Dagoberto Gutiérrez.21 de Junio. Tomado de Diario Co Latino.
De estatura regular, de frente amplia y despejada, cejas pobladas, nariz bien construida, barbilla fina, cabello ondulado y ojos llenos de inteligencia y agudeza, así fue Guillermo Funes, conocido abogado y jurista , originario de Chinameca en donde nació el 7 de octubre de 1917.
En realidad, Guillermo fue un hombre que supo proponerse metas y alcanzarlas fue suficientemente vital, porque conoció las diferentes caras de la vida: Al morir su padre y a los 7 años de edad tuvo que vender dulce de panela en Chinameca para poder vivir, luego vivió 9 años en un cuartel, después fue estudiante universitario con pensamiento político de izquierda, hasta hacerse abogado, y sobre todo hombre de bien, lector incansable de cultura abundante y de inteligencia aguda. Siempre estuvo cerca de sus dos hermanos Elena y Foncho.
Como estudiante y abogado, fue amigo y compañero de los doctores Vitelio Luna, Chachi Guerrero, Don Chema Méndez, la Pepa Flores, el Prieto Menjívar, el Mapache Belloso, Zepelín Villalta, Colombo Rosales, Muela de Gallo, el Negro Morales entre otros.
También fue padre de más de 10 hijos, tres de ellos con su esposa Eugenia Villalta, unión de la que nacieron Margarita Eugenia, Amelia Erlinda ambas fallecidas, y Guillermo Antonio, después vendrían otros hijos, de otras madres: Ricardo, Daniel, Carolina, Ani, Neto, Juan Paquito, todos de apellido Funes, y profesionales.
Le llamaron Caballo Funes desde su tiempo de estudiante, por su afición a los caballos y desde siempre supo que la vida es un juego peligroso que exige ser vivido intensamente, pero con responsabilidad, con suficiente amor en todo lo que se hace y con todos aquellos y aquellas con los que se hace lo que se hace. Supo siempre que la vida tiene una apariencia y una realidad y que en sus corredores siempre dormita el humor, él siempre lo ejerció, amó al amor, y las mujeres siempre encontraron en él a un amigo, a un amante y un apoyo permanente y seguro; por supuesto que era un hombre atractivo y simpático que no tenía moldes en su cabeza ni para el amor ni para su trabajo, trabajaba para los grandes como abogado y también para los pequeños a los que no les cobraba, mucho menos los matrimonios, aunque sí los divorcios, decía que cobraba por el error de haberse casado.
Era tal su capacidad de adaptación que en una ocasión, una de sus amantes, sentada en el asiento de atrás del vehículo, manejado por el doctor Funes y con el esposo como pasajero en el asiento delantero, le pedía dinero a su amante frente a su esposo, y el doctor Funes, con toda serenidad, le pasaba su cartera, para que ella tomara lo necesario, ante el silencio prudente del esposo, claro que el Caballo también ayudaba a esa familia y a los hijos de esa familia en sus estudios, en su mesa y su vida.
El Caballo Funes tuvo su último bufete frente al parque Centenario, y todas las mañanas, antes de empezar a trabajar, recorría el parque con una botella de Ron, ofreciendo tragos a los que la noche anterior habían tomado y sufrían una goma inclemente, a todos les repartía por lo menos un trago de licor para salvarlos de la angustia, y todos esperaban por la mañana al Doctor Funes, hasta las ardillas nerviosas sabían que en las mañanas el doctor Funes siempre aparecía.
Todos sus hijos e hijas contaron con el apoyo de su padre y el cariño de todos los días; como un gran proveedor el Doctor Funes, compraba en el mercado las provisiones de verduras y viandas necesarias para que nada faltara en la mesa de sus hijos. También aseguraba todo lo necesario para la seguridad y tranquilidad de sus mujeres, a las que incluso, les aseguraba casas y medios de vida.
El Caballo Funes, también brindaba apoyo a sus hijos estudiantes de medicina, como Guillermo y Ricardo y a Patricia novia de Guillermo, ahora su esposa, cada tres días les llevaba panes con pavo, pizzas, papa land, etc. Para ellos y sus compañeros de turno en los hospitales.
El Caballo Funes siempre estuvo pendiente de los velatorios y entierros de sus amigos, conocidos y clientes y siempre tenía tiempo para estos eventos sociales, de modo que su vida siempre fue plenamente intensa y relacionada con la vida de los demás, porque en esa íntima vinculación con la comunidad radicaba su esencia humana.
Era un hombre de una poderosa inteligencia emocional, esto le permitió entender la necesidad, tanto del último borrachito del parque Centenario, como la del oligarca más poderoso, al que le hacía sus escrituras. En ese amplio diapasón, el Caballo Funes siempre supo ubicar y encontrarse con el amor de las mujeres y aprendió a encontrar a las mujeres con amor, igualmente amó a sus hijos e hijas.
Nunca diferenció entre ellos, los apoyó a todos y todas y trataba de construir entre ellos la unidad y la mejor relación; su bufete del parque Centenario siempre fue la “ office” para sus hijos estudiantes de medicina y sus compañeros. Y al final, esta fue la clínica de sus dos hijos médicos: Guillermo y Ricardo Funes.
El Doctor Guillermo Funes nunca fue un siervo de la riqueza, no permitió que esta lo esclavizara y logro hacerla su instrumento de felicidad, por eso siempre ayudó al necesitado, con generosidad y entrega, dio comida al hambriento, ayuda al débil; apoyó a los estudiantes y aprendió algo que suelen olvidar los burgueses: que la riqueza debe ser siempre instrumento y el ser humano debe ser siempre el fin y nunca el medio.
Al final de su vida, el Caballo Funes se enfermó de diábetes e insuficiencia renal, sus hijos médicos lo cuidaron hasta el último instante, murió a los 74 años de edad a las 9 de la mañana del 17 de junio de 1991, Ya no tenía las riquezas con las que había vivido, pero siempre tenía la felicidad que había construido y por eso su vida se apaga como el fuego de una vela, que se esconde ante el soplo impetuoso de los vientos que se llevan con ellos toda la energía de una vida, que como la del Caballo Funes, supo construirse para si y para los demás.
Las ardillas del parque Centenario siguen esperando todas las mañanas al Caballo Funes en su recorrido matutino, no saben todavía que siempre llega.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.