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2010/11/26

LPG-Libertad y democracia

 En momentos difíciles como los que vivimos en los últimos años, debemos revalorar nuestra historia, logros y potencialidades para no caer en el desánimo que inhibe la voluntad y paraliza la acción.

Escrito por Eduardo Cálix.26 de Noviembre. Tomado de La Prensa Gráfica.

Cuando estamos próximos a celebrar 200 años del inicio de nuestras gestas independentistas, la libertad y la democracia se han convertido en nuestra manera de ser, de pensar y de vivir. Libertad, como premisa del desarrollo pleno del individuo; democracia, como método para tomar decisiones sobre los asuntos que interesan a todos, incluida la elección de nuestros gobernantes.

Estos valores son resultado de procesos sociales surgidos de movimientos populares que se fueron extendiendo y arraigando en la sociedad: pero no son logros irreversibles pues, como lo enseñan los vaivenes en algunos países de América Latina, pueden perderse o desvirtuarse si no los refrendamos en la práctica diaria.

Los salvadoreños tenemos serios problemas: la violencia criminal, la recuperación endeble de la economía después de la recesión, la brecha creciente de la desigualdad social.

Para corregirlos, se requiere la acción de los tres poderes del Estado, que asegure la confluencia de esfuerzos de todas las instancias de gobierno y ponga freno a la dispersión en la que los avances de una entidad pública son neutralizados por otra.

La unidad de propósitos y métodos, sin embargo, no puede fundarse en decisiones arbitrarias tomadas en la cúpula ni en la obediencia acrítica de los demás, sino en la discusión y la formación de acuerdos que representen las opiniones e intereses de todos los estratos de una sociedad diversa como la nuestra.

Libertad para discutir y democracia para dar legitimidad a las acciones públicas y aseguran la concurrencia leal y convencida de todas las instancias del poder público y de las representaciones partidarias.

El entramado institucional y político en que vivimos refleja la diversidad de la sociedad del siglo XXI, y es responsable de dar respuesta a los problemas nacionales. El método es el debate libre y, al mismo tiempo, responsable y serio de diagnósticos y propuestas que, una vez decantados, concilian posiciones y obligan a todos. En esto consiste la democracia.

El objetivo original de la confrontación de ideas es construir acuerdos; por eso uno de los atributos de la democracia es el respeto a todas las personas y a su derecho a expresar con entera libertad sus opiniones y defender sus legítimos intereses.

En una sociedad moderna, necesariamente diversificada, la unanimidad es una ficción. En la formación de la voluntad colectiva impera la mayoría porque representa al número más alto de voluntades individuales.

No obstante, en nuestro sistema político, las minorías participan con plena libertad en los debates y aun en la toma de decisiones en función de su respectiva representatividad, pues una democracia es esencialmente incluyente y tolerante.

En nuestro pensar no solo se deben cultivar las aptitudes para gobernar, sino también para ejercer la oposición responsable.

La política debe ser solución y no problema; debe conducir al acuerdo y no al encono, debe atender los reclamos de la gente y no encerrarse en sí misma; debe hacer posible la unidad de los contrarios, en torno a acciones comunes para resolver los problemas que son de todos.

Libertad y democracia

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