Escrito por Zarko Pinkas.26 de Junio. Tomado de La Página.
Mas allá de que exista un modelo predefinido o no en el plano político-estratégico, se tiene que la dinámica de los procesos políticos, económicos, sociales e, incluso policiales, funcionan en un clima de dinamismo e interacción permanente que define grados distintos de incertidumbre. Justamente por ello, muchas acciones preventivas se orienten a la posibilidad de generar esquemas que disminuyan el grado de incertidumbre, mediante la identificación de intereses comunes que puedan hacer partícipes otras instancias dentro del sistema con el fin de cooperar al éxito en la obtención de resultados específicos de cada país.
En este cuadro de situación, la existencia de una comunidad de inteligencia en sus niveles político – estratégicos, toma una importancia singular, al erigirse como un mecanismo cierto de interacción y canal de cooperación respecto a cierto tipo de información que permita la construcción del ambiente de seguridad y confianza a la incertidumbre la cual vive la sociedad en nuestro país por ola delincuencial incrementada en estos últimos meses.
La inteligencia política-estratégica está definida por los intereses nacionales y su expresión en el ámbito de la defensa y la seguridad nacional, aplicada aquí, al aspecto interno de seguridad de los ciudadanos. Por esta razón, la inteligencia estratégica se refiere a las posibilidades de modernización del instrumento policial en determinadas situaciones que ponen en peligro o riesgo cuestiones básicas y fundamentales de la seguridad.
Sin embargo, cada vez se muestra, en la realidad, que es más difícil y complejo pretender separar en forma precisa y eficaz la inteligencia político-estratégica. Esta dificultad se aprecia tanto en la definición del esfuerzo de búsqueda como en la producción misma de la inteligencia respecto a la información que pueden aplicar para resolver un entorno de violencia.
Ello nos lleva a destacar la necesidad de fortalecer la parte del Sistema de Inteligencia Policial, tanto en su nivel de accionar directa contra la delincuencia, como en su área de rediseñar un visión investigativa, la cual puede notarse no está siendo muy efectiva, en prever los actos de “terrorismo delincuencial”.
Este fortalecimiento implica generar una capacidad de análisis propio de una institución con la capacidad de examinar entornos situacionales, coyunturas, seguimiento, mapeos y construcciones de escenarios, antes que éstos sucedan.
La función de este tipo de mentalidad estratégica supone que dichos esfuerzos deben darse en el ámbito de escenarios que representan los intereses nacionales. No es necesario aplicar la ley del garrote la cual no ha mostrado logros reales en desarticular los procesos delincuenciales.
En otras palabras, la cooperación de inteligencia requiere de una estructura ad-hoc que facilite la comunicación entre los organismos participantes por una parte y, por otra, permita la cooperación la coordinación necesaria al interior del Estado y el Gobierno.
No se puede obviar el hecho de que la cooperación en inteligencia tiene una probabilidad alta de transformarse en decisiones y acciones de gobierno, lo cual no puede quedar aislado en este tipo de situaciones.
Así, entonces, el rol de la inteligencia en un esquema cooperativo se define a partir de la capacidad que posea la comunidad de inteligencia de cada país, pudiendo establecerse que cualquier grado de cooperación, basado en la confianza, la credibilidad y la metodología, se constituye en un aporte concreto a la validación y comprobación de los escenarios que cada país ha desarrollado.
No es de dejar afuera el tema social y la visión de la prevención, pero la búsqueda de estrategias que son a largo plazo, deben ser equilibradas a los problemas los cuales saltan a la vista hasta para un ciego.
interesante.
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