La unidad convocada por el presidente procede, el problema ya no es de gobierno, es de la sociedad entera. Para tener éxito es imprescindible dejar atrás polarización y prejuicios, tener apertura y sinceridad.
Escrito por Rafael Castellanos.29 de Junio. Tomado de La Prensa Gráfica.
Los actos recientes de barbarie desbordan la resistencia ciudadana, desnudan en toda su crudeza la emergencia en que nos tiene sumidos la delincuencia. El presidente Funes, reconociendo la magnitud de lo que enfrenta, llama a la unidad nacional justificadamente, este ya no es un problema del gobierno únicamente, es de la sociedad entera.
La persona llamada a ser el centro de unidad es por naturaleza el presidente, es el jefe de Estado, es quien tiene mayor poder de convocatoria, quien puede movilizar mayores recursos, quien tiene la investidura y la representatividad.
La unidad alrededor de este tema no admite medias tintas, intereses mezquinos, cálculos político electorales, ni medidas de fuerza o de poder. Ningún pretexto justifica no atender este llamado a la unidad, con la disposición de aportar lo mejor de sí mismos, de escuchar y ser escuchados por el presidente, escuchar y ser escuchados por los otros convocados.
Para tener éxito, es imprescindible remover una barrera que impide el entendimiento, la polarización política de los últimos 40 años. No puede haber unidad sin apartar este problema estructural que evita la cohesión de la sociedad. No habrá entendimiento fácil si en la convocatoria los políticos abren su discurso con lo acostumbrado, el FMLN diciendo que todo se debe a lo mal actuado por ARENA en los últimos 20 años, ARENA y la derecha diciendo que cuando fue oposición el Frente se opuso a todo y no dejó actuar. Debe ser como un armisticio, no se trata de echar culpas y buscar atrás, sino de buscar soluciones y salir adelante.
A pesar de lo contundente de esa necesidad nacional, probablemente no sea tan fácil. Las diferencias polarizantes, los prejuicios existentes, el bajísimo nivel de tolerancia en nuestra sociedad, pero especialmente en las cúpulas políticas, lo dificultan. La polarización se convirtió más que en un discurso, en una identidad, casi una forma de vida. Pero debemos presionar porque se intente de buena fe, es labor de todos facilitarlo apoyando el diálogo sincero y repudiando el discurso polarizante.
De pronto lo que se ve cuesta arriba, derribando prejuicios, abrir el panorama del entendimiento. Si nos arreglamos en guerra y se lograron los acuerdos de paz, esto debiera ser mucho más fácil. El peso enorme de la realidad exige esa unidad, esa armonía, alrededor de un tema concreto y urgente, la violencia que nos ahoga, que amenaza con desintegrar a esta sociedad.
Sobre el FMLN cae una gran responsabilidad. A pesar de ser el partido de gobierno, ha tenido una tensa coexistencia con el presidente Funes, por su independencia, su distancia al proyecto socialista totalitario del partido y su política exterior no alineada con Chávez y la ALBA, sino con Estados Unidos y Brasil. La percepción general es que el Frente acompaña al presidente a medias, aprovechando lo bueno y desmarcada apertura y acompañamiento sincero, al presidente y a la oposición.
ARENA ni es la culpable de todo, ni deja de tener responsabilidad compartida en el deterioro de la violencia. Le corresponde asistir al diálogo con la mejor disposición, con altura, haciendo caso omiso de los señalamientos de que es su culpa todo lo que sucede. Su acompañamiento al presidente, sus aportes y experiencia, fijarán el apoyo del resto de la oposición y del sector privado organizado.
El discurso del presidente, de la herencia que ha recibido, es cierto por supuesto, por eso fue electo. La población quiere un cambio, que haga las cosas diferentes. La interpretación, apegada a lo que el pueblo dijo con su voto, algo diferente de ARENA, especialmente de su último gobierno, pero no el proyecto absolutista del Frente.
Unidad significa acuerdo para las medidas necesarias para detener el crimen, corregir el grave deterioro, ineficacia y corrupción del sistema policial, carcelario y judicial. Corregir las deficiencias serias que se tienen en la Fiscalía, cambiar con urgencia las leyes proteccionistas y al código más garantista que viene en camino.
Hace falta unidad para tomar las medidas extraordinarias que la situación requiere, jueces y fiscales sin rostro, juicios inmediatos para delitos de flagrancia, régimen de excepción en los lugares que se requiera. Asignar recursos extraordinarios a la policía, fiscalía y al ejército, la institución en quien más confía la población, a quien se le está pidiendo más de lo que le corresponde y para que no colapse deben asignársele recursos extraordinarios, su presupuesto no aguanta.
Los políticos no pueden fallar. La población está pendiente, observa, exige las acciones correctas.
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