el ministro llegaron al punto de que por medio de la esposa del funcionario intentaban hacerle ver lo razonable de las modificaciones al Manual. Modificaciones que, por ejemplo, terminaron con el intento de los autores del Manual por ayudar a erradicar las discriminaciones contra las mujeres por el hecho de ser vírgenes o no. El siguiente párrafo era parte del Manual original, pero fue modificado: “Nos han enseñado que la mujer virgen es una buena mujer,y la que no lo es, la consideran una mujer loca. Esto no es justo, cada persona tiene los mismos derechos y así también tiene el derecho a decidir sobre su propio cuerpo...”
La Iglesia decidió en 2000 que necesitaba demostrar que ella tenía la razón y también que podía opinar sobre cómo enseñar salud reproductiva y sexualidad. Así que decidió dar una cátedra sobre cómo se prepara un Manual ad hoc.
Objetivos que no se cumplirán
El Salvador no puede detener la expansión del VIH-sida debido a la falta de educación sobre el tema. Esta es la conclusión del gobierno salvadoreño al presentar en mayo pasado su segundo informe sobre los avances de los Objetivos del Milenio (ODM). De ellos, el del VIH-sida, está lejos de la meta... Click para ampliar información
Tras la segunda edición del manual de sexualidad De Adolescentes para Adolescentes, que parece nunca haber existido porque los grupos conservadores se sigue refiriendo al contenido del primer ejemplar, sucedieron tres cosas: el Ministerio de Salud decidió trabajar sus materiales educativos de forma autónoma, para evitar más discusiones como las que había provocado el libro censurado. Lo segundo fue que el Ministerio de Educación, viendo el interés que el tema había despertado en el país por diversos sectores sociales y a sabiendas de que la administración Flores había firmado un convenio internacional por parte de El Salvador, decidió fomentar como propias las políticas de educación sexual y reproductiva del Estado a partir de marzo de 2008.
Como fruto de ello, se decidió integrar el tema de Sexualidad en la currícula educativa. Ahora hablar de “sexo” con jóvenes es obligación y los docentes han sido capacitados a nivel nacional para esta misión. Para ello se elaboraron nuevos materiales para cumplir ese cometido, se trata de una serie de seis libros llamados “Educación para la vida”.
“(Los textos) se basaron en aspectos científicos, la idea es que aporten a que el docente elimine ciertos paradigmas y tabúes”, explicó, la hasta hace poco ministra de Educación Darlin Meza, quien, como uno de sus últimos legados, ordenó que los nuevos materiales fuera utilizados en las aulas a partir de enero de este año.
Pero esta vez, el Estado no cometió el error de la vez anterior. La administración Saca practicó profilaxis y, casi 400 años después de la condena contra Galileo, decidió consultar a la Iglesia antes de publicar los nuevos libros de educación sexual: “Les mandamos los tres módulos, más la guía (de docentes), a las autoridades de la Conferencia Episcopal y nos respondieron con las observaciones, las cuales fueron incluidas”, explicó Meza.
El resultado de las observaciones se puede palpar en contenidos que rescatan citas bíblicas: “Recordemos: La persona como ser humano, es la creación perfecta a imagen y semejanza del Creador; por lo tanto, tiene el potencial para desarrollarse y lograr sus máximas aspiraciones en la vida, si se lo propone”. Esto se encuentra en la página número 11 de libro Adolescencia.
También es posible encontrar definiciones científicas que sí agradan al clero, como la siguiente: “Sexualidad: La sexualidad humana es una bella, compleja y delicada realidad personal, sometida a múltiples riesgos de mala interpretación. En su forma normal, supone la autoestima, conformidad e identificación con el propio sexo y la atracción, respeto y visión hacia las personas de sexo contrario, como iguales en dignidad pero diferentes y complementarias en cualidades físicas, psicológicas y sociales”. Esta definición se encuentra en la página 43 del libro Sexualidad.
“Parece una prédica”, observa el pedagogo Óscar Picardo Joao, para quien la forma en cómo se presentan estos libros -con dibujos e ilustraciones impersonales, donde se ilustra que los niños nacen de las vainas de frijoles- solo puede interpretarse como que, al cabo de 10 años de debate, la gran perdedora fue la ciencia. “Esto fue como una redacción mas diplomática de parte del Ministerio como para calmar o apaciguar las aguas, y decir sí lo tratamos, pero ya no como con el enfoque del primer libro”.
Los libros que hoy utiliza el Ministerio de Educación en los centros educativos de todo el país no dejan de recordar al método internacional ABC (Abstinence, Be Faithful and Condom: Abstinencia, Fidelidad y Condón) que es tan popular entre los grupos católicos. Sáenz Lacalle confirma la participación de la iglesia en esta última publicación que ha hecho el Ministerio de Educación y que además lo ha hecho con la colaboración de la Universidad Católica de Occidente, hoy UNICAES, institución educativa de la que el ex arzobispo es la máxima autoridad.
Para Picardo, los nuevos libros se quedaron "superficiales" y "generales", perdieron la fuerza que poseían los primeros textos, asegura. Y es que el contenido de los primeros libros fue producto de investigaciones científicas hechos por expertos de la salud, declara Kashischke, quien se niega a reconocer que el manual estuviera equivocado.
Pero, al final, la Iglesia demostró que las políticas públicas pueden seguir siendo su área de influencia, más allá que la de la salvación de las almas.
López Beltrán quizás recuerda al astrónomo italiano cuando evoca aquellos meses de censura contra un texto que pretendía ser útil para bajar cifras de incidencia de embarazos en adolescentes y de contagios de VIH-sida que, a juzgar por los datos más frescos, siguen campantes.
Quizás mira a Galileo entre las opciones del calabozo y la libertad cuando le ordenaron “Aprobar. Urgente” en aquel paquete de papel amarillo que llegó a su escritorio. “Eso es como que a usted le pongan una pistola y le digan ‘decí que esto es negro’ cuando es blanco”, dice. Y firmó.
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