Fredy Ramón Pacheco.30 de Junio. Tomado de Diario Co Latino.
El “Socialismo del siglo XXI” es una concepción del ruso Alexander Buzgalin desde su propuesta “Futuro del socialismo” en 1996. Luego Heinz Dieterich, en el 2005, hace una readaptación que Hugo Chávez asume como bandera ideológica para profundizar su particular teoría revolucionaria bolivariana y poner en práctica un modelo remozado (¿?) del marxismo leninismo. Esa es la historia.
Aquí me detengo porque me viene a la mente una reflexión sobre los idearios y las ideologías que se han impuesto en nuestra América del Río Grande para abajo desde la conquista. Nuestra desgracia es que no hemos parido teóricos, ideólogos, filósofos, sociólogos, antropólogos, capaces de crear propuestas científicas para nuestro continente. Sí, indudablemente grandes letrados, pero ensayistas de las ideologías extranjeras. Interpretes, traductores fieles de las doctrinas foráneas en lo religioso, filosófico, político y social. Desde el mismo Bolívar y San Martín o Morazán, todos estos héroes fueron inspirados por las doctrinas de Voltaire y Montesquieu, entre otros ideólogos.
En los orígenes de nuestra civilización actual, los Olmecas, Zoques, por allá en el preclásico (1200 años a.C.), el culto se le rendía a la naturaleza. La única y verdadera organización social era posible en la comunidad integrada por la tierra y el hombre; luego los fenómenos que alteraban para beneficio o perjuicio de esa comunidad herméticamente socialista, por su equidad en la organización social y política, se resolvían con el sacrificio de unos y la ofrenda de otros. Llegan a Mesoamérica los conquistadores con sus propios dioses, sus ideologías y su conocimiento del viejo mundo y a la fuerza unas veces y la persuasión engañosa otras, imponen su cultura y su ideología.
De España la sociedad de clases monárquicas y el cristianismo como estandarte. Pero esta sociedad de clases no distaban mucho de la organización social de los mayas: Nobleza, mercaderes, sacerdotes, y la plebe. Después de la conquista y posterior colonización europea durante 300 años, ya la mentalidad de nuestros pueblos y su organización social no cambiaría significativamente hasta el sol de hoy.
La gesta independentista (sic), producida por los hijos dellos convertidos en “criollos”, ladinos, por el accidente de haber nacido en la morena América y el sabroso mestizaje, pero manteniendo la misma mentalidad forjada en tres siglos, retroalimentada por cada uno de los acontecimientos históricos de su “madre patria”, no cambiaron sus orígenes genéticos, antropológicos, y hoy siguen padeciendo de los mismos prejuicios clasistas de los cheles y de la sacralización de sus dioses cristianos en lo que les conviene a sus intereses mercantiles.
Esa es la casta que nos ha dirigido hasta hoy y al igual que España se desmarcó del socialismo según Marx y Engels, y del liberalismo francés. Estos herederos “blancos” nuestros, contaminados de la obsoleta monarquía y el franquismo induditable, rechazan cualquier intento de repartir con el pueblo sus títulos burocráticos sus riquezas y su poder omnímodo; y no es nada casual que el pensamiento de la “nueva izquierda” que nos quieren imponer sea la el socialismo español a lo PSOE, zanahoria, rosa, donde se mantenga inamovible la recalcitrante burguesía Real y un presidente que haga las funciones de Encomendero y se comunique con la civilización. Tal cual como se cuecen habas en la “madre patria” de estos vasallos ladinos latinoamericanos.
Nada ha cambiado desde la colonia. Veinte años no es nada, pero quinientos si. Y si consideramos que en la Mesoamérica, antes de la conquista los mayas tenían la misma organización social: Nobleza, mercaderes, chamanes y plebe, tenemos que asumir definitivamente que la estructura social creada por el hombre se basó desde las cavernas en una escala de fuerza, habilidad e ingenio para sobrevivir. Y así será siempre porque la competencia del ser humano es necesaria para avanzar en su desarrollo y formación como ente social. Entonces ¿De qué socialismo estamos hablando para El Salvador? Falso de toda falsedad que se pretenda hacernos creer que nuestro país va hacia una igualdad genérica, mientras este modelo sea propuesto por un sector de la sociedad, de un partido único, o del Estado y que habrá una especie de reconciliación universal entre las clases.
Los que tienen mas fuerza, habilidad e ingenio van a colocarse en el mismo vagón de los que vienen históricamente atrás en la fila y además van a aceptar que desmejoren sus condiciones socioeconómicas en una especie de cruzada apostólica de fe o el pueblo va a ascender a las esferas del Poder como producto sine cuanon.
Cuando Buzgalin se inventó el “socialismo siglo XXI”, fue con la intención de resucitar la ortodoxia estalinista que Gorbachov mató de muerte natural y esta ilusión no le duró mas de dos años. El mexicano alemán Dieterich, como buen arquero dijo entonces: “¡Eureka!, le pongo unos toques de socialismo español por aquí, unos granos de frijoles por allá, el viejo cuento de la solidaridad, el amor y todas esas cosillas que no les gusta oír a los capitalistas y ¡zas! Ahí tenemos a Hugo Chávez que tiene muchos petrodólares en su chequera personal y no sabe qué hacer ahora con el agotado bolivarianismo; tenemos a Evo, Correa seguidores de Chávez y la revolución cubana, sin soporte ideológico contemporáneo, un proyecto de ocho millones de alienados generacionales que finalmente buscan reformar el socialismo.
Para nuestro El Salvador, resultante de los ejes transversales de un proceso histórico tan contradictorio como inédito en el enclave de la mediación política centroamericana, ésta fórmula dieterichista no tiene ningún asidero ideológico que la sustente, no tiene aparato político homogéneo que la impulse ni tiene un componente dialéctico marxista leninista que la justifique.
Pero como iniciamos este ensayo, un continente sin creadores de pensamiento, sin ideólogos, sin hombres capaces de producir filosofía política vernácula que resuelva el destino de sus propios pueblos, no podrá ser jamás independiente y el ascenso histórico, cuasi milagroso, de un hombre desligado del contubernio izquierda-derecha del siglo XXI, podría construir una nueva sociedad “no importa como se llame eso”, que liberara nuestro país de todas esas taras antropológicas en que nos han sumergido los adoradores y poco creativos chamanes politiqueros de nuestra historia.
El “cambio” está cabalmente ratificado en esa “incertidumbre del rumbo” que señala la derecha y en la preocupación por la no “obediencia incondicional” que lamenta la izquierda. Entonces eso que “no importa como se llame” será sin duda el Socialismo siglo XXI sui géneris, guanaco, que ha iniciado anónimamente, por inercia natural o como la resultante de un proceso dialéctico, pero que el nuevo espectro gubernamental, surgido de la legítima esperanza de los últimos en la estratificación de clases, desde los primigenios habitantes de nuestro territorio a ser escuchados ha entendido.
Se evidencia en este momento, en las encuestas, justo a un año del fenómeno electoral inesperado por las momias políticas recalcitrantes, que esas clases, plebe, proletarios, pueblo, masa, fieles (como despectivamente los llaman en todas las doctrinas), están muy conscientes de su futuro inmediato en el Siglo XXI, será “no importa como se llame eso”, pero ya no se volverá atrás.
Ya nada será igual. A pesar de la ceguera ortodoxa de los dinosaurios de izquierda y derecha, la historia ha cambiado.
freddyrpacheco@yahoo.es
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