Escrito por Walter E. Williams.22 de Enero. Tomado de El Diario de Hoy.
Para muchos el recalentamiento terrestre se ha convertido en una religión, porque el rasgo característico de las religiones es que sus dictámenes son aceptados como un asunto de fe y no por su lógica. Por ello, cuestionar esos dictámenes nos convierte en pecadores.
Nadie niega que ocurran cambios de temperatura en la Tierra. Hace millones de años, gran parte de la superficie de nuestro planeta estaba cubierta con una capa de hielo que alcanzaba un espesor de hasta una milla (1,6 km.) Entonces, podemos concluir que luego ocurrió un recalentamiento, pero en ese tiempo no existían plantas eléctricas que utilizaban carbón, ni bombillos, ni vehículos con motores de gasolina.
La idea de que los humanos pueden causar cambios paramétricos en el ambiente es el colmo de una ignorante arrogancia. La temperatura es apenas una de las características de nuestro planeta; su órbita es otra. Si todas las 6.500 millones de personas que vivimos aquí en la Tierra comenzáramos a saltar al mismo tiempo, ¿cree usted que lograríamos cambiar la órbita del planeta o las mareas de los océanos? ¿Hay algo que los hombres podemos hacer para detener o desviar un huracán o un tsunami? Si el lector considera estúpidas estas preguntas, también es estúpido pensar que las actividades humanas pueden lograr cambios en la temperatura terrestre.
Pero claro, hay grandes intereses en que la gente practique esa nueva religión del recalentamiento. Tanto así que algunos científicos, financiados con fondos gubernamentales, están manipulando fraudulentamente las estadísticas climáticas. Y la característica más peligrosa de esa nueva religión son los duros ataques contra los herejes y la intimidación contra aquellos que se atreven a dudar.
Scott Pelley, corresponsal de la cadena televisora CBS, comparó a quienes dudan del recalentamiento con aquellos que negaban el Holocausto de los nazis. Pero han ido aún más lejos: el columnista Dave Roberts exigió --para ellos-- juicios por crímenes contra la humanidad, "una especie de juicio de Núremberg… contra esos bastardos".
El resultado de esa campaña es que muchos climatólogos no se atreven a comentar el hecho que por largos períodos de tiempo no ha habido absolutamente ninguna relación entre los niveles de dióxido de carbono (CO2) y la temperatura. Los humanos aportan alrededor de 3,4% del nivel de CO2 y la naturaleza 96,6%.
Hace 550 millones años hubo una verdadera explosión de formas de vidas en la Tierra y los niveles de CO2 eran entonces 18 veces más altos que hoy. Durante la era Jurásica de los dinosaurios, los niveles de CO2 eran nueve veces más altos que hoy. Y contrario a lo que les enseñan a nuestros hijos, el número de osos polares aumentó de 5 mil en 1950 a unos 25 mil en la actualidad.
El comentarista político Henry L. Mencken (1880-1956) nos alertaba diciéndonos que el objetivo de los políticos es mantener alarmada a la población. Eso es exactamente lo que buscan los propagandistas del supuesto recalentamiento global.
elsalvador.com :.: El recalentamiento global es una religión
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