Edgardo Quintanilla.29 de Marzo.Tomado de Contra Punto.
LOS ÁNGELES - A la primera tumba creada para el Arzobispo Oscar Romero en San Salvador, sus restos mortales nunca llegaron un domingo 30 de marzo de 1980. Frankie Flores, un ex-catequista que conoció a Romero, que trabajó en Santa Tecla con el padre Rafael Palacios, y que conoció a las misioneras Dorothy Kazel y Jean Donovan, asesesinadas por soldados salvadoreños durante la guerra civil, recuerda haber estado en la Basílica del Sagrado Corazón en la vela de Romero hasta el 26 de marzo cuando los restos de Romero fueron trasladados a la catedral metropolitana. Ese domingo 30 de marzo, presenció la masacre afuera de dicha catedral que impidió el entierro. ¿Qué pasó con la primera tumba de Romero?
Fue a la inesperada segunda tumba de Romero dentro de la catedral metropolitana y ahora echa monumento que el presidente Obama llegó la semana pasada al lado del presidente salvadoreño para rendir un homenaje en su breve paso de su gira a Sur América mientras lideraba el ataque militar y en contra de Libia.
Obama llegó a un centro sansalvadoreño rediseñado como un estudio de cine para su visita: negocios cerrados, asueto de dos días para ciertos empleados, bloqueo militar de varias cuadras alrededor de la catedral metropolitana para no dejar pasar autobuses, carros, gente trabajadora, en un acto acto de limpieza social y depuración de marginados, y con una catedral rodeada de policías, soldados, y tanques.
Obama no reparó en la estatua del General Gerardo Barrios montado a caballo, ex-presidente de El Salvador, en la plaza en frente de la Catedral Metropolitana, ni creo que le interesaría saber que Barrios fue visto como un acérrimo enemigo por la Iglesia Católica en el Siglo XIX ya que abogó por la separación de religión y gobierno.
La tercera tumba de Romero lo ilustra el comentario que el mandatario salvadoreño hizo a un reportero del L.A. TIMES antes de la vista de Obama. Funes dijo que Romero no es una figura controversial en El Salvador ya que es “el guía espiritual” de la nación salvadoreña. Ver Wilkinson y Nicholas, “Obama Cuts El Salvador Trip Short”, L.A. TIMES, 23-marzo-2011, pág. A3.
El legado de un cura y teólogo pacifista ha sido enterrado para apantallar el manto militarista de la izquierda en el poder, los cuales ahora reciben 200 millones de dólares de los Estados Unidos para la lucha en contra del terrorismo. Romero no lideró ningún movimiento político, ni religioso, en comparación a Gandhi. Ahora se vuelve “el guía espiritual” de un partido de izquierda entronizado en el poder y que ve la ventaja política de mezclar política con religión.
Para Frankie Flores, quien vivió torturas a manos del gobierno salvadoreño armado y entrenado por el gobierno estadounidense durante la guerra civil, Funes y el FMLN han secuestrado a Romero. Dice Flores en un correo electrónico que llegó a mis manos, “No queremos una paz sin justicia social, no queremos una paz con impunidad, no queremos una paz cimentada en sangre, dolor y miseria de nuestro pueblo”.
Le pregunté el sábado pasado a un pastor evangélico de El Salvador que conocí en el Tabernáculo de Adoración Shekinah en Los Ángeles su opinión sobre si Romero era “el guía espiritual” de los salvadoreños. “Ningún evangélico lo vería así” me dijo. “Porque fue comunista y levantó revoltosos”. Sería interesante saber de un pastor cristiano que tiene en su lugar de congregación una foto de Romero, así como Funes la tiene en su despacho presidencial.
Una cosa es hablar de un guía espiritual y otra cosa es hablar de “el guía espiritual” de salvadoreños que no son católicos y que siguen otras creencias religiosas y que tienen otros guías espirituales. Para los judíos hace más de 2,000 años, Jesús el Cristo no fue ningún Mesías. Dudo que Romero tampoco sea visto como “el guía espiritual” de todos los salvadoreños judíos. Para los salvadoreños que practican viejas tradiciones religiosas indígenas ó de origen africano, las cuales la Iglesia Católica trató de erradicar como herejías, Romero no es tampoco “el guía espiritual”.
Dentro del marco oportunista de misturar política con religión que actualmente practica el FMLN, no es sorprendente saber que el 24 de marzo de 2011 en la embajada de El Salvador en Viena un cura hizo rezos como parte del acto oficial del gobierno salvadoreño en conmemoración a la muerte de Romero.
Funes y el FMLN practican una política de usar símbolos poderosos (como Romero), sin poner a Romero en su verdadero contexto histórico. La idea es levantar la imagen de un partido fustigado por los anteriores gobiernos de ARENA como terroristas y presentarlo como el partido espiritual al lado del pueblo.
La tercera tumba de Romero yace como un símbolo a la impunidad. El partido de izquierda que en un tiempo clamaba por justicia social, ahora usa a un líder religioso como pantalla. Es como ver la imagen de El Che en las camisetas de gente politizada de derecha, o el uso de la religión en los discursos de Hitler para azuzar a su pueblo con fines racistas.
Funes y el FMLN se niegan a pelear por desmilitarizar El Salvador y por derogar la amnistía que protege a todos aquellos que violaron los derechos humanos de miles de salvadoreños durante la guerra civil. La ironía es que en las cortes de inmigración en los Estados Unidos hay muchos salvadoreños que pelean por no ser deportados a El Salvador porque temen ser perseguidos por el gobierno de Funes.
El presidente salvadoreño bien pudo haber llevado a Obama a la tumba del General Francisco Morazán en San Salvador, el otrora héroe centroamericano del Siglo XIX, y otro acérrimo enemigo de la Iglesia Católica, y quien abogó por la separación de la religión y gobierno. El símbolo morazánico de ver una Centroamérica unida no se compara a un Romero blanqueado por toda una campaña de propaganda política. Tanto Romero, como Barrios y Morazán fueron asesinados.
¿Y la tumba de Farabundo Martí dónde está? Me encantaría saber si Funes ya fue a visitarla y si al terminar un discurso en alusión al acto terminó con las palabras, “Que Dios los bendiga”.
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