EDH-El temor al pueblo

Juan Valiente.16 de Marzo. Tomado de El Diario de Hoy.

¡Qué terrible que la izquierda se haya vuelto en El Salvador una fuerza conservadora! Todavía no logro cerrar la boca de admiración ante lo que son capaces de hacer los representantes del pueblo en la Asamblea Legislativa liderados por el FMLN. No hay palabra para caracterizar de otra forma la reforma electoral aprobada, sino como un robo del sagrado derecho que tenemos los ciudadanos para elegir a nuestros representantes. Se burlan nuevamente de nosotros.

Debemos comenzar por decir que ARENA es en buena medida culpable de todos estos pecados contra la democracia, aunque ahora se oponga a este tipo de reformas fraudulentas. Veinte años estuvo ARENA en el poder para poder fortalecerla. Sin embargo, le apostaron irracionalmente a nunca perder el poder y se olvidaron de las reformas que eran necesarias para garantizar este sistema político. Se olvidaron de la institucionalidad. Se olvidaron de la ley tantas veces. Se olvidaron de la importancia de los balances en la gestión estatal. Se olvidaron de proteger a las minorías y a los débiles. Se olvidaron de hacer la verdadera modernización del Estado. Ahora estamos pagando las consecuencias.

Y como no siempre es bueno hablar en abstracto, recordemos por ejemplo el caso de la elección de Julio Moreno Niños en el TSE. Recordemos la plaza permanente del PCN en la Corte de Cuentas. Recordemos las campañas electorales fuera de tiempo. Recordemos la búsqueda de subterfugios para evitar la norma constitucional que pone en manos de la Asamblea la aprobación del presupuesto. Recordemos la partida secreta y la inconstitucionalidad de algunas normas presupuestarias. Recordemos el uso de recursos del Estado en las campañas proselitistas.

Ahora la derecha política, varios institutos de pensamiento, las gremiales empresariales y otros sectores de la sociedad civil abogan por reformas que fortalezcan la institucionalidad, la transparencia y las normas de buen gobierno. Algunos pequeños avances se han dado, como es el caso de la Ley de acceso a la información, pero todavía falta mucho camino por recorrer. La izquierda partidaria se ha olvidado que el poder al final reside en el pueblo. Mientras sus detractores políticos coreaban "Patria sí, comunismo no", ellos lo hacían con "Pueblo unido jamás será vencido".

Señores, el pueblo debe decidir. La dura guerra quizás justificaba una estructura política donde iluminados dirigentes decidían por el pueblo. Esa época ha quedado, gracias a Dios y al esfuerzo de tantos, en el pasado. Ahora debe decidir el pueblo y para eso debemos poder votar directamente por los diputados. No es posible que ustedes mismos se estén convirtiendo en rémoras del pasado. Un liderazgo genuino y democrático hará que algunos de ustedes seguramente se vayan de la Asamblea, pero no es costo para el país. Es ganancia el poder alternar personas en las instituciones del Estado. Es ganancia para el país.

Resulta inaudito que se hayan unido a partidos de dudosa calidad democrática para promover una reforma electoral, que hace burla de los verdaderos deseos del pueblo salvadoreño. La CSJ en una resolución histórica puso finalmente en manos de la Asamblea la posibilidad de una reforma electoral seria que transfiriera el poder de los partidos a la población. ¿Y qué hacen ustedes? Votan por el partido, aunque se joda el pueblo. ¡Vaya torpeza!

Recuerden lo que ha aprendido de mala manera ARENA y pongan sus barbas en remojo. La alternancia política ocurre y ocurrirá. No vayan entonces ustedes a volver a enarbolar las banderas de la democracia, las banderas de la participación del pueblo, las banderas de la institucionalidad. Ahora es cuando, no mañana. Ojalá el Presidente Funes vete la reforma propuesta por inconstitucional. Así ustedes tendrán una nueva oportunidad de hacer las cosas bien por el país. No es posible que haya tantos miembros del Frente que ofrendaron su vida por construir un país diferente y que ustedes ahora ignorando su memoria tiren al traste los avances democráticos.

elsalvador.com, El temor al pueblo