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2010/01/29

LPG-Desmontaje de la violencia (II)

Desde los Acuerdos de Paz, nunca como ahora fue tan evidente que la solución al problema de la violencia está en lograr un nuevo acuerdo de nación, con base a un sincero, estructurado y plural diálogo nacional, en el que se analice y debata a profundidad, en base únicamente a los intereses de la patria, la crisis de violencia que vivimos, sus causas, sus efectos y sus posibilidades concretas de superación, buscando arribar a un marco de compromisos que se concrete en el enunciado de un conjunto de políticas básicas que deberán transformarse en imperativos categóricos para cualquier gobierno, independientemente de su color político y de su orientación ideológica.

Escrito por Carlos Rivas.  29 de Enero. Tomado de La Prensa Grafica.

Venimos de un pasado oscuro y triste, y por encomiable que sea querer mejorar ese pasado, no lo podremos lograr mientras sigamos viendo con los ojos de siempre la realidad. Reinventar la sociedad es reinventarnos a nosotros mismos; es una tarea titánica que juntos podemos llevar a buen fin, a partir de que se genere un amplio movimiento de rescate nacional enfocado concretamente al fenómeno de la violencia.

Pero no se trata de “legitimar” el crimen organizado, el narcotráfico y la delincuencia común; al contrario, se trata de enfrentar la situación de violencia con la inclusión de aquellos sectores implicados en ella como resultado de la marginación a que han estado sometidos.

Creemos en los milagros de Nuestro Señor Jesucristo y para esta nación el milagro que puede contener la violencia y desmontarla de una vez y para siempre es la participación activa de todas las fuerzas vivas (empresa privada, estado, ONG, personalidades, educadores, etc.) y la inserción real de la ciudadanía en la búsqueda de soluciones y en la ejecución de esas soluciones.

Los cristianos evangélicos somos parte fundamental, meritoria e ineludible de la solución al problema de la violencia. Desde nuestros planes de proyección social, trascendiendo los límites trazados por las iglesias evangélicas tradicionales, contemplamos diversas acciones y proyectos de atención a las comunidades y su realidad y necesidades.

El país es de todos, no podemos esperar a contribuir al desmontaje de la violencia para cuando nos llamen. En el cristianismo que profesamos está la base de nuestros propios esfuerzos para ayudar sin distingos de ideología política o creencias religiosas, a enfrentar la situación de violencia.

La capacitación y formación de personas en desventaja social y acceso a la educación por medio de talleres de producción de micro empresas; gestión de proyectos de desarrollo comunal para la construcción de vivienda mínima y gestión cooperativista; atención a la rehabilitación de personas con adicciones; apoyo pastoral y psicológico a víctimas de violaciones, criminalidad o extorsiones; participación institucional en áreas de educación y políticas de combate a la delincuencia a través de comisiones especiales gubernamentales e interinstitucionales; y el fomento de la libertad de expresión a través de medios alternativos de comunicación colectiva.

Por ello el TAI está destinado a convertirse en un esfuerzo concreto para desmontaje de la violencia, por lo menos en el sector más cercano a nuestra sede principal, el oriente de San Salvador. Convertiremos el Complejo Internacional TAI en la punta de lanza de un proyecto aglutinador en contra de la violencia.

En nuestras manos está la posibilidad de desarmar a la violencia que vivimos, y todo será, si no más fácil, menos difícil si son las manos de todos las que contribuyan a construir, no nuestro humilde templo, sino el edificio nuevo, reinventado, concertado de un país mejor y en paz.

Desmontaje de la violencia (II)

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