CARLOS MOLINA. 28 de Noviembre. Tomado de Tendencia Revolucionaria.
Evitando entrar a cualquier tipo de anacronismo, es necesario sin vacilaciones, hacer un vuelco de la economía contemporánea hacia la visión que primó en la antigüedad, máximo en el momento actual donde la economía capitalista está sustentada en la especulación y en la fabricación de guerras constantes, que sirven por un lado para agenciarse ganancias fabulosas, y por el otro lado, para saquear los recursos naturales de los países periféricos para convertirlas en materias primas y seguir haciendo funcionar la visión capitalista de la economía. Se plantea entonces la necesidad de dar un vuelco sustancial al planteamiento económico que rige los destinos de la economía en la actualidad.
En el mundo antiguo la economía aparecía subyugada a la política, entendida esta última como la búsqueda del buen vivir, o como suele referirse en la actualidad: la búsqueda continua del bien común. Aristóteles refiere que la buena economía, debe estar subordinada a la política, en dicha medida la noción de economía aparece vinculada a la cuestión ética, acontece que en la antigüedad la ontología regía gran parte de la vida de los seres humanos y en esa medida sin una forma tan sofisticada de economía, las comunidades buscaban cubrir sus necesidades elementales.
En la modernidad encontramos un cambió radical, ya que es el mercado el que rige las necesidades del ser humano, en la antigüedad el llamado trueque o intercambio se justificaba en la medida en que se buscaba cierta autarquía, tal economía no estaba referida a la necesidad de acumulación, y ese especie de mercado que se conformaba no regía las relaciones sociales entre las personas; lo cual es exaltado a su máxima expresión en la economía de la modernidad. Por su parte en la antigüedad se da un fenómeno muy interesante y es que las practicas sociales colectivas se legitimaban a partir de los fuertes valores sociales, donde primaba la generosidad y se consideraba que el individuo al aislarse de la comunidad se convertía en un paria, generando una presión para no buscar intereses egoístas, tal era la orientación ética, que comprender las implicaciones de sus propios actos se elevaba a una cuestión fundamental, en la medida que ello daba pie para establecer su prestigio social, lo cual derivaría en una solidaridad casi mecánica.
Lo fundamental de Aristóteles a quien tomamos de referencia es su planteamiento respecto a la economía antigua, promovía que la ganancia era un motivo particular de la producción, pero en la medida en que los mercados y el dinero fueran simples accesorios de una economía domestica; en una producción orientada al uso, se garantizaba una economía saludable. Lo crucial es sin dudas la relación establecida entre el principio de uso de lo producido y el de la ganancia, a lo que Aristóteles denominó valor de uso y valor de cambio.
La economía moderna se basa precisamente en el uso desmedido del valor de cambio de los artículos producidos, dándole un giro trascendental a las relaciones entre individuos, el enfoque es hacia la acumulación de capital , redefiniendo la concepción en las relaciones entre individuos, ahora basada en el consumo y no en aquella necesidad de vivir con lo básico, que se hacía necesaria en la antigüedad.
El asunto de la gobernabilidad en la antigüedad, según Aristóteles estaba relaciona íntimamente con la racionalidad práctica, que era fuente de moralidad colectiva, recordando que en dicho momento de la historia la vida se veía a partir de la comunidad con una fuerte orientación deliberativa o participativa, el sistema político no era el todo complejo de la modernidad, sino una una forma de vida, contrastándose continuamente con la realidad.
Lo que se conoce como régimen político debería estar orientado, según Aristóteles al ejercicio de la virtud, misma que puede ser alcanzada por las mayorías, al establecer que la clase media debería ser la clase de las mayorías.
En plena crisis del sistema Capitalista se hace necesario hacer un vuelco a una economía con fuertes vínculos éticos, trabajada desde la idea de comunidad. El planteamiento de la economía solidaria que se desarrolla en varios países, principalmente en el sur de nuestro continente tiene a la base tales aspectos, sin embargo es necesario para poder darle un giro a la crematística antinatural, – planteada por Aristóteles- que gobierna la economía contemporánea, construir y desarrollar un sujeto político que tenga como eje fundamental la construcción de un nuevo paradigma de sociedad, dondes se haga necesario implementar una economía con fuertes vínculos éticos. El abordaje no es mecánico, ya que, la construcción de tal sujeto se logrará en la medida de que la conciencia individual vaya tendiendo hacia una necesidad colectiva, de allí que los aspectos objetivos están a al vista, pero el aspecto subjetivo es el que hay que ir construyendo, esta es una coyuntura muy positiva, que sin embargo estamos dejando pasar.
La economía debe volver al planteamiento ético de sus orígenes
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