Las declaraciones de Acosta no salen de la nada un buen día de tantos. El momento es oportuno. Hay profundos malestares dentro de ARENA.
Escrito por Joaquín Samayoa. Miércoles 19 Agosto. Tomado de La Prensa Grafica.
Uno puede estar de acuerdo o en desacuerdo con Mario Acosta, pero nadie puede negar que este conspicuo dirigente arenero es hombre de una sola pieza, sin ambages ni dobleces, apegado de manera muy consistente a sus creencias y valores. A eso añadiría yo que Mario Acosta es una persona excepcional también en otro sentido. Cuando ha estado en el ajo de la política lo ha hecho sin agendas personales, por puro amor a la patria, por rechazo intelectual y visceral a todo aquello que ponga en peligro nuestro régimen de libertades.
Esas cualidades lo han convertido en persona no grata en diversos círculos políticos y lo mantuvieron distanciado de su propio partido por varios años. Pero ha vuelto y no ha dejado pasar mucho tiempo para hacer oír su enérgica voz. Lo que ha dicho no es nuevo.
Lo novedoso está en que sus palabras ya no son las de un disidente sino las de un funcionario del partido. Lo novedoso está en que el partido ha puesto nuevamente en primera línea a algunas de las figuras más críticas de los últimos años.
En una entrevista publicada el jueves pasado en las páginas de LA PRENSA GRÁFICA, el nuevo director del sector agropecuario de ARENA se refiere al proceso de reorganización que ha emprendido el COENA, el cual habrá de culminar en una asamblea general programada para el próximo mes de septiembre. Se le pregunta si piensa que la nueva dirigencia debe asegurarle un espacio al ex presidente Saca y responde sin titubear: “Soy radical: Nada que huela a Saca”.
Las declaraciones de Acosta no salen de la nada un buen día de tantos. El momento es oportuno. Hay profundos malestares dentro de ARENA. Hay desconfianzas que se extienden desde el núcleo de los más fieles militantes hasta la periferia de los simpatizantes que no tienen posiciones ideológicas cerradas. Son muchos los que están convencidos de que ARENA no podrá ganar otra elección presidencial si no corta de raíz los males que ocasionaron su derrota. Y el momento para hacerlo es ahora, antes de la asamblea de septiembre, comenzando por una verdadera renovación de las estructuras de mando sectorial y territorial del partido.
A juicio de Mario Acosta, ARENA no está en problemas simplemente por haber perdido la elección presidencial. Reconoce que algún día su partido tenía que perder. Lo que le parece inaceptable es la forma excluyente como Tony Saca condujo al partido.
Sin dar mayores explicaciones, insinúa que Tony Saca entregó deliberadamente el poder como resultado de una negociación con el FMLN en la que habría asegurado protección para él y para el grupo de sus más cercanos colaboradores.
Así de gruesa, aunque velada, es la acusación que Mario Acosta arroja contra el ex presidente. Pero no termina ahí la cosa. Afirma que Saca es “factor de división” en el partido y no acepta que personas vinculadas a él ocupen alguna posición entre los 14 directores departamentales del partido. No hay espacio para “gente que manejó el poder político para agenda personal”. Califica como “chantaje barato” la actitud de los que amenazan con separarse del partido si son despojados de sus cargos de dirección.
Más claro no canta un gallo. Pero de ahí surge la pregunta obligada, la pregunta por el riesgo de división que correría el partido al excluir a un dirigente que tiene un importante capital político y que, a diferencia de todos los demás ex presidentes areneros, está empeñado en mantener, a cualquier precio, un rol prominente en la política nacional y en la de su propio partido.
La respuesta de Mario Acosta no se hace esperar. No parece preocuparle en lo más mínimo la amenaza de división. “Si hay personas que se apartan del partido solo porque don Tony Saca ya no está, entonces no eran de ARENA; eran de Tony Saca”. En referencia implícita a los esfuerzos del diputado Arévalo (ex PCN) para fomentar y capitalizar divisiones partidarias, Acosta no es menos duro: “Son movimientos de gangueros que viven y quieren seguir viviendo de chantajes y de la política”.
Lo que parece desprenderse de las declaraciones del controversial dirigente arenero es una convicción de que su partido está ya dividido y la única forma de superar esa debilitante situación es sacudiéndose de una vez por todas el chantaje de quienes lo están dividiendo para mantener poder y ventajas personales. Talvez sean esa claridad y esa firmeza las que puedan devolverle su fortaleza a ARENA.
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