Con la muerte cruel de los ciudadanos y la niña en el incendio del bus, tengo el corazón desgarrado, con una mezcla de sentimientos de impotencia, temor y desconfianza. Para los familiares, pido unirnos en oración para que tengan paz y serenidad, aunque creo que Dios ya está obrando en ellos, pues he podido tener la oportunidad de verles en los ojos y descubrir su total y plena confianza en la Voluntad del Padre, a pesar de no entender por qué ha sucedido una tragedia de esta envergadura. ¡Qué lecciones de fe dan las almas sencillas los que buscamos culpables como primera reacción!
Escrito por Kalena de Velado.27 de Junio. Tomado de La Prensa Gráfica.
¿Podemos pensar en el futuro serenamente? ¿Cómo se puede hablar de optimismo ahora? Siempre hay razones para tener esperanza. Quitarle la esperanza a los ciudadanos y a los lectores cuando se tiene una posición de autoridad promueve una sociedad que no sabe mirar con optimismo hacia el mañana. Crea una generación desconfiada hacia quien debería guiarle en el camino para vivir mejor.
Ante tanta confusión en los mensajes de los líderes, me pregunto: ¿Cabe mayor fraude que exagerar los males o tener una actitud constante de búsqueda de culpables de los males que se padecen o que existen en el país en las administraciones anteriores? ¿No será mucho más práctico dedicar esas energías, a descubrir qué ha funcionado en el pasado o en qué municipios o barrios existen buenos ejemplos de lucha contra la violencia para procurar mostrarlos y seguirlos?
Lo que pasa entre el gobierno actual, la ciudadanía y los sectores productivos es que hay crisis de confianza. Necesitamos confianza, pero va a ser difícil, porque llevamos años destrozándola. Un estudio en EUA indica que ante la pregunta si se “confía en los demás”, la respuesta es menos de seis. Otra investigación señala que los miembros de equipos con poco ambiente de confianza prefieren ser remunerados individualmente a serlo en función del equipo. “¿Es esto nuevo? Más viejo que la injusticia... ¿Cómo hemos hecho para malbaratar la confianza? Olvidándonos, por ejemplo, de que para confiar en alguien es preciso primero conocerle, y segundo, asegurarse de que sus principios no son meramente egoístas, y son congruentes con los nuestros. Así, cuando decida algo tenderemos a estar de acuerdo. Las transacciones anónimas no generan confianza; más bien ponen en guardia. Por ello se desarrollan protocolos que se suponen seguros, pero la seguridad es imposible: hecha la ley, hecha la trampa. Tras los protocolos se han escondido comportamientos egoístas, fraudulentos y engañosos, quizá respetuosos con los procedimientos, pero indignos de confianza. También en las relaciones interpersonales en las empresas. (Rafael Andreu y Josep M. Rosanas)
Yo elijo confiar y ser optimista, lo cual no significa que ignoro lo que está mal, pero prefiero aprender a ver las oportunidades que subyacen en los problemas. Quiero centrarme siempre en tareas e ideas que sean constructivas. Si se le da vueltas al problema de la violencia que vivimos sin aportar ninguna solución, se crea una espiral que lleva a la ansiedad, hasta llegar a una especie de adicción mental. Por eso el optimista realista es aquel que busca “sorprender” a los demás haciendo el bien: sorprender a los hijos haciendo las tareas para alabarlos; sorprender a los empleados y funcionarios públicos aportando ideas creativas y felicitarlos; sorprender a los ciudadanos con iniciativas de autoayuda y reportarlos en los medios de comunicación; sorprender a nuestro cónyuge haciendo un pequeño servicio a la familia para darle las gracias con cariño...
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