En nuestro país, hay aún una tarea clave que está pendiente: la de impulsar de veras el perfeccionamiento de nuestra democracia representativa, que es la que postula la Constitución. Y dicho perfeccionamiento pasa por la necesidad de una reforma política de fondo, que parta de un reajuste efectivo del sistema electoral.
Escrito por Editorial.26 de Enero. Tomado de La Prensa Grafica.
La corriente diz que socialista que ha resurgido en algunos países latinoamericanos, como Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, agita mucha retórica entresacada de los viejos manuales del marxismo-leninismo y se queda en realidad con algunas prácticas que son las que verdaderamente les interesan a los promotores de dicha línea: la reelección presidencial, el control progresivo de todos los que puedan hacer oposición y el ejercicio de una pretendida “democracia participativa” con sello popular, encarnada en consultas ciudadanas manipulables para servir a todo lo anterior. Esta corriente, que en algún momento se empezó a vender como una ola irresistible en toda América Latina, ha empezado a mostrar, sin embargo, que ni es irresistible ni es generalizada. Los recientes ejemplos de Panamá y Chile lo demuestran.
En nuestro país, estamos en este punto en una situación ambigua, pues mientras desde el Gobierno, y especialmente desde las reiteradas declaraciones del Presidente de la República, se afirma y reafirma que El Salvador no entrará en esa línea, el partido en el gobierno persiste en planteamientos que subrayan la fidelidad a los conceptos del llamado “socialismo del siglo XXI” o versiones muy parecidas. Y se están dando ya muestras concretas sobre la voluntad de instalar una “democracia popular”, como fue la fallida “consulta” en Zacatecoluca, que de seguro se intentará en otros lugares, para ir “preparando al pueblo” sobre este tipo de instrumentos “participativos”.
Falta, pues, mucho por ver, de cara a una realidad política que podríamos llamar confusa, al menos por el momento. Una realidad que tiende a desentenderse de sus desafíos básicos.
Avanzar con los tiempos
Durante una larga época, en el mundo las fuerzas dominantes estuvieron enfrascadas en una lucha de sistemas. Y los dos sistemas en lucha eran el capitalismo liderado por Estados Unidos y el comunismo liderado por la Unión Soviética. La cuestión era sustitutiva: quién desaparecía y quién quedaba. En 1989 se desfondó el comunismo en Europa. Al quedar solo, el capitalismo creyó que tenía el campo libre para “hacer su agosto”, y así irrumpió el “neoliberalismo”, que prácticamente se desfondó en 2008 y 2009. ¿Qué tenemos hoy, dentro del realismo de lo verdaderamente posible? Ya no la sustitución de sistemas: lo que queda es humanizar creativamente un nuevo capitalismo, que sirva como generador de riqueza y que contenga los mecanismos necesarios para garantizar la fluidez de dicha riqueza por todo el cuerpo social. Y en tal ejercicio, que debe ser esencialmente democratizador, caben también, desde luego, las expresiones del llamado socialismo democrático.
En nuestro país, hay aún una tarea clave que está pendiente: la de impulsar de veras el perfeccionamiento de nuestra democracia representativa, que es la que postula la Constitución. Y dicho perfeccionamiento pasa por la necesidad de una reforma política de fondo, que parta de un reajuste efectivo del sistema electoral.
En vez de andar ensayando formas demagógicas de “participación”, hay que hacer que la representación bien concebida se dé en el marco de un desarrollo superior de la organización ciudadana.
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