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2010/06/29

LPG-Editorial-Quisiéramos ver iniciativas más coordinadas

 Hay, sin duda, una descoordinación permanente, que no es de hoy, sino producto de la forma en que tradicionalmente se ha tratado la problemática nacional: cada quien desde su feudo, con profundas resistencias a pasar al plano de los entendimientos de fondo.

Escrito por Editorial.29 de Junio. Tomado de La Prensa Gráfica.

 

Los sucesos macabros vienen sumándose en la realidad cotidiana del país desde hace bastante tiempo. Hay un padecimiento nacional de fondo, que un psiquiatra puntualizó hace algunos días en la Entrevista en Línea de LPG, y del que hemos venido haciendo mención reiterada en esta ya larga etapa de posguerra: el estrés postraumático derivado del prolongadísimo conflicto bélico interno, del que nadie pareció querer saber nada después del Acuerdo de Paz, como si los efectos anímicos de una guerra se pudieran disolver por sí solos. Ahora estamos pagando muchas de aquellas facturas.

Ante el apremio por encontrar rutas de salida reales de este la berinto problemático en que nos encontramos, se da un padecimiento funcional que debería ser cuidadosamente tratado, para que no siga complicándonos las cosas: ese padecimiento es el descontrol de iniciativas, que van surgiendo como por generación espontánea, tanto en el sector público como en los distintos ámbitos privados y orgánicos de la sociedad civil. Hay, sin duda, una descoordinación permanente, que no es de hoy, sino producto de la forma en que tradicionalmente se ha tratado la problemática nacional: cada quien desde su feudo, con profundas resistencias a pasar al plano de los entendimientos de fondo.

Es indispensable coordinar iniciativas, estrategias y compromisos de acción. Esto lo hemos venido reiterando de manera sistemática, y desde luego lo seguiremos haciendo, porque no hay otra lógica que pueda resultar efectiva cuando todo lo que nos toca hacer como sociedad en los temas fundamentales se ha ido poniendo al rojo vivo. Si la crisis nos indujera de veras a esto ya tendríamos una ganancia histórica asegurada.

Que cada quién asuma lo suyo

En una democracia verdaderamente funcional, hay siempre una especie de manual de procedimiento no escrito para manejar diferencias y coincidencias, sin que nadie pierda su identidad, su personalidad y su rol. Ese manual implícito pero de acatamiento estricto y espontáneo es lo que no hemos logrado establecer en nuestra práctica política, y por eso seguimos yendo “a salto de mata”, cuando los problemas van en progresión que parece muy bien articulada por la misma realidad. En esto también las previsiones institucionales y sociales, que tendrían que ir a la vanguardia, se han ido quedando en una cada vez más peligrosa retaguardia.

En temas como la seguridad y la economía, que son los más palpitantes y acuciantes en este momento, ya no es hora de iniciativas desperdigadas, sino que ha llegado el tiempo de las iniciativas coordinadas, que deberían serlo desde su estructuración inicial, para hacer más rápido y fluido el trabajo de ponerse de acuerdo. La clave está justamente en “ponerse de acuerdo”, pero en serio, no sólo como imagen mediática.

Y hay que hacerlo ya, sin esperar a que otro hecho macabro como el de Mejicanos vuelva a encender las alarmas circunstanciales. Es precisamente en la relativa normalidad donde pueden cuajar las iniciativas que tanto estamos necesitando. Ya no es cuestión de hacer gestos más o menos dolidos o airados, sino de ir implantando una racionalidad activa que ataque los problemas en lo que son y en lo que significan.

Quisiéramos ver iniciativas más coordinadas

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