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2010/06/02

Contra Punto-Funes dio pasitos, pero se necesitan zancadas en este país

 Entregar zapatos y útiles escolares es una gran cosa para mucha gente que no tiene nada. Dar pensiones a los más pobres también. Pero en términos de país se necesitan de apuestas más audaces. 

Por Edgardo Ayala / Gregorio Morán.02 de Junio. Tomado de Contra Punto.

SAN SALVADOR ¿Hay o no cambio? Para un reducido número de funcionarios, incluyendo al Presidente de la República, Mauricio Funes, sí hay cambios en relación a lo que hicieron los gobiernos pasados. Pero para un mar de ciudadanos, incluyendo analistas políticos y económicos, no tanto, por no decir nada.

Funes habló este 1 de junio de los logros que ha alcanzando su gobierno en su primer año de gestión. Fue la clásica exposición de cifras y “logros” obtenidos por el que se dice es el primer gobierno de izquierda en El Salvador.

Exposición que, como siempre sucede, retomó y enfatizó las cifras que dan un panorama alentador de la situación, como siempre se ha hecho. Lo cual es lógico. Nadie quiere hablar de que su casa se está cayendo, aunque así parece.

Pero lo cierto es que El Salvador se parece a una casa de paredes resquebrajadas y vigas remendadas. Sobre todo en dos áreas críticas: la economía y su vínculo con lo social.

Hay que reconocer, dejémonos de cosas, que en un año no se pueden hacer milagros en un país golpeado por 20 años de desaciertos políticos y económicos surgidos de una fallida visión neoliberal. Funes heredó un país con un déficit fiscal del 5.5% del PIB y con una economía que había retrocedido varias décadas atrás. De eso nadie tiene duda.

“Mauricio Funes asumió el poder en medio de una crisis, pero que había también una prolongación del lento crecimiento que la economía venía mostrando desde 1996, después enfrentó una crisis que se ha prolongado demasiado”, dice el economista Juan Héctor Vidal.

Pero economistas y analistas consultados por ContraPunto creen que se puede hacer más, en lugar de seguir un patrón básicamente igual al que el país traía con el anterior gobierno de Elías Antonio Saca, de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA). El cambio aún no se percibe.

“No veo mayor diferencia entre este gobierno y el de Saca en su parte económica, ¿qué más prueba que haber mantenido la dolarización?”, se pregunta el economista Carlos Glower.

Y agrega: “El rumbo está clarísimo, seguir con las políticas de los gobiernos anteriores”.

Pasitos

En su discurso, el mandatario habló de aquellos programas que está empujando en el área económica y social que marcan el cambio: la eliminación de las cuotas “voluntarias” en los hospitales y la entrega de medicamentos, aunque en esto Funes aclaró que es una tarea inconclusa. Las consultas médicas se han elevado en un 40% y se triplicó la aplicación de vacunas.

En el área de educación se distribuyeron uniformes, zapatos y útiles escolares a 1.3 millones de estudiantes. Ese programa generó unos 40,000 empleos directos, dijo, pues los uniformes y zapatos fueron elaborados por artesanos locales. El Instituto Salvadoreño el Seguro Social reporta la creación de 7,000 nuevos empleos.

Se amplió el programa de Comunidades Solidarias Rurales a los cien municipios más pobres, que implicó la inversión de $18.7 millones. Y se han repartido $50 dólares mensuales a los y las mayores de 70 años, en los 32 municipios más pobres de la zona rural, como parte del programa Pensión Básica Universal.

Se han incorporado también al sistema de seguridad social a las 27,000 trabajadoras domésticas que han vivido por años abandonadas a su suerte, bajo un esquema de semi esclavitud, como bien lo afirmó Funes. Y este sí es un paso novedoso, algo que nadie había intentado antes.

La construcción de casas para personas de escasos recursos ha generado alrededor de 30,000 empleos en mano de obra directa e indirecta, según las cifras del Presidente.

Falta entrarle a lo grueso

Hay que estar muy ideologizado, o ser muy canalla, para afirmar que está mal repartir zapatos, uniformes y útiles a las miles de familias sumidas en el hoyo de la pobreza desde tiempo inmemorial. Para estas personas, esa es la diferencia entre seguir yendo a la escuela y con suerte al bachillerato (y quizá hasta la universidad) o no aprender a leer y seguir chapodando milpas con la cuma. Es decir, una brecha de varias galaxias de distancia.

Pero, a parte de algunos componentes novedosos, como el incluir a las trabajadoras domésticas a la seguridad social, y otros por el estilo, no estaríamos ante un cambio significativo en términos de país, de crecimiento económico, dicen los analistas.

“El gobierno pudo haber hecho más si quería cambiar el rumbo”, dice Lilian Vega, jefa del departamento de Economía de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA).

Vega dice que el gobierno de Funes básicamente ha seguido el mismo rumbo que ya traía el país con los gobiernos de ARENA, solo que con algunos énfasis diferentes, pero en la misma “lógica de acumulación”.

Esos matices son, justamente, esos logros a los que hizo alusión el Presidente: los uniformes, zapatos y los útiles repartidos a los escolares, la pensión a los adultos y a las jóvenes madres sin empleo, que reciben $100 y la inclusión de las trabajadoras domésticas a la seguridad social, entre otros.

Pero la economista no ve que eso es un cambio. Ve matices de un mismo modelo, con una política económica maniatada por la dolarización y que obliga al gobierno a endeudarse cada vez más y más, pues los márgenes de maniobra económica y fiscal se fueron por el tubo cuando el ex presidente Francisco Flores decidió en 2001 dolarizar la economía.

“Pero no sé hasta donde el gobierno quiere cambiar el rumbo”, dice Vega.

Un cambio habría sido, por ejemplo, impulsar con todas las ganas posibles una reforma tributaria más audaz, agrega. Pero el intento de penalizar el delito fiscal, es decir, aquellas maniobras de las que se han echado mano por años empresarios y ciudadanos para jugarle la vuelta al fisco, quedó en intento fallido.

Solo la evasión del impuesto sobre la renta alcanza en El Salvador los $567.2 millones de dólares, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). La evasión oscila entre 42.6 y 46.6 por ciento, esto es, 2.9 y 3.3% del PIB.

El Ejecutivo impulsó una reforma tributaria que al final quedó desdibujada por el hecho de no incluir este componente que le hubiera duplicado la recaudación al gobierno, basándonos en que la elusión y la evasión alcanzan casi el 50%. Tal como quedó, cercenada, el gobierno logrará obtener unos $175 millones vía impuestos, que solo representa el 0.7% del PIB.

“Le doblaron el brazo (a Funes), hizo prevalecer los intereses privados sobre el bien público”, enfatiza Vega.

No se hablaba, en la reforma planteada por el Ejecutivo, de gravar la propiedad inmobiliaria, por ejemplo, y eso sí habría representado un cambio significativo porque El Salvador y Cuba son los dos únicos países en Latinoamérica sin ese impuesto (en Cuba porque la propiedad es del Estado).

No es la primera vez que se le acusa de que sectores empresariales le doblan el brazo. En este su primer año, el Presidente torpedeó un decreto del Congreso, aprobado en enero de este año, que eliminaba el pago de la tarifa básica de la telefonía, un costo que rondaba los $9 y que básicamente no servía de nada. Era como un regalo a las companías telefónicas para cobrar por un servicio que no prestaban (especialmente beneficiada salía CTE Telecom, la que domina el mercado de la telefonía fija, propiedad de América Móvil, del magnate mexicano Carlos Slim, que dio su espaldarazo empresarial a Funes durante la campaña).

Además, la reforma cayó sobre los más pobres porque es regresiva, dice Glower.

De modo que una de las ofertas que más interesaban, el incrementar la tributación, vital en estos momentos en que se requiere de recursos propios, dejó un sabor agridulce, por no decir amargo.

Dólares invisibles

A Carlos Glower le parece una locura que se siga con la dolarización en un país donde escasean los dólares. Funes desde un principio dijo que no revertiría la dolarización porque los costos serían muy altos.

“¿Cómo que los costos son altos, en relación a qué?”, se pregunta Glower. Y habrá que ver, dice, qué valoración le da el gobierno al hecho de poder hacer política económica, y tener un Banco Central de Reserva que de verdad funcione (el banco tiene un papel más bien cosmético desde que se dolarizó la economía). Eso vendría bien en un entorno local e internacional sumamente difícil, pero que hoy por hoy no puede porque está amarrado a la dolarización y no tiene márgenes de maniobra (aparte de endeudarse).

En una situación económica dura, caracterizada por una deflación, dice Glower, en la cual los precios caen a niveles bajísimos y que solo demuestra la caída de la demanda, se requeriría de una actitud más de choque, valiente. Pero no. No se ve nada de eso.

“No entiendo cómo Funes y su gobierno siguen con esta situación, a menos que compartan la misma visión, la misma ideología (de ARENA)”, dice el economista.

Y el acuerdo que el gobierno ha firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que le permite un respaldo por $800 millones, viene condicionado por todos los credos cuasi-religiosos del FMI: seguir con la dolarización y más ajustes para socarse aún más el cinturón.

La Polis guanaca

En política, lo que más ha saltado a la vista es ese choque, a veces visceral, entre Funes y el FMLN. Choque que no es nuevo y se remonta incluso hasta los primeros días de gobierno, e incluso atrás en la campaña, en que Funes marcó una clara separación con el partido que se obstinaba y se obstina hoy en día con un esquema político de “copy-paste” de socialismos unipersonales como el del presidente venezolano Hugo Chávez y su Socialismo del Siglo XXI.

Para el empresariado, ese ha sido un respiro.

“El Presidente ha debido marcar gran energía para marcar distancia de Chávez y sus acólitos, y eso debería de ser un elemento de alivio de las tensiones que mantiene la empresa privada en torno al rumbo del país”, dice Vidal.

Como sea, ese distanciamiento ha sido llevado a sus propios molinos por sectores interesados en echarle leña al fuego.

El deficiente manejo de sus diferencias entre el Presidente y el partido que lo llevó al poder es un caldo que alimenta los intereses de la derecha: está creando la idea de que un proyecto de izquierda no es viable, dice el analista Roberto Cañas.

Y para Cañas, otra deficiencia  del gobierno de Mauricio Funes es el hecho “impensable y cuestionable de no tener un programa de gobierno” pues no se sabe a estas alturas cuáles son las apuestas ni los objetivos.

Cañas dice que Funes y el Frente “no se están llenando las expectativas de los votantes”.

También piensa que es bueno que el Presidente haya reconocido que el Estado salvadoreño cometió graves violaciones a los derechos humanos en el tiempo de guerra.

Y es bueno, además, que haya pedido perdón por el asesinato de monseñor Romero, pero no es bueno que no se incline por la derogatoria de la Ley de Amnistía.

Aunque estas “bondades” se han enturbiado cuando en su gobierno se usó clientelismo político para repartir semilla mejorada. Esa semilla debía entregarse a campesinos enlistados en un censo, pero parte de los paquetes fueron dados a militantes de partidos como el PCN y GANA, aliados de Funes en el Congreso y al parecer la orden de dárselos vino de Casa Presidencial. Por ese pleito, renunció hace dos semanas el ministro de Agricultura, Manuel Segovia.

“Eso es perverso, usar los cuarteles para entregar esa semilla, es inaceptable”, agregó.

Y en política exterior es bueno abrir relaciones con Cuba, pero no es bueno no hacerlo con China.

También se acusa a Funes y a su equipo de jugar a la demagogia más elemental. Prometió una Fábrica de Empleos, que generaría 100,000 puestos de trabajo (lo cual se sabía que no ocurriría), y una Ciudad Mujer, un centro de apoyo a las mujeres. Pusieron una primera piedra, en septiembre del 2009 en Usulután, a un supuesto centro de Ciudad Mujer, manejado por la Secretaría de Inclusión Social (SIS), presidida por la esposa de Funes. Pero después de esa primera piedra, la cosa no pasó a más.

Era claro que era un truco de propaganda baja.

Y ahora, el gobierno, imaginándose que le preguntarían dónde está la famosa Ciudad Mujer, después de aquella desdichada primera piedra en Usulután, ha maniobrado de última hora adquiriendo un inmueble en Lourdes, Colón, que será la sede la primera sede del centro. Esto lo anunció el 28 de mayo, a escasos días de celebrar el primer aniversario de gobierno, este 1 de junio.

En tanto Álvaro Artiga, director del programa de Maestría en Ciencia Política de la UCA, prefiere hablar de que el presidente Funes no ha sido consecuente con el grupo poblacional que lo llevó al poder.

“Sí veo la falta de consecuencia del Presidente en no apoyarse para profundizar y adoptar medidas audaces a favor del 52 por ciento de los votantes” que lo ayudaron a ganar la presidencia.

Funes, dice, puede dar muestras de su influencia diciéndole a “los grupos de poder, no soy solo yo señores, detrás de mí están todos estos que me han votado, que me han dado autoridad para poder tomar este tipo de medidas”.

Probablemente para la gobernabilidad esa puja entre el mandatario y el Frente no sea la mejor. Pero desde el punto de vista democrático, el que el Presidente tenga que negociar con la derecha para poder gobernar no es descabellado, es hasta normal, dice.

Pero ese enfrentamiento político entre Presidente y partido termina dando coletazos en el ambiente económico, dice el analista Ricardo Perdomo, pues siembra incertidumbre, y en los negocios y la economía, la incertidumbre es una de las peores enemigas.

“Los entes económicos no saben a quién apostarle, no saben si al final el mano a mano lo ganará el partido o el Presidente, y eso es vital saberlo”, dice Perdomo.

Artiga agrega un elemento más: los intereses de grupo hacen comprensible que haya negociaciones en espacios cerrados y privados.

Los intereses no son malos, dice, la política es eso, promover un interés particular, hacer que el gobierno tome una decisión a favor o en defensa de un interés particular, “todos tenemos intereses”.

Pero el Presidente tiene que ser más audaz, para hacer más equilibrio entre los grupos de poder económicos y los diversos grupos de interés que se encuentran representados en el 52 por ciento de sus votantes.

Funes dio pasitos, pero se necesitan zancadas en este país

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