El secuestro de niños a manos de un régimen o secta de fanáticos inflige la mayor crueldad posible a hombres y mujeres, pues les arrebata lo más maravilloso que poseen, sus hijos
Editorial. Martes 25 de Agosto. Tomado de El Diario de Hoy.
Lo más precioso que puede tener una familia son sus hijos, la descendencia a la cual se brindan cuidados, amor, enseñanzas y principios. No todas las personas son bendecidas con niños ni todos los niños tienen la dicha de contar con una familia que los proteja, eduque y les haga hombres y mujeres de bien. Pero pocos cuidarán a los niños mejor que sus padres, parientes o familias que los adopten.
El cuidado y buena formación de niños y adolescentes se lleva a cabo siguiendo prácticas y reglamentaciones de carácter general, pero ajustándolos a las particulares condiciones y aptitudes que rodean a cada infante, a su temperamento, disposición, aptitudes, fortalezas y debilidades. Los grandes mentores, los que dejan huella en el alma y el intelecto de sus discípulos, son aquellos que han sabido, al lado de sus enseñanzas, prodigar atención y guía a cada uno de sus alumnos de acuerdo con el carácter y capacidad que estos tengan.
La buena o excelente formación es una labor conjunta cortada a la medida entre padres, familia, maestros, comunidades y ambiente. La educación como línea de montaje, despersonalizada y ceñida a rígidos esquemas produce robots, "naranjas mecánicas", fanáticos, carne de cañón, seres con poca capacidad para pensar por su cuenta y escapar intelectualmente de las prisiones mentales en las que los encierran.
El secuestro de niños a manos de un régimen o secta de fanáticos inflige la mayor crueldad posible a hombres y mujeres, pues les arrebata lo más maravilloso que poseen, sus hijos. Esa es la tragedia de los cubanos, de los norcoreanos y será, de salirse Chávez con la suya, la de los venezolanos. A los niños van a uniformarlos, a entrenarlos como "pioneros y combatientes" y a domesticarlos para que obedezcan sin chistar lo que les manda el régimen.
Quitan a la gente su mayor tesoro
Los despotismos roban a los niños y adolescentes sus juegos e inocencia, su individualidad y su futuro. De ser la enseñanza un proceso en el que muchos participan para sacar lo mejor que se pueda de cada educando, grupos de adoctrinadores los mastican para escupir bagazo.
Cada padre de familia que nos lee debe imaginar lo que representaría en dolor y desesperación si a los cuatro, seis u ocho años sus hijos tuvieran que ser entregados al régimen para no volver a verlos sino un fin de semana, cada dos o tres meses, y sin la posibilidad de inculcarles algo de bueno, un sano principio, una regla de conducta, una forma de comportamiento. Sin siquiera poder hablarles de lo que es y ha sido su familia, de sus abuelos y tíos, de sus anhelos, esperanzas e inclusive sus frustraciones.
Enseñar a los hijos, guiarlos en lo que cada padre y madre considera bueno y deseable, leerles, narrarles historias, saber lo que piensan y quieren, mostrarles cómo tienen que vestir, buenos hábitos y reglas para que sean limpios, escojan a sus amistades y se cuiden de peligros, es deber grato, tarea de amor. Es lo que llena la vida y nos enriquece de recuerdos para más tarde.
Chávez, como antes Castro y todos los dictadores que han sido plaga en los últimos cien años, están en proceso de despojar a la gente de su mayor tesoro y a Venezuela de la más valiosa de las instituciones sociales, la familia.
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