La falta de inversión no es un tema de política o de oposición. La inversión es como una planta, que si le da la luz y la naturaleza le ofrece las condiciones, crece agradecida
Cristina López G.28 de Noviembre. Tomado de El Diario de Hoy.
Se ha vuelto ya práctica común, que el presidente repita en diferentes discursos y ante diferentes audiencias, su llamado a que el sector privado meta el hombro y le ayude a cargar con el peso de la crisis económica. Insiste en que su gobierno está dando la seguridad jurídica y la certidumbre necesaria para que aumenten las inversiones, por lo que la conclusión lógica para quienes oyen este discurso sin ver la realidad, es que la actual falta de inversiones sólo puede ser causada por la mala voluntad del empresariado.
¿La realidad? Un órgano Ejecutivo que impulsa, con más tesón que el empleado en combatir la delincuencia, el establecimiento de la declaración patrimonial con fines que no le quedan claros a nadie, excepto el aumento obvio del intervencionismo estatal en el sector privado. Esto, acompañado de la constante discusión (¿o amenaza?) de la necesidad de un aumento de impuestos para poder financiar el presupuesto del Estado y evitar que la adicción al ga sto público y el exceso de endeudamiento nos hundan aún más en la crisis económica.
Quien escribe los discursos del señor presidente, probablemente olvida que hablar de aumento de impuestos equivale a decirle a los ciudadanos que se aprieten el bolsillo, mientras el gobierno hace lo contrario. La última muestra del gasto desmedido e incoherente con una agenda de prioridades, es la compra aviones de guerra en una coyuntura donde la mayoría de inversiones en el área de seguridad pública deberían enfocarse en el combate a la delincuencia.
También entran en discordia con un ambiente de certidumbre, las declaraciones irresponsables de funcionarios sobre posibles conspiraciones desdolarizadoras, que desencadenaron un innecesario debate que dividió a la sociedad. Es por estas razones que cuesta tanto creer el discurso de certidumbre, así como es imposible creer los discursos de transparencia y de lucha contra la corrupción, cuando la realidad nos presenta funcionarios del gobierno (entre los que se encuentran, desde magistrados del Tribunal Supremo Electoral, hasta el diputado Guillermo Gallegos), que salen en misiones oficiales a disfrutar del "clásico" de la liga española.
Es un hecho que para salir de la crisis se necesita del esfuerzo conjunto de gobierno y sector privado, pero ¿por qué no empezar agilizando lo fácil, como la concesión del puerto de La Unión? Esa posibilidad le ofrece al Estado lo mejor de dos mundos: un privado que correría con el riesgo de la inversión (riesgo que el Estado no puede darse el lujo de enfrentar), que aplicaría el "know-how" para el manejo del puerto (del que el Estado carece) y echaría a andar una infraestructura cuyo mantenimiento sin aprovechar está costando mucho dinero a los contribuyentes.
La falta de inversión no es un tema de política o de oposición. La inversión es como una planta, que si le da la luz y la naturaleza le ofrece las condiciones, crece agradecida. Pero culpar al empresariado por el lento crecimiento económico, mientras se intenta pasar a toda costa la declaracion patrimonial, se amenaza con la subida de impuestos, se malgastan los recursos del Estado y se permiten sin ninguna consecuencia, actos de corrupción y declaraciones irresponsables de funcionarios públicos, es equivalente, en términos prácticos, a gritarle a una planta que crezca mientras se la riega con ácido.
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