Escrito por Luis Mario Rodríguez R. Martes 25 de Agosto. Tomado de El Diario de Hoy.
Existe una grave confusión en los liderazgos políticos y empresariales acerca de la polarización y el liderazgo. Ni las gremiales o centros de pensamiento cometen un error si señalan directamente al Gobierno sus deficiencias, ni el Presidente de la República falta a su promesa de convertirse en un hombre conciliador si rechaza presiones del empresariado o de la oposición política e impone, democráticamente, sus decisiones de política pública. Para complicar el panorama, también los partidos políticos parecen no encontrar las vocerías correctas para sus liderazgos actuales. Hablan quienes no deben hacerlo y callan quienes tendrían que fijar posiciones claras y concisas acerca del rumbo de sus plataformas políticas.
Venimos de una polarización extrema en la que hubo confusión de roles entre el Jefe de Estado y los liderazgos partidarios y empresariales; donde se obviaron las negociaciones para adquirir préstamos internacionales; en la que todos tenían la razón, pero siempre y cuando coincidieran en un pensamiento ideológico, y en el que las instituciones respondieron de una u otra manera, más a lo que les dictaba otro órgano de Estado que a las propias atribuciones que la Constitución les confiere. Por otra parte, veinte años de gobierno de derecha han dejado confundidos a los liderazgos empresariales. La extrema polarización entre los políticos contaminó en reiteradas ocasiones a las gremiales. Los continuos señalamientos a las claras intensiones de implementar proyectos socialistas, fueron la constante en las últimas tres elecciones presidenciales y en consecuencia, la posición de las organizaciones privadas no podía ser otra que hacer eco a lo que los estatutos les obliga por la defensa del sistema de libertades.
Todas estas realidades, razonables hasta cierto punto, hacen que ahora, llegado el primer mandatario de izquierda al gobierno, con la particularidad de un partido político que no necesariamente coincide con la visión del Presidente, no se sepa bien cuándo y cómo debe apoyarse una decisión y de qué manera debe reprobarse si trastoca derechos fundamentales o estructuras del sistema económico, que pueden derivar en desincentivos a la inversión con la consecuente pérdida de empleo. También el gobierno está aprendiendo a decir no a los empresarios y a los grupos de presión. Ambas partes deben aprender a negociar y también aprender a señalar cuando alguna situación no esté bien. Y esto último es fundamental: que algo no esté bien en política, representa sin lugar a duda un perjuicio exclusivamente para el ciudadano.
Ni los grupos de interés deben entender que el Presidente quiere implementar el socialismo del Siglo XXI cuando implemente medidas en materia fiscal, laboral, medio ambiental o en las áreas de protección al consumidor y competencia, ni el primer ciudadano debería crear que las gremiales empresariales o centros de pensamiento son instrumentos de la oposición política, cuando le nieguen el apoyo a todo aquello que se considere atenta contra su estabilidad y seguridad jurídica y principalmente contra los empleos que éstos generan. Callar por parte de ambos actores podría ser interpretado por los medios de comunicación, políticos de los partidos y otros líderes de opinión, como debilidad de los liderazgos que, en todo caso deben fortalecerse por el bien del país, tanto en el gobierno como en las asociaciones del sector privado.
Para tener claro cuándo se escucharán las voces de cada uno de los protagonistas, a favor o en contra de las decisiones o posturas que se adopten, es imprescindible que se aclare la visión que se tiene, a nivel gubernamental y en las organizaciones de empresarios. Los segundos tienen la ventaja de haber presentado durante casi una década, un plan que aglutina las demandas y propuestas de los distintos sectores de la actividad económica, a través de un evento que ya se ha hecho tradición entre funcionarios y hombres de negocio, denominado Encuentro Nacional de la Empresa Privada, que entendemos, este año recogerá agendas sectoriales para conocimiento del gobierno de la República. Para este último, si bien el plan de gobierno está siendo transformado en programa de gobierno, con las particularidades del plan "anticrisis" de por medio, el esfuerzo debe ser aún mayor que el de los empresarios, porque siendo el primer gobierno del FMLN, existe la duda razonable de hacia dónde tomarán rumbo las distintas políticas públicas que se vinieron implementando en los últimos veinte años. Si políticos y empresarios "marcan la cancha" desde un inicio, no puede extrañarles que los reclamos de una u otra parte de manera pública y oficial, sean contundentes y claros si se desvían de la agenda estratégica que en su momento presentaron, con la salvedad que ambos tienen el derecho de no aceptar o por lo menos de matizar, algunas de las propuestas que se incluyan en sus planes de trabajo.
En los partidos políticos pareciera estar sucediendo un efecto similar. La oposición política tiene grandes líderes, pero ninguno de ellos, o muy pocos, están tomando la iniciativa de comunicar a la población y a sus bases, el nuevo mensaje que concretiza la tan ansiada renovación en el partido. Hasta hace pocas semanas, los señalamientos al gobierno o el apoyo a sus decisiones en beneficio de la gente, no eran conocidas públicamente. Es hasta ahora, con el entrampamiento de los préstamos que el Presidente ha propuesto y la elección del Fiscal, que escuchamos las primeras declaraciones que llevan no sólo una negativa a la solicitud del Presidente sino también una contrapropuesta en beneficio de la gente. La oposición debe también aprender a ser contundente y no debe errar creyendo que si se opone, será visto en el mismo papel que el FMLN cumplía. Lo que puede diferenciarle del ahora partido de gobierno, es reconocer los éxitos del gobierno y apoyar al Presidente cuando sea necesario.
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