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2010/06/28

Co Latino-¡Basta ya! ¡No a la violencia! | 28 de Junio de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

 Marlene Velasco-Bégué.28 de Junio. Tomado de Diario Co Latino.

No se puede ignorar y dejar de pensar en el dolor indescriptible y la agobiante desesperanza que las madres de las víctimas del inadmisible crimen del bus de Mejicanos están viviendo, y lo que  resta de vida no podrá jamás ser igual… la pérdida de un hijo(a) es una pena devastadora, y peor aún cuando es el resultado de una violencia inaudita, fuera de límites, sin sentido. El peso de esta pena se acompaña de un sentimiento de gran injusticia, la pregunta que no te deja dormir y constantemente reviene es ¿por qué, mi niño, mi niña… por qué? y se vuelve insostenible cuando la gente trata de consolarte diciéndote de buena fe: “Dios los llamó”, o porque “Dios así lo quiso”... Y un sentimiento de rebeldía, de suprema indignación se despierta, y solamente la búsqueda de justicia, de reparación a ese crimen, es el sostén para continuar viviendo.
Nuestros hijos(as) no volverán a la vida, pero la iniquidad del crimen no se quedará sin castigo, los asesinos no seguirán dejando a otras madres sin hijos, y la impunidad no servirá de ejemplo a otros. Y por último se espera que los criminales sean rehabilitados purgando su pena en la cárcel. Así sería la reflexión en un país con ética, y justicia criminal según el ensayo “De Delitos y de Penas” de Cesare Beccaria (1738- 1794)
Desventuradamente este no es el caso de El Salvador, en donde el nivel de violencia ha rebasado la cordura, los derechos humanos se quedan en discursos y en papeles, y la impunidad ha alcanzado niveles desvergonzados. La situación socio política del país es de una complejidad, y de una historia plagada de violencias, flagrantes violaciones a los derechos humanos y crímenes sin castigo.
Traemos a espaldas el oprobio de la masacre del 32, siguen la década de los 70 la represión, aniquilación y desaparición de obreros, estudiantes, maestros y campesinos por el gobierno, los militares, y escuadrones de la muerte. Durante  la guerra civil de los 80, el secuestro de alcaldes, y los ajusticiamientos de sus propios miembros por parte de la guerrilla. Y desde mediados de los 90 el fenómeno de las Maras y la violencia juvenil, para la cual el gobierno de Arena aplicó como remedio una política de represión contra los jóvenes con la “Mano Dura”, extendiendo irresponsablemente una segunda “Súper Mano Dura” , que en retrospectiva no hizo más que galvanizar dicho fenómeno.
El problema de la violencia como ya lo dije, no es nuevo en El Salvador, y tampoco es el único país con el problema de la violencia juvenil. Pero las particularidades del desarrollo social, y la historia política, han hecho al país vulnerable a la embestida de los intereses del crimen organizado y el narcotráfico, quienes buscan convertir Centro América en un puente entre México y Colombia, para sus negocios sucios.
En la realidad salvadoreña están presentes la desigualdad socio económica, la pobreza, la falta de oportunidades de educación para jóvenes de escasos recursos, la falta de empleo, un flujo migratorio que deja familias sin cabeza solamente con hijos y abuelos, un sistema judiciario deficiente frente a la realidad sobrepasado por el volumen de crímenes cometidos, la corrupción y la impunidad rampante. Además, las secuelas de una guerra civil que dejaron cicatrices en la psique de la población, y en el tejido social, la imposibilidad de sanar de estas heridas a través del rendimiento de la justicia, debido al pacto de amnistía, parte de los acuerdos de paz del 92. 
Los primeros miembros de Maras llegaron al país inmediatamente después de los acuerdos de paz, deportados por el gobierno de Estados Unidos, que irresponsablemente vaciaron sus cárceles de jóvenes criminales, miembros de las pandillas locales de Los Ángeles, hijos de la diáspora salvadoreña de refugiados de la represión y la guerra de los ochentas.
Enviándoles a un país recientemente salido de la guerra, con instituciones  quebrantadas, con las fuerzas militares y la guerrilla en plena purga y reorganización, con una historia de violencia y violación de los derechos humanos, y con armas de fuego por doquier. Sin prevenir al gobierno de esa época, ni a ninguna fuerza política, ni social del caso judiciario de los deportados. Los cuales se encontraron asimismo en un país que no tenía absolutamente nada que ofrecerles en términos de inserción.
A principios del siglo XXI la globalización bate en pleno fuero, la migración continúa hacia el norte, y los jóvenes salvadoreños habitantes de las municipalidades de suburbios pobres, tienen un nuevo modelo para emular, el “Homi” y la “Honger”, a falta de otros. Jóvenes sin acceso a educación, ni guía, sin recursos, con la naturaleza rebelde propia de la adolescencia que no tiene otras formas de manifestarse, les hace asequibles a la atracción que ejerce, el estilo de vida que conlleva la obtención fácil de objetos materiales, la aceptación y pertenencia a un grupo, la admiración y el respeto de los más jóvenes y débiles, la capacidad de infundir miedo, de cometer crímenes y asesinatos sin repercusiones, con impunidad.
Diez años más tarde, las cárceles están que estallan con más de 23,000 prisioneros, con 8 de cada diez extorsiones ordenadas desde las cárceles, con un promedio de 15 muertos por día.
Actualmente se encuentran presentes otros agentes que contribuyen a la violencia y se benefician de ella, criminales locales, y grupos de exterminio, que se denominan vigilantes. Y más grave aún, la seguridad ya no es un derecho ciudadano, sino una mercancía, a la que tienen acceso solamente las colonias y los negocios que pueden pagar a una agencia de seguridad privada, por un vigilante 24 horas al día, y un portón de hierro.
La inseguridad que reina, ha sido una cuestión de tiempo debido a la irresponsabilidad, y falta de perspectiva, de los sucesivos gobiernos de Arena de los últimos 20 años, de llevar a cabo políticas efectivas para erradicar la pobreza, y la inseguridad. Este concurso de circunstancias y acontecimientos ha hecho que el país sea terreno fértil para el desarrollo y la perpetuación de la violencia.
La situación de violencia e inseguridad en El Salvador por su complejidad y gravedad, demanda no una única solución, tampoco dependen de un solo ente.
Requiere aproximaciones variadas, originales de parte los diferentes sectores de la sociedad. Se necesita de un plan con soluciones a largo, corto y mediano plazo, en un trabajo sostenido, y consecuente del gobierno en colaboración con organizaciones no gubernamentales trabajando ya en el problema, y con organizaciones comunitarias en particular, incluyendo a la sociedad civil.
Que los partidos políticos no hagan uso de este serio problema con fines partidistas y políticos; que los diputados electos trabajen de par con el gobierno para buscar soluciones al asunto, es el pueblo quien les ha elegido para que trabajen desde la Asamblea Legislativa en pro de los intereses de los ciudadanos.
Que se exija de los ministros del gabinete concernidos, un plan de trabajo conjunto con objetivos definidos, y una sistema de evaluación que rinda cuenta de los resultados periódicamente.
Que las numerosas asociaciones nacionales y de cooperación internacional presentes en el país, se pronuncien y hagan un llamado para un diálogo a nivel nacional, en un Forum Nacional de No a la violencia, que incluya a todos los sectores de la sociedad salvadoreña, las entidades del gobierno, la policía, las instituciones no gubernamentales, los jóvenes de las comunidades en alto riesgo, las familias de las víctimas y las familias de los pandilleros.
Invitando en una segunda fase a organizaciones de otros países, (México, Brasil, Estados Unidos) que están también trabajando con jóvenes en programas de rehabilitación y prevención, para que compartan sus experiencias, en logros y en fracasos.
Es tiempo de preguntarse todos, como madres, padres, hijos, hermanos, compañeros, abuelos y como ciudadanos ¿Que hacemos?
La vida, bienestar y educación de nuestros hijos(as) es nuestra responsabilidad, no podemos permitir que sus vidas se vuelvan dispensables, que sean víctimas y victimarios usados por la violencia de las Maras y el crimen organizado como soldados para obtener sus fines.
El problema es de todos, el futuro del país está en peligro, tal cual Cronos devorando a sus hijos, la violencia está devorando a nuestra progenitura.
Durante su campaña Mauricio repetía esta frase, la cual quiero retomar y hacer eco: “A El Salvador lo salvamos todos”. Solidariamente.

¡Basta ya! ¡No a la violencia! | 28 de Junio de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

1 comentario:

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