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2009/08/21

Llorar si sí, y llorar si no

Escrito por Manuel Hinds. Jueves 20 de Agosto. Tomado de El Diario de Hoy.

Hay en El Salvador una tendencia a ver lo malo en todo y a negar que la realidad está siempre compuesta de aspectos positivos y negativos, enfatizándose siempre lo negativo. El hábito está tan arraigado que la antigua oposición, que antes tenía razones políticas para pintar todo de negro en el país, sigue pintándolo de negro ahora que están en el gobierno, y haciéndolo como si todavía no se dieran cuenta de que ahora los responsables por la política económica son ellos. Esto esparce un pesimismo que es muy negativo para la producción y la inversión, principalmente porque viene de las personas que deberían inyectar el optimismo que se requiere para invertir y producir.
El liderato que el país requiere no consiste en falsear la realidad, dando noticias positivas que no sean ciertas, ni ocultando noticias negativas que sí lo sean. Pero el interpretar todo negativamente asusta sin razón al inversionista y al consumidor, introduciendo un pesimismo que no es ni realista ni positivo para el país. Después de todo, ¿quién va a invertir en un país en el que los mismos ministros dicen que todo está mal?

La publicación de la Encuesta de Hogares de 2008, provee un ejemplo claro de esta tendencia. La publicación dio lugar a dos noticias, que el ministro de Economía consideró como muy negativas. La primera era que en 2008 la tasa de inflación había subido más que los salarios. La segunda era que la misma tasa de inflación había bajado drásticamente desde entonces. Es decir, en las mismas páginas, el ministro se quejaba de que los precios subieron y también de que bajaron. Esto no deja de ser sorprendente. La razón por la que el ministro considera que los aumentos de precios son malos es obvia: disminuyen el poder adquisitivo de los salarios. Por la misma lógica, uno esperaría que sería bueno que los mismos precios bajen, porque eso aumentaría el poder adquisitivo de los mismos salarios. No en El Salvador. No para el ministro.

La razón por la que el ministro considera que la reducción de precios es mala es que ella (referida como deflación) podría ser consecuencia de una baja en la demanda agregada en la economía, que además de resultar en menores precios tendería a reducir la producción y el empleo. Esta es una idea que se repite en muchos textos de economía, en los que la palabra deflación es casi un sinónimo de desastre.

El ministro no tiene razón en ver todo tan negro. En la realidad, la caída de precios puede afectar negativamente la producción del país o no, dependiendo de cuáles son los precios que están cayendo. En el caso nuestro la caída de precios que se ha dado desde mediados del años pasado ha sido positiva, porque los movimientos de los precios locales han sido consecuencia de movimientos de precios internacionales, y, como se ve en la gráfica A, lo que más ha caído de precio ha sido el combustible, que nosotros no producimos. La caída de ese precio ha ayudado a los consumidores —¿no se sintió usted aliviado cuando cayó el precio de la gasolina?— y a los productores, que han experimentado caídas en sus costos.

Por otro lado, nadie puede negar que la caída de los precios de la comida alivia a los pobres, de la misma manera que su aumento fue uno de los factores principales en el aumento de la tasa de la pobreza en 2008. La caída de los precios de los metales —que nosotros importamos— también ha reducido los costos de nuestros productores.

La queja del ministro porque los precios subieron y luego porque bajaron podría interpretarse como un apoyo a la estabilidad monetaria, la preferencia porque los precios se mantengan estables, subiendo y bajando lo mínimo dentro de un ambiente internacional bastante desquiciado. En este tema, el ministro podría haberse sentido muy contento con la experiencia salvadoreña, porque, como se ve en la gráfica B, todos los países del área (en realidad todos los del planeta) pasaron por un ciclo de subida y bajada de precios como consecuencia de las fluctuaciones de los productos primarios, pero fue en El Salvador en donde, como consecuencia de la dolarización, los precios subieron menos y luego han bajado menos, maximizando así la estabilidad. Esto es bueno para el país. Se puede usar para fomentar la inversión.

Es decir, si usted quiere invertir en algún lugar en el que haya estabilidad, y en un lugar en el que los excesos de los precios de hace un año se han corregido más rápidamente, invierta en El Salvador. Esto lo podría decir el gobierno porque es cierto. El seguir dando declaraciones luctuosas sobre cosas que en realidad son buenas para el país, tiende a perpetuar la crisis de confianza que está deteniendo la inversión. Ojalá que el gobierno se dé cuenta de esto.

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