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2010/11/27

RAICES -Del socialismo “pipil”- Periodismo Alternativo desde El Salvador

 Carlos Abrego.27 de Noviembre.Tomado de Raices.

En agosto de este año escribí un artículo en el que comentaba la nota semanal de Norma Guevara de Ramirios, sobre el carácter democrático del FMLN. Titulé mi nota, “Un partido sin voz, ni pensamiento”. Todos fuimos testigos del proceso electoral del FMLN con los miles de purgados y su distingos entre los afiliados. En ese artículo me refería al concepto lenista de “centralismo democrático” y su perverción estalinista.

V. I. Lenin fue un gran táctico y un fino estratega. Durante muchos años llevó adelante una lucha revolucionaria por la creación de un auténtico partido revolucionario. La autenticidad no consistió en una simple declaración, sino que permanentemente buscó esclarecer a la luz del marxismo la situación política, social y económica de Rusia. Pero no solamente, sino que también supo analizar la situación internacional. Todo ello con una profundidad sin par, aplicando un análisis concreto de la situación concreta. Con ardor batalló por dotar al partido revolucionario de un órgano de prensa, que ayudara a los militantes, que difundiera las posiciones del partido, que llevara hasta el último rincón de Rusia, las noticias sobre las luchas de las clases trabajadoras. El órgano de prensa servía de cohesionador ideológico del partido.

La autenticidad revolucionaria del partido se determinaba por su constante y exclusiva defensa de los derechos de los trabajadores, contra sus explotadores y el Estado opresor. Lenin siempre estuvo atento a elevar el nivel de conciencia de los militantes y de los trabajadores en general. El partido era un instrumento de lucha. Para cumplir con sus objetivos era necesario configurar un modo de funcionamiento que correspondiera a las tareas y a las condiciones políticas de cada situación. La estructura organizativa en células y diferentes eslabones territoriales hasta llegar a los órganos de dirección correspondía al tipo de lucha que se llevaba a cabo a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Pero esta estructura piramidal no constituía la base del centralismo democrático, sino que era una estructura de funcionamiento. El centralismo democrático es la aplicación de una política decidida por todo el partido, a través de los delegados al congreso del partido. El centro es pues el congreso. Los organismos de dirección tienen que buscar justamente la aplicación estricta de lo que se ha decidido en el congreso. Toda la batalla que se inicía en el Partido Social Demócrata de Rusia, entre los bolcheviques y los mencheviques gira en gran parte alrededor de concebir el partido y la aplicación de las decisiones del congreso.

Sin destalinizar

El FMLN no ha tenido ningún congreso. Pues el FMLN no ha sabido, ni ha emprendido realmente una desestalinización de sus concepciones, ni de sus prácticas partidarias. Las conferencias que organiza no sirven para la reflexión, ni la elaboración de un pensamiento táctico, ni estratégico. Esas conferencias están para ratificar lo decidido por la dirección. Los militantes no tienen voz y ahora sabemos que algunos ni siquiera voto. Es por eso que titulé mi artículo “Un partido sin voz, ni pensamiento”.

No obstante esporádicamente los dirigentes del FMLN sienten la necesidad de proclamarse revolucionarios, marxistas-lenistas y luchadores por el socialismo. Hace una semana José Luis Merino, miembro de la Comisión Política del FMLN presentó su libro “Comandante Ramiro” y en esa oportunidad lanzó “Nos complace la presencia aquí de Roberto Bukele. Ojala pudiéramos llenar este auditórium con empresarios y plantearles el reto de construir un país viable para todos y todas, con salud y educación, el sueño del FMLN. Aspiramos a un socialismo pipil, fruto de nuestra experiencia, auténticamente nacional. Hicimos nuestra guerra, nuestros Acuerdos de paz, y necesitamos un pacto nacional para seguir avanzando y transformando el país…esos son los retos. Necesitamos invitar a los empresarios para que nos ayuden a producir riquezas, abrirnos como fuerza para encabezar este proceso de transformaciones”.

Esta manera de exponer sus aspiraciones y de nombrar la sociedad futura gozan de cierta originalidad. Me voy a referir a esta declaración, a lo que hay en ella de embrionariamente válido y lo que hay en ella de absolutamente contradictorio.

No obstante me permito hacer un recordatorio. Cuando el PCS recibía sus posiciones mascadas por los borrachos de Moscú, entonces criticaban acerbamente al Partido Comunista Francés, cuando declaraba que ellos iban a construir un “socialismo con los colores de Francia”. Pero esta denominación se acompañó de tanteos teóricos, discusiones, artículos, libros y programas. Lo discutieron y decidieron en congresos. Uno podía estar de acuerdo o no. Entonces los dirigentes que ahora nos proponen un estrámbotico “socialismo pipil”, me refiero concretamente al propio José Luis Merino, pero también a Schafik Handal, a Medardo González, incluyo también a Sánchez Cerén y al desaparecido comandante Marcial y al retirado comandante Fidel Castro, todos ellos no midieron sus palabras para calificar de revisionistas, aliados del capitalismo a los dirigentes del Partido Comunista Francés.

Una sutileza publicitaria

En la denominación hay algo de picardía, una sutileza publicitaria bastante lograda, pues tiene todo para llamar la atención y volver hasta cierto punto atractiva la mercancía que nos quieren vender, mostrándonos solamente el envoltorio y escamotenando el contenido en un palabrerío en el que se mezcla la doctrina burguesa de la unidad nacional, tan querida de nuestro presidentillo, “quitamiedos”, de alianzas con el enemigo de clase, adulando sus apetitos y ofreciéndole sus servicios. Aún no se atreven a decirlo a calzón quitado, “con nosotros en el poder, mantendremos con bozal toda protesta y la gobernalidad estará garantizada”.

Sin embargo no hay necesidad de escarbar mucho para darse cuenta que ese “socialismo pipil” ha sido simplemente una ocurrencia. A su respecto podemos también tomarlo en serio y pensar que más allá del juego publicitario, se esconde una visión, una concepción de nuestra nación. ¿Por qué optar por el nombre de los indigenas que poblaron Cuzcatlán? Se me ocurre que yéndose tan atrás en nuestra historia, se tiene un pensamiento vigoroso de rescate de nuestra identidad indígena. Seré franco, no lo creo. Desde siempre hemos negado nuestra indianidad y con vergüenza nos creemos mayoritariamente mestizos. Podríamos suponer que este ilustre pensador nacional tiene analizado los razgos de la vida india que pudieramos rescatar para nuestra futura sociedad transformada. Pienso en la posesión común de la tierra y de los insturmentos de labor. He dicho posesión común y no propiedad comunitaria. Pero ya sea una formulación, como la otra, le raya los oídos a los empresarios que le gustaría ver reunidos en un auditorio para “enamorarlos”. ¿Está pensando nuestro teórico del marxismo-lenismo pipil en volver a los egidos?

Digo enamorarlos pues parece que de eso se trata, de enamorar a los electores para afianzar el triunfo en las elecciones legislativas y presidenciales venideras. Sobre esto hablaré en otra ocasión.

Un embrión de pensamiento

Pero en la declaración de José Luis Merino hay otras palabras que nos hacen pensar que hay un embrión de pensamiento, que puede desarrollarse, que es menester poner en movimiento. Pues el comandate Ramiro dice además que este “socialismo pipil” será “fruto de nuestra experiencia, auténticamente nacional”. Enumera luego eslabones de nuestra experiencia nacional, “hicimos nuestra guerra, nuestros acuerdos de paz...”. Esto no es falso, tanto en la guerra, como en los acuerdos se manifestaron las circunstancias nacionales y a pesar de que son acontecimientos recientes se están yendo de nuestra memoria nacional y van quedando versiones falsas, escamoteadas, en las que tanto los ideólogos de derecha, como los de izquierda van narrando lo que les conviene en el momento, en este momento.

Doy un ejemplo de la versión actual de los dirigentes y de otras personas de izquierda. Los que dominan la cúpula provienen en su mayoría del antiguo PCS. Todos casi por unanimidad ocultan el papel que jugó Cayetano Carpio, “el comandante Marcial”. Ocultan la guerra de insultos que prodigaban a los “aventureros, extremistas de las FPL” porque habían emprendido una guerra de guerrillas imposible de llevar a cabo en nuestro país y que no tenía el asentimiento de los jefes de Moscú. Esa fue la posición del PCS durante la década de los setenta. Entraron a la guerra después de fracasar en sus politiqueria golpista y electorera, con alianzas con sectores “progresistas” del Ejército y de la burguesía. Entraron a la guerra y después del primer fracaso hicieron todo lo posible por acabar con la guerra. Desde el fracaso de lo que los del ERP se apresuraron en llamar “ofensiva final”, me refiero a la ofensiva del 10 de enero de 1981, desde entonces por iniciativa de los miembros del PCS se propuso entrar en negaciaciones, de abrir un diálogo. Esto vino poco a poco a cambiar el objetivo de la guerra. La guerra se inició por lograr una transformación radical de nuestra sociedad, por el socialismo, por el socialismo a llanas. Pero durante los años siguientes el objetivo se volvió lograr las negociaciones, mostrar la fuerza para negociar. Esto se puede establecer leyendo y analizando históricamente los documentos públicos del FMLN y de las distintas organizaciones que conformaron el Frente. En todo esto hubo también ingerencia foránea, poco clara, por no decir totalmente oscura de los cubanos y nicaragüenses.

Sí, el socialismo que van a construir los salvadoreños será a partir de las carácterísticas nacionales, tomando en cuenta nuestra historia, nuestro modo de ser, nuestra situación, nuestras circunstancias. Decir esto es enunciar algo muy general, abstracto. Para que esto tenga valor, para que signifique algo, es menester que tengamos un conocimiento claro de lo que realmente nos constituye, de lo que somos realmente. En esto urgimos muchos estudios prácticos de historia, de sociología, de economía, etc. Se necesita un debate nacional, se necesita saber discutir, se necesita posibilidad de discutir. En esto no pueden haber dogmas de partido, ni de Estado.

El legado teórico

Pero el socialismo no es solamente una construcción nacional. No se trata pues de ir inventando todo. El movimiento de la clase obrera mundial por el socialismo ha dejado un legado teórico rico y concreto. No podemos pues pensar que podemos apartar esta herencia con un simple adjetivo de “pipil”. El socialismo no puede conformarse con mantener el Estado burgués funcionando con todos sus aparatos ideólogicos y represivos. La explotación que sufren los trabajadores, no puede ocultarse con “pactos nacionales” con los empresarios. Esta explotación es menester extirparla de la sociedad. El Estado burgués si fue un adelanto respecto a los estados feudales, tanto en las libertades individuales, como en el ejercicio de la democracia, es también un límite, un obstáculo para el desarrollo de las libertades personales y una traba gigantesca al desarrollo del ejercicio popular de la democracia. Todos vemos, como ahora, con un presidente de izquierda, propuesto por un partido de izquierda, lo que tiene mayor peso es su opinión, sus compromisos con Carlos Slim, con el FMI, con la Banca Mundial, con los intereses regionales del imperialismo. Nosotros vemos como en la Asamblea se entra en jueguitos dilatorios por intereses mesquinos, por intereses egoístas de los empresarios.

El socialismo no puede dejar de lado un problema crucial, como es el asunto de la propiedad de los medios de producción. Este no es un problema que se puede ir posponiendo, es necesario justamente que lo abordemos claramente, con seriedad y coraje. Pues es necesario que veamos, cómo aquí, en El Salvador, vamos a transformar el Estado burgués en Estado socialista. Es necesario que esto lo tengamos claro. Pero además ¿qué significa Estado socialista? No podemos seguir pensando que lo que ha existido en los países del “socialismo real” correspondió al Estado socialista. Esos estados fueron totalitarios, le negaron a sus pueblos el pleno ejercicio de la democracia.

Como ven los problemas teóricos y prácticos surgen a borbotones. Aqui no puedo detenerme en ninguno de ellos. No obstante solo la enumeración nos indica que un partido que reclama un “pacto con los empresarios” sin difinir, ni aclarar en qué consiste el socialismo pipil que nos proponen, no puede ser el único conductor de un proyecto nacional de tal envergadura. El socialismo salvadoreño lo vamos a construir entre todos, pero con un bagage que tenemos que ir adquiriendo, diciéndonos las cosas claramente, pero también abiertamente, sin tapujos. Agrego también calmadamente, sin excomuniones, sin estigmatizaciones.

RAICES - Periodismo Alternativo desde El Salvador

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