Escrito por Ernesto Rivas Gallont. Domingo 16 Agosto. Tomado de La Prensa Grafica.
El golpe de Estado en Honduras ha desembocado en una crisis no solamente económica, sino también social en Centroamérica, pero particularmente en los países del triángulo norte, El Salvador, Honduras y Guatemala. La crisis expone al desnudo el fracaso de los modelos impuestos por los regímenes que siguieron los acuerdos de paz en Guatemala y El Salvador.
En nuestro caso particular, las diferencias entre ideologías divergentes han sido motivo, durante 20 años, de marcado antagonismo que ha tenido como resultado la erosión de las instituciones y un aumento en las tendencias autoritarias de las políticas neoliberales de los cuatro gobiernos consecutivos de ARENA.
Lo que está ocurriendo en Honduras tras el golpe de Estado es de simbólica dimensión política, de una confrontación a nivel continental, expresada en una contraofensiva proveniente de grupos conservadores de derecha en la economía y el ejército.
En Honduras existió antes del golpe y existe aun hoy, sobre todo en los sectores dominantes de derecha, un temor no manifestado de que el gobierno caiga en manos de fuerzas políticas de izquierda como el FMLN aquí, de Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) de Colom en Guatemala, del FSLN de Ortega en Nicaragua y con mucha más razón de Hugo Chávez y su grupo.
La posibilidad del surgimiento de gobiernos no enteramente alineados con Estados Unidos representa una seria amenaza de peores tiempos por venir, en el contexto de la crisis financiera actual.
Cuando a Zelaya se le ocurrió hacer una consulta popular para determinar si los hondureños estaban de acuerdo en convocar a una Asamblea Constituyente para modificar ciertos artículos de la Constitución vigente, se le olvidaron algunas lecciones que no debió pasar por alto: que ninguna reforma que implique confrontación con las élites del poder puede ser implementada sin una preparación intensa, como lo hizo Funes en sus reuniones con el sector empresarial antes de las elecciones y la necesidad de consolidar a los sectores populares.
En una acción premeditada y coordinada por el ejército con los órganos del Estado y el sector privado dominante en Honduras, Zelaya fue arrestado y expulsado del país y los militares asumieron el poder con el apoyo del legislativo y el judicial.
Ni la OEA, Naciones Unidas, el rechazo de los países del Grupo de Río, la suspensión de la asistencia de la Unión Europea, han logrado restituir a Zelaya en el poder político. Estados Unidos al igual que todos los demás países consultados apoyan el Plan Arias que prevé el regreso de Zelaya al poder con serias limitaciones.
La OEA ha dicho que no reconocerá a ningún gobierno que resulte electo si prevalece la estructura actual de golpe de Estado.
El golpe de Estado en Honduras señala el fin de una era y el comienzo de otra en la región. Todavía no ha transcurrido mucho tiempo para comprender plenamente sus alcances y consecuencias. Lo que es cierto es que el eventual regreso de Zelaya al poder plantea una seria disyuntiva que preocupa a Estados Unidos y a algunos gobiernos de América Latina, por la exagerada influencia que el gobierno de Hugo Chávez ha tenido y tiene en el futuro de Honduras.
También es cierto, aunque algunos sectores no lo acepten y de allí la resistencia al retorno de Zelaya, es que una nueva era abre nuevas posibilidades de transformación, como las plantea el grupo del ALBA.
La situación obliga a los países centroamericanos, pero particularmente a El Salvador y Guatemala, a tomar grandes decisiones y revisar su política regional para adaptarse a la nueva Centroamérica que tenemos llamando a nuestras puertas.
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Ni una nueva era comienza con Honduras. Ya habia terminado con Ecuador y se sellara con el caso de Nicaragua. Honduras no es lo suficientemente relevante en ningun contexto como para servir de referente. Los cambios constitucionales llevados a cabo por gobiernos progresistas de america latina han sido llevados segun las reglas constitucionales y democraticas de sus respectivos paises. Lo que asusta a las clases dominantes y por ende lo que se transmite por los medios capitalistas de comunicacion, es que ahora la realidad politica latinoamericana al fin tiene logica. Los venezolanos, con inmensas riquezas naturales desde siempre, ahora pueden decidir y disfrutar de ellas. Las riquezas estan en manos de las mayorias, las mismas que siguiendo a Chavez decidieron modificar ciertas reglas del juego constitucional para transformar su pais. Es simplemente eso lo que les aterra, que ya nada esta en funcion de los sistemas economicos y politicos que america latina sufre desde la colonia. Lo mismo sucede en Bolivia y alli ha sido mas claro el susto que los blancos mediocres se han llevado(salvajes masacres de bolivianos organizadas por criollos cavernicolas). Evo no ha violado ninguna regla democratica para transformar ese pais con mayoria de poblacion de origen americana. Al fin tiene logica: son ellos mismos, los de piel cafecita, los que tienen que dirigir sus propios destinos y sobre sus riquezas, ellos son mayoria, america es de los americanos y america es fundamentalmente cafe rojiza. Y por suspuesto que eso asusta al poder establecido. Es la falta de apoyo de Zelaya, su ingenuidad politica y el relativo atrazo de la izquierda hondureña lo que llevo a esta situacion en Honduras. E nuestra america donde se pudo hacer cambios constitucionales radicales ya se hicieron. Lo que hay que hacer es afianzarlos y en eso ya se esta trabajando.
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