LPG-La democracia también está en peligro

Me temo que muy pocos están pensando en las consecuencias que nos acarreará el estado actual de la violencia en nuestro país. La mayoría tiende a pensar que, al final, el saldo se mide en número de muertos y alguna afectación económica momentánea, pero no toman en cuenta las décadas pérdidas que nos vienen por delante, porque las actuales generaciones sufrirán traumas que nos limitarán el desarrollo personal y social. También agregaría el retroceso en libertades, porque para parar hoy esta ola de inseguridad se requiere de medidas especiales.

Escrito por Nacho Castillo.30 de Junio. Tomado de La Prensa Gráfica.

Para ser muy claro, me temo que la democracia, ganada con mucho sacrificio, será la gran sacrificada. Es muy posible que, de no lograrse avances significativos en los próximos dos años en materia de seguridad, nuestro pueblo estará pidiendo a gritos en la próxima elección presidencial a un dictador que ponga orden, sin saber que el arrepentimiento puede durar mucho más que un período presidencial.

Hay muchas experiencias en el mundo en este sentido. Los políticos luchan años por la consecución de la democracia y luego la tiran por la borda. La corrupción, los excesos de poder, pero por sobre todo la desinteligencia, hacen de la democracia un sistema político débil, incapaz de administrar sus libertades y menos de lograr el desarrollo.

Por supuesto que la democracia no tiene porqué ser débil, ni menos incapaz. Lo es cuando nuestros políticos la malentienden. ¿Quién dijo que en nombre de la democracia los delincuentes pueden hacerse fuertes? Pues en nuestro país seguimos sin criminalizar a las pandillas porque los políticos que tenemos dicen que alguien pudiera entrar a una mara de buena fe. ¿Será que nos ven la cara de idiota? Siempre he pensado que los líderes del crimen organizado se ríen a carcajadas de nuestros políticos y autoridades. Cómo no se van a reír si casi todas las medidas que toman supuestamente para aplacar la delincuencia terminan beneficiando al homicida. ¿Para que nos ha servido la ley de asociaciones ilícitas, la ley antiterrorismo? Para darle tiempo al crimen organizado a organizarse mejor. Y no es chiste.

Nuestra democracia está en peligro, porque la población le está perdiendo la confianza a los políticos que mal la pregonan. A quienes, por malformación ideológica, no entienden que la democracia no es débil por esencia, sino que es el mejor sistema político conocido, pero que necesita defenderse y que debe ser muy firme en su sustentación.

En nombre de la democracia creamos muchas veces el caos y la anarquía —ya lo vemos en nuestras calles—, la inseguridad y la corrupción generalizada. Nada más errado. La democracia debe ser fuerte. Un sistema político que no sucumba ante la habilidad de unos pocos que intentan destruirla.

El presidente Funes confirmó esta semana que el crimen organizado infiltró a todas las instituciones del Estado, incluyendo a la Policía, Fiscalía y Órgano Judicial. ¿Qué más debemos esperar para dar una respuesta contundente, con toda la fuerza que nos permite el sistema político que elegimos y que tanto nos costó? ¿Será que el subdesarrollo lo tenemos demasiado internalizado en nuestras mentes? Cuán diferente es el modo de pensar de nuestros políticos de aquellos que dirigen verdaderas naciones democráticas, donde nadie aboga por los delincuentes, ni por el desorden que permite la anarquía.

La democracia también está en peligro