Ahora más que nunca se requiere efectividad

Efectividad en lo político, en lo administrativo, en lo ambiental y en lo social. Y para que haya efectividad tiene que haber coherencia, realismo y disciplina en todos los órdenes. Al Gobierno le toca el ejemplo mayor.

Escrito por Editorial. Viernes 21 Agosto. Tomado de La Prensa Grafica.

Las condiciones en que se mueven actualmente tanto la realidad en general como la economía en particular exigen endeudamiento creciente, lo cual si bien puede servir para hacer flotar financieramente a la institucionalidad pública, también acarrea el riesgo de ir resecando en forma temeraria, de cara al futuro, las fuentes de financiamiento crediticio. Lo anterior es sólo una muestra de que todo esto hay que manejarlo con mucha sensatez estratégica, que es lo más difícil en tiempos de crisis, cuando lo inmediato parece avasallarlo todo. En suma, si bien hay que reconocer la necesidad de endeudarse, también hay que alertar sobre el imperativo de que tal endeudamiento se maneje como tema de nación y no como aporte de ocasión.

Al respecto, el Banco Mundial, por medio de su representación en el país, y dentro de sus consideraciones para el apoyo que está dispuesto a dar, señala algunos puntos que hay que tener en cuenta en el manejo de la coyuntura, como son los entrampamientos posibles en la Asamblea para la aprobación de créditos, la urgencia de asegurar las capacidades de implementación de proyectos por parte de la Administración pública y el tratamiento adecuado de las vulnerabilidades conocidas que caracterizan nuestra realidad, en lo ambiental y en lo social. En otras palabras: la crisis sólo es un detonador de urgencias que ya estaban ahí, postergadas irresponsablemente.

Todo esto podría englobarse en un solo término: efectividad. Efectividad en lo político, en lo administrativo, en lo ambiental y en lo social. Y para que haya efectividad tiene que haber coherencia, realismo y disciplina en todos los órdenes. Al Gobierno le toca el ejemplo mayor.

Efectividad en lo político

Lo político no es una dispersión de atribuciones y responsabilidades, como generalmente les gusta creer a los políticos: lo político es una interacción permanente entre los distintos sujetos políticos, que son los partidos políticos, pero que desde luego no son sólo ellos, como se imaginan: es también, y con carácter protagónico, la ciudadanía, en sus distintas expresiones y manifestaciones. A los representantes políticos, pues, tanto dentro de los partidos como desde el aparato estatal, les toca asumir responsablemente tal interacción, según los mandatos de la ley y de la razón.

En las circunstancias nacionales e internacionales vigentes, la efectividad política es decisiva al máximo. Y tal efectividad no puede quedar limitada a la consideración autista que la reduce al éxito partidario electoral; ya que en realidad lo que hacen las elecciones es repartir roles, que deben ser cumplidos efectivamente por aquéllos a los que se les asignan. Necesitamos, entonces, Gobierno efectivo y oposición efectiva. E igual se puede decir de todos los otros actores nacionales, incluyendo desde luego a los actores de la comunicación.

El escenario principal del pluralismo político representado es la Asamblea Legislativa, y ahí el reclamo de efectividad ya se ha vuelto clamor. El caso lamentable del injustificable retraso en la elección del titular de la Fiscalía General de la República lo grafica en forma penosa. Esto da pie para sostener que la efectividad sigue en crisis.