Manuel Hinds.26 de Noviembre. Tomado de El Diario de Hoy.
La multimillonaria empresa Alba Petróleos, propiedad de varias alcaldías del FMLN y controlada por altos miembros de la jerarquía formal e informal del partido, ha anunciado que va a diversificar sus actividades.
Además de controlar el mercado de diésel del país y de importar gasolina y otros combustibles, la empresa ha comenzado ya a exportar café a Venezuela, y está considerando incursionar en el gas licuado, cereales y energía alternativa. Dados los tamaños de los mercados en los que la empresa ya opera y en los que quiera operar, y dado el respaldo de enormes cantidades de dinero del gobierno venezolano con el que cuenta, es claro que esta empresa va en camino a convertirse en una de las más grandes del país.
¿Y quién es el dueño de esta gran empresa? Supuestamente, la dueña es la Asociación Intermunicipal para El Salvador (Enepasa), constituida por 20 alcaldías del FMLN, que tiene 40 por ciento de las acciones, y una empresa propiedad del gobierno de Venezuela (PDV Caribe, subsidiaria de PDVSA, poseída exclusivamente por el gobierno del presidente Hugo Chávez), que tiene el resto. Pero la percepción pública es que el dueño salvadoreño no es un grupo de alcaldías sino el FMLN mismo. Esta percepción se alimenta de tres hechos.
Primero, que los ciudadanos de las alcaldías no tienen ni idea de lo que la empresa está haciendo. Si ellos fueran los dueños de verdad, la empresa se sentiría en la obligación de informarles, como sucede en toda empresa.
Segundo, cuando el FMLN perdió las elecciones en San Salvador y el candidato de otro partido se aprestaba para tomar posesión como alcalde, la empresa expulsó a la capital de su lista de accionistas. Esto demostró que para estar en la empresa, lo que valía no era ser parte del pueblo de San Salvador sino ser del FMLN.
Tercero, los miembros de la Comisión Política del FMLN dan declaraciones sobre la empresa como si ellos mandaran en ella a pesar de que no son alcaldes de los municipios que supuestamente son los dueños.
Todo esto, más el hecho percibido por la población de que en el FMLN no pasa nada si la cúpula no lo decide, tiende a sugerir que el que manda en Alba Petróleos es el FMLN.
Esto, en sí, es una aberración. Es un ejemplo de cómo las técnicas de comunicación pueden darle la vuelta a cualquier cosa y esconder un elefante en una mesa de billar. Aceptar que un partido político tenga una empresa multimillonaria, apoyada por un gobierno extranjero, es igual que aceptar que una empresa multimillonaria, apoyada o guiada por un gobierno extranjero, tenga un partido político. Esto, en cualquier parte, es inaceptable.
El esquema plantea conflictos de interés que son inmanejables en al menos dos dimensiones. Primero, a nadie se le escapa que un partido político tiene muchas maneras de asegurar el éxito económico de una empresa y eliminar a sus competidores, especialmente si, como el FMLN, dicho partido promueve que el gobierno debe ser el que controla la economía. Tampoco se le escapa a nadie que una empresa multimillonaria, apoyada por un partido político, puede generar enormes flujos de dinero para los que la controlan, parte de los cuales pueden usarse para reafirmar su propio poder político. Es decir, se vuelve posible que un solo grupo de personas controlen al país política y económicamente -es decir, que se conviertan en los dueños del país.
Segundo, todo esto, que ya es inaceptable, se empeora con la participación de una agencia de un gobierno extranjero. Con esta participación ya no es sólo que unos intereses económicos se van a tomar el poder político, o que unos intereses políticos usarán sus poderes políticos para apoderarse económicamente del país, sino que en medio de todo esto estarán los designios de una potencia extranjera -tanto económicos como políticos.
Por supuesto, los altos jerarcas del FMLN insisten en que todo lo que hace Alba Petróleos es para "el bienestar del pueblo". Claro. Seguro. Pero el país no puede permitir el florecimiento de conflictos de interés en algo tan importante como esto basado en las declaraciones de los interesados. Podemos estar seguros de que no habría ningún interesado en lograr un control económico y político del país que dijera que lo que está haciendo es por tener poder, y dinero. Seguramente diría, copiando al FMLN, que todo lo hace "para el bien del pueblo".
La Asamblea debe normar esto en la Ley de Partidos Políticos, prohibiendo que, por cualquier medio, empresas sean dueñas de partidos políticos, que partidos políticos sean dueños de empresas, y, por supuesto, que gobiernos extranjeros financien o transfieran recursos, por cualquier medio, a partidos políticos o a sus líderes.
Es una ironía que el FMLN, un partido supuestamente de izquierda, esté haciendo esto, porque la captura del poder político por un grupo económico, o del poder económico por parte de un grupo político, es precisamente la base de las tiranías fascistas. No podemos permitir que el FMLN se convierta en el impulsor del fascismo en El Salvador. El FMLN mismo no puede permitirse el hacerlo.
El FMLN no debe ser cómplice de un proceso en el que alguien pueda decir, "Tengo una empresa en un país centroamericano que es la dueña de un partido político y, a través de éste, del gobierno de ese país", y se ría de la bobería de los salvadoreños. Sería como si regresáramos a los tiempos en los que los dueños de la United Fruit hablaban así de Guatemala y como si el FMLN se convirtiera en lo que fue Somoza para dicha empresa en Nicaragua.
:: OBSERVADOR POLÍTICO - www.elsalvador.com :: El FMLN S.A. de C.V.
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