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2010/11/26

LPG-¿Se puede vivir en un parque nacional?

 En un país como El Salvador, con tan precaria naturaleza, esta pregunta adquiere enorme relevancia e importancia, y por tanto debe responderse bien: con objetividad y criterio acertado. Pues a escala mundial —incluido El Salvador— el objetivo central de los parques nacionales es y seguirá siendo preservar la biodiversidad y ecosistemas contenidos en forma efectiva y sostenible en el largo plazo. Y la respuesta, claramente, es: depende.

Escrito por Francisco Serrano.26 de Noviembre. Tomado de La Prensa Gráfica.

Si usted es un nativo o aborigen cuya cultura y subsistencia depende completamente de la naturaleza, usted probablemente no sobrevivirá fuera de ella. Por ejemplo, en el parque Manú en el Perú —totalmente bosque primario y del tamaño de El Salvador— existen grupos indígenas cuya cultura y forma de vida giran completamente alrededor de esos bosques amazónicos. Por tanto, resulta absurdo pensar en sacar a esas personas. A menos de que usted quiera quitarles su petróleo.

Si usted es de un país europeo que hace más de 300 años eliminó sus últimos bosques naturales para fuego, construir buques de guerra, casas, y demás utensilios de madera entonces requeridos, no le ha quedado más remedio que “reconstruir” parques nacionales alrededor de sus pueblos, ciudades o áreas más propicias.

Pero en El Salvador o la República Dominicana, si usted es persona que depende ya de la agricultura o de un mundo urbano más moderno, la respuesta es probablemente muy distinta. Pues son países pequeños cuyas áreas naturales son también precariamente pequeñas, de configuración inestable y daño considerable, y poseen muchas especies de flora o fauna excesivamente vulnerables a desaparecer. Sus parques nacionales requieren, por tanto, de mayor tamaño y restauración natural para que mucha flora y fauna —pequeña y grande— puedan sobrevivir en el largo plazo. Y que sufrirán considerablemente con cualquiera población humana permanente.

Muchos consideran “inhumano y cruel” remover personas y familias que viven en estas áreas. No han pensado bien. Pues para un visitante puede parecer “paradisíaco” vivir en un área “boscosa y prístina” como Montecristo o El Imposible. Pero no lo es.

Atrás de esto hay lógica y ciencia. Imagínense vivir en tierras que nunca podrán (o deberán) ser suyas, en las que el bosque y sus habitantes, poco a poco, se van recuperando. Imagínense tratar de vivir, cultivar y tener niños y animales domésticos sanos en donde se están recuperando los zompopos, hormigas arriadoras, culebras, alacranes, tigrillos, pezotes, etc. Y hacer esto sin llevarse de encuentro muchos procesos naturales de recuperación de flora y fauna (mucha por naturaleza tímida o huraña, sobre todo al momento de reproducir) ni las estabilizaciones ecológicos.

Técnicamente, es excesivamente difícil —si no imposible— que mucha de nuestra flora y fauna puedan sobrevivir en áreas naturales menores de 10,000 hectáreas. Entre otras cosas, hay ciclos anuales de floración y fructificación que hacen obligatorios considerables movimientos migratorios locales hacia tierras (bosque) más altas o bajas —o incluso desplazamiento a ecosistemas adyacentes— de animales grandes y de grupo, polinizadores, dispersores de semillas, etc. Alimentar tan diversa fauna requiere suficiente vegetación natural adecuada (primaria). Y seguramente muchas plantas también desaparecerán sin sus polinizadores y dispersores de semilla.

Este es claramente un tema que tiene que verse en función de nación. Si se hace bien —capacitando para comercio, artesanía, industria o agricultura tecnificada y transfiriendo a buenas tierras agrícolas y no a tierras marginales— el movimiento de personas y familias no solamente es lo más conveniente para todos; es lo críticamente necesario.

¿Se puede vivir en un parque nacional?

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