Escrito por Rafael Ernesto Góchez.26 de Marzo.Tomado de La Prensa Gráfica.
1. Miles de compatriotas que vieron jugar a la selección de fútbol en el mundial de México 1970 son ahora adultos mayores que experimentan en carne propia los efectos de las fallas del sistema político (presidencialismo, centralismo y partidocracia), de la contraloría pública (sobornos y abusos) y del sistema de previsión social (poca cobertura y limitadas pensiones).
Lo menos pensado es que cuatro décadas más tarde, la corrupción siga siendo el principal obstáculo que enfrenta El Salvador para que su desarrollo sea sostenible. Por ello y asumiendo que veinte centavos de cada dólar del gasto público se disipan por mala administración, la rendición de cuentas debería ser una prioridad. Si a ello se le suma lo que la sociedad salvadoreña malgasta en seguridad, accidentes de tránsito y por tuberías, calles, puentes y edificios mal construidos, es claro que se podría hacer más con los escasos recursos disponibles.
2. Miles de connacionales que vieron jugar a la selección mundialista en España 1982 son personas que ahora tienen entre 40 y 60 años de edad y que su juventud fue condicionada por la guerra civil. Lo menos pensado es que después del conflicto bélico, los salvadoreños tengan que encerrarse temprano en sus casas por miedo a la delincuencia y que el crimen organizado tenga de rodillas al país. Si a ello se le agrega el caos del transporte colectivo, es clara la necesidad de mejorar los servicios públicos.
3. Los jóvenes que vieron la firma de los Acuerdos de Paz, 1992, son ahora personas que luchan por mejorar sus ingresos y comprar una casa. Lo menos pensado al final del siglo XX era que la generación posguerra estuviera constituida por conciudadanos indiferentes o apáticos respecto al proceso democrático. Es más, numerosos jóvenes salvadoreños han dejado de asociar su proyecto de vida con el futuro de su país. Esta actitud es producida, entre otras cosas, por la exclusión social y la pérdida del sentido de pertenencia, tal como lo constata el hecho de que cientos de jóvenes se estén matando entre sí por el hecho de pertenecer a una pandilla diferente (Mara 18 contra la MS).
4. Los jóvenes que han vivido la primera alternabilidad en la presidencia de la república (2009) pueden constatar –por su propia cuenta– si este cambio tiende o no a mejorar sus condiciones de vida. De no percibir un bienestar, muchos de ellos optarán por arriesgar sus vidas y cruzar la frontera mexicana-estadounidense. Lo menos pensado al inicio del siglo XXI es que los jóvenes que pudieron estudiar en el extranjero tengan dificultades para conseguir un empleo en su país. Lo cierto es que un alto porcentaje de jóvenes salvadoreños bilingües y con estudios universitarios tengan que conformarse y emplearse como telefonistas o vendedores de mayoreo y menudeo.
5. Al analizar los cuatro puntos anteriores, se puede afirmar que: (1) los padres de familia ven con preocupación el futuro de sus hijos y nietos en El Salvador; y (2) la sociedad salvadoreña enfrenta una situación de inequidad social y generacional. Consiguientemente, urge darle prioridad a la inclusión de los jóvenes en el proceso de desarrollo. La premisa es: los jóvenes son parte de la solución.
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