Escrito por Jaime Martínez Ventura. 29 de Enero. Tomado de Diario Co Latino.
Varias investigaciones aclaran que las transformaciones de las pandillas y su vinculación con el crimen organizado no es una situación generalizada. Uno de ellos literalmente dice: “Aunque hay fuertes indicios de la mayor participación de las pandillas en hechos delincuenciales y de criminalidad organizada, es importante aclarar que esta obedece, en muchos casos, a una opción personal y no grupal, tal y como lo aseguran algunos operadores de programas de prevención. En tal sentido, es bastante peligroso etiquetar, de forma indiscriminada, como delincuentes a todos los pandilleros en la medida en que su abordaje e intervención continúa reduciéndose al plano del control y de la seguridad (...)”1.?
Otros estudios recomiendan explícitamente que para poder contrarrestar de manera más efectiva este fenómeno, debe distinguirse entre pandillas juveniles y el crimen organizado puesto que, aun cuando existe la posibilidad de que las pandillas se conviertan en grupos de crimen organizado, de hecho ha ocurrido en algunos casos como reacción a las políticas de mano dura, se trata de dos tipos diferentes de asociación que deben recibir tratamientos diferentes por parte de la policías y los órganos de investigación.2?
El estudio “Crimen y Desarrollo en Centroamérica”, realizado por una de las organizaciones internacionales más especializadas en el tema de crimen organizado, como es la Oficina contra la Droga y el Delito de Naciones Unidas (ONUDD), pone en duda la frecuente asociación que se establece entre las maras y el tráfico de drogas, especialmente la cocaína. Entre las razones que se exponen para dudar de esa relación está el hecho de que la mayor parte de la cocaína que transita por la región se transporta por vía marítima y no terrestre, por lo que “No resulta clara la manera en que los miembros de las pandillas juveniles, quienes se encuentran en su mayoría en zonas urbanas interiores, intervendrían en este proceso”3.?
Este estudio también pone en duda la participación de las pandillas en el tráfico de personas y la trata de blancas, por que “esas afirmaciones no han sido respaldadas por datos cuantificados”4.
En cuanto a la responsabilidad del narcotráfico en la región, este documento señala: “La pregunta de quién es responsable por el tráfico de cocaína es un asunto clave para los países de la región, para lograr encontrar soluciones a la violencia.
Muchos de los mayores desmantelamientos, han involucrado conexiones con funcionarios del gobierno, especialmente en los servicios de seguridad y justicia. Si esta conexión puede ser establecida, la solución al problema delictivo de la región, tendría que enfocarse primero en los niveles más altos de las sociedades afectadas, y no en los más bajos”5.?
Otro estudio realizado desde la disciplina del análisis de discurso por el Instituto GIGA6, de Alemania, al referirse al papel importante que discursivamente se atribuye a las maras en el crimen organizado, sobre todo en el narcotráfico y el tráfico ilícito de armas, expresa también sus reservas e incluso cuestiona los supuestos fundamentos de ese rol atribuido:
“No parece despertar muchas dudas en los hablantes ni en la mayoría de los escuchantes de este discurso que estas suposiciones son altamente contradictorias.
Por un lado se crea la imagen de unos jóvenes barbáricos y drogadictos que no tienen motivos que vayan más allá de la satisfacción de necesidades (económicas) inmediatas (...). Por otro lado, se les atribuye un grado de disciplina y organización alto que les permite actuar coordinadamente en todo un (doble) continente y que los convierte en socios confiables de los carteles internacionales del narcotráfico.
El repetido discurso amenazante sobre las maras se fundamenta en gran medida en especulaciones y, en aspectos centrales, no corresponde con el conocimiento obtenido en estudios locales como los que hemos mencionado arriba (...) Es decir, ese discurso de amenaza y miedo que se genera sobre todo en los medios de comunicación y en espacios discursivos políticos, militares y científicos se basa en conocimientos insuficientes o poco confiables”7.?
Desde mi punto de vista la afirmación tajante de que las maras son estructuras de crimen organizado enfrenta una serie de obstáculos y puede producir varias consecuencias totalmente contraproducentes para una política efectiva contra este fenómeno que, como se ha visto, responden a múltiples factores sociales, económicos, políticos, culturales y circunstanciales; pero también dificultará el combate contra las estructuras del crimen organizado cuyo verdadero rostro quedó al descubierto con el asesinato de tres diputados salvadoreños del Parlamento Centroamericano en Guatemala, a inicios de 2007, por un grupo de policías guatemaltecos que fueron detenidos y posteriormente asesinados dentro de una cárcel de máxima seguridad.
En el plano teórico el primer obstáculo que enfrenta la clasificación de las maras como estructuras propias del crimen organizado, es la falta de definición unánime de delincuencia organizada, tal como ha sido expuesto en párrafos anteriores. Es decir, cómo puede afirmarse que las maras son una expresión de la criminalidad no convencional si ni siquiera existe una definición de éste fenómeno, universalmente aceptada.
Un segundo obstáculo teórico muy serio lo constituye el conjunto de dificultades que enfrentan el estudio e investigación científica del crimen organizado, asociado a un problema de falta de metodologías eficaces y la inexistencia de fuentes totalmente confiables. Muchos de los estudios supuestamente más serios, aplican diversas metodologías que no necesariamente garantizan el descubrimiento de hallazgos importantes, lo cual se ve todavía más limitado por que las fuentes a las que suele recurrirse son las versiones oficiales –generalmente fundadas en percepciones y prejuicios, no en constataciones científicas–, y los reportajes periodísticos que a su vez se han nutrido de las fuentes oficiales con lo cual puede caerse en un círculo vicioso de repetición de informaciones trilladas basadas en las mismas preconcepciones. Cuando los métodos se basan en informaciones proporcionadas por los propios pandilleros, se corre el riesgo de obtener información exagerada en la que se pretende destacar la participación delictiva para darse importancia o bien callar los delitos realmente cometidos por miedo o desconfianza8.
?1 Cf. CRUZ, JOSÉ MIGUEL (editor), Maras y pandillas en Centroamérica. Las respuestas de la sociedad civil organizada. Volumen IV. UCA editores, 1ra edición, 2006, Pág. 58
?2 OFICINA EN WASHINGTON PARA ASUNTOS LATINOAMERICANOS, WOLA. Pandillas juveniles en Centroamérica: Cuestiones relativas a los derechos humanos, la labor policial y la prevención. Un informe Especial de WOLA, Washington, octubre de 2006, Pág. 13
3 NACIONES UNIDAS. OFICINA CONTRA LA DROGA Y EL DELITO. Crimen y Desarrollo en Centroamérica. Atrapados en una encrucijada. Publicaciones de Naciones Unidas. Impreso en Slovaquia, Marzo de 2007, pág. 18;
4 Ib.
5 Id., Pág. 49
6 German Institute of Global and Area Studies / Leibniz-Institu for Globale und Regionale Studien.
7 HUHN, SEBASTIAN, OETTLER, ANIKA Y PEETZ, PETER. Construyendo inseguridades. Aproximaciones a la violencia en Centroamérica desde el análisis del discurso. GIGA. German Institute of Global and Area Studies / Leibniz-Institu for Globale und Regionale Studien, Hamburgo, noviembre de 2006, pág. 28
?8 Por ejemplo, un ensayo que pone en duda las diversas metodologías y fuentes de los estudios realizados sobre crimen organizado, incluyendo clásicas investigaciones sobre la mafia realizadas en los años sesenta y setenta en los Estados Unidos de América, es Crimen Organizado Transnacional: Definición, Causas y Consecuencias, de Carlos Resa Nestares, Universidad Autónoma de Madrid. www.uam.es/personal_pdi/economicas/cresa/text11.html
Maras y crimen organizado-Relación y diferencias (IV)
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