El Salvador, y duele mucho decirlo, está en un proceso de empobrecimiento, con el agravante de que los responsables de la conducción económica no parecen comprender lo que está en juego
30 de Marzo.Tomado de El Diario de Hoy.'
La baja en la calificación de Moody's confirma la previa estimación de Standard and Poor´s --que los bonos del país son el equivalente de chatarra--, encarecerá los préstamos y el pago de la deuda externa, reducirá nuestra competitividad y afectará en forma negativa la posibilidad de generar nuevo empleo. El Salvador, y duele mucho decirlo, está en un proceso de empobrecimiento, con el agravante de que los responsables de la conducción económica no parecen comprender lo que está en juego.
En un mundo altamente competitivo, que exige la permanente actualización tecnológica y de estructuras humanas y físicas, no poder invertir, o tener que pagar más intereses para obtener créditos y adquirir insumos, puede ser la diferencia entre el éxito y la ruina.
Es natural que mucho de lo que se fabrica en un país se destina al mercado interno, como elaborar muebles y ropa, pero también es cierto que todo proceso productivo necesita de materiales y saberes importados. En esto el mundo ha evolucionado de manera radical desde que Carlos Marx escribió Das Kapital, pues los bienes de producción, a diferencia de su tesis básica, no son eternos ni invariables, sino que están en constante evolución. La fábrica de hoy es distinta a la de ayer y nos encamina a procesos de ensamblaje que integran lo que se hace en mil diferentes lugares.
Inclusive la tierra exige tecnología para ser productiva, pues además de hacer el hoyo y meter la semilla, se deben utilizar herramientas, combustibles, transportes, mercadeo… como también cuidar la salud, la vivienda y los consumos del campesino o pequeño agricultor.
Si quieren consejos, estén dispuestos a escuchar
La general pérdida de confianza que se sufre en el país se refleja en la calificación de Moody's y se deriva de múltiples e inquietantes realidades: un creciente endeudamiento para gasto, no para inversión, la carencia de claras políticas de desarrollo, la falta de uniformidad en lo que hacen las distintas instituciones de gobierno, el socavamiento de la labor legislativa causada por la compraventa de voluntades, las reales o supuestas diferencias entre el Ejecutivo y el partido en el poder.
A esto se suma el crecimiento desmedido de la burocracia, el descontrol en el gasto y el hecho de que no hay evaluación ni respondabilidad (neologismo aplicado a "la obligación que tiene el servidor electo, así como todo ser humano que actúa por delegación de terceros, de rendir cuentas morales y de responsabilizarse del resultado de sus actos y gestiones") de lo que cada oficina y ministerio hace. Todos a su aire sin que nadie cuestione sus actuaciones.
La cura, pese a lo que sostiene el Ejecutivo, no está en subir impuestos en tiempos de crisis, sino en volver sobre lo andado, recuperar la seguridad jurídica, combatir la delincuencia, reducir burocracia y fijar reglas claras para el juego económico. Es una buena idea pedir la colaboración de los ex presidentes y de la dirigencia de los partidos políticos para encontrar los rumbos correctos, pero ello sólo rendirá frutos si todas las partes están con la intención de analizar y discutir con racionalidad, dialogar en el correcto sentido de la palabra, cambiar lo que anda mal.
Nadie quiere un nuevo espectáculo ni menos otro montaje de consejos que no aconsejan, sino la búsqueda sensata de soluciones a una crisis que golpea al mundo pero que se ha ensañado contra los salvadoreños.
elsalvador.com, La calificación de Moody's confirma lo de "chatarra"
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