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2010/01/25

EDH-Haití, libertad y ética informativa

Escrito por Luis Fernández Cuervo.25 de Enero. Tomado de El Diario de Hoy.

Ya he escrito en otras ocasiones sobre la ética periodística, cuyo fundamento es bien claro y sencillo: informar es decir la verdad de lo que ocurre.
Lamentablemente eso, decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, es lo que menos abunda. Lo frecuente es presentar, con medias verdades, un relato para que el lector concluya lo que el periodista quiere que concluya. Una manipulación dolosa de la información.

Pasé mi niñez en Madrid durante la Guerra Civil Española. Viví en Chile desde 1957 hasta tres meses después de que las Fuerzas Armadas acabaran con el régimen marxista de Salvador Allende. Viví en España durante casi toda la guerra de El Salvador. Lo que pude leer de esos tres violentos conflictos en los medios informativos internacionales ¿coincidió con mis experiencias directas de esos mismos suceso? Muy poco. Sólo versiones parciales, superficiales y sesgadas.

He tratado, desde que escribo en El Diario de Hoy, de abrir los ojos a los lectores frente a manipulaciones internacionales de hechos tan importantes como el control imperialista de la natalidad, la falsedad criminal de la "salud sexual y reproductiva" o el genocidio millonario y mundial que suponen los abortos legales y la presión internacional para que los países débiles sean forzados a reconocerlo como un legítimo derecho.

Me he atrevido a decir la verdad –-sabiendo que era impopular-- sobre la manipulación mentirosa de Al Gore y "los calentólogos del clima", a su vez utilizados para implantarnos, poco a poco, queramos o no, un gobierno mundial que terminaría por quitarnos las pocas libertades de las que gozamos todavía.

Pero tampoco he despreciado defender la verdad sobre Honduras -–verdad ocultada por una formidable mentira internacional aceptada-- y defender a su heroico gobierno actual, mucho más democrático que el de la mayoría de sus acusadores.

Ahora voy a salir en defensa del pueblo de la República Dominicana, al que algunos periodistas extranjeros han acusado de hacer poco o nada por Haití, su país vecino. Cedo la palabra al Dr. Carlos H. García Lithgow, ilustre cardiólogo dominicano y a su indignada protesta frente a esta injusta acusación:

"En el momento que esto escribo, sábado 16 de enero de 2010, 2:00 P.M. (hora de República Dominicana) no conozco una persona, un barrio (rico o pobre), un hospital o clínica privada, canal de televisión o programa radial de nuestro país, que no esté volcado en la recolección de ayuda para Haití; se organizan puestos de acopio de medicinas, vacunas (se acabaron las de tétanos que teníamos), comida, sangre, etc. Esta febricitante actividad ha sido puesta en marcha desde el mismo instante en que a nosotros también se nos movió la tierra y aún no se había levantado la alerta de tsunami para nuestras costas.

"Antes de que el polvo se asentara el fatídico martes 12 de enero, eran dominicanos los que estaban llevando ayuda y tratando de salvar vidas entre los escombros de Puerto Príncipe; fueron cámaras dominicanas las que generaron las primeras imágenes del "fin del mundo haitiano", eran los morenitos dominicanos junto a los sobrevivientes haitianos que con picos, palas, patas de cabra, manos, uñas y dientes, rescataban a quien podían y observaban cómo las televisoras extranjeras desplegaban toda su tecnología millonaria para transmitir "live" las infernales imágenes. Pero ni agua ni comida que supiera a superpotencia.

"Ya para la madrugada siguiente al terremoto se habían trasladado diez cocinas móviles en las que se sirven 100 mil raciones diarias. También vimos cómo soldados "cascos azules" repartían unos "moros con pollo", que salían de unos camiones amarillos con letreros que decían: "Gobierno dominicano, comedores económicos". Y es que hasta nuestro gobierno, tradicionalmente desorganizado e indolente, ha mostrado una efectividad y solidaridad desconocidas, incluso para nosotros mismos".

"El presidente de la República, secretarios de Salud, Obras Públicas, Fuerzas Armadas... se encontraban allí antes de que el polvo se asentara. Además de aportar la cifra equivalente a 15 millones de dólares, honrando la característica forma de vida dominicana de solidaria repartición de la pobreza.

"Los hospitales de todas las ciudades están colapsados, pues a nadie se le ha negado la asistencia. Todos nuestros puertos y terminales aéreas están habilitados para que la ayuda entre a través de nuestro país".

"Tal ha sido la demostración de este pueblo que el embajador haitiano en Santo Domingo al empezar a agradecer a los dominicanos por su solidaridad, no pudo contener las lágrimas y tuvo que ausentarse".

Libertad de información, sí, siempre. Pero también responsabilidad. Los que levantaron esa calumnia contra los dominicanos posiblemente lo hicieron por una de las faltas más corrientes a la ética periodística: la pereza, la superficialidad al informarse. Pero fue una falta grave de responsabilidad, una calumnia que obliga a restituir.

elsalvador.com :.: Haití, libertad y ética informativa

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