Gerson Vásquez De La Cruz.29 de Marzo.Tomado de Diario Co Latino.
Relaciones Internacionales, UES
Es lamentable como algunos gobiernos poderosos del presente siglo XXI malversan el uso de las fuerzas armadas y justifican la guerra contra una nación con el pretexto de establecer la “democracia y la ayuda humanitaria a los pueblos”. Estos países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que el artículo 1 de su Carta constitutiva se proponen mantener la paz y la seguridad internacionales por medios pacíficos y de conformidad con los principios de la justicia y el Derecho Internacional, han violado y viciado estos principios soberanos de las naciones para solventar problemas a imagen y semejanza de sus intereses económicos-políticos, y no para salvaguardar la democracia y el respeto de los pueblos.
Sin embargo, en el Consejo de Seguridad de la ONU se tomó la polémica resolución 1973 el pasado jueves 19 de marzo, la cual sentaba las medidas específicas para frenar la supuesta opresión que el gobierno de Libia estaba ejecutando contra rebeldes de su pueblo. Pero esta resolución ha sido alterada como lo afirmo el primer ministro ruso Vladimir Putin, que incluso generó un ambiente de discrepancias entre los miembros permanentes y no permanentes del Consejo.
Porque quienes votaron a favor de esta resolución impulsada por Francia, Inglaterra, Estados Unidos; miembros permanentes del Consejo de Seguridad, junto a Colombia, Líbano, Nigeria, Portugal, Bosnia y Herzegovina, Sudáfrica y Gabón; miembros no permanentes, frente a una importantísima abstención de voto por parte de Rusia y China, como miembros permanentes y Brasil junto a India; no permanentes, deja entrever que tras la resolución sobre Libia existen intereses económicos, políticos y geoestratégicos que buscan beneficiar algunos gobiernos, mientras que la abstención refleja la decisión de Estados que actúan por los principios democráticos de la Carta de las Naciones Unidas y el cumplimiento del Derecho Internacional de la no injerencia en los asuntos internos de un Estado, la solución pacífica de las controversias utilizando hasta la última herramienta de las negociaciones diplomáticas para evitar la guerra y, el respeto a la soberanía y libre determinación de los pueblos.En tal sentido, esta resolución ha creado un verdadero infierno de luchas intestinas campales dentro de la nación árabe. A diferencia de las protestas populares de Túnez y Egipto, en Libia hay elementos insurgentes armados que llevan el objetivo de derrocar a Gaddafi vivo o muerto. Fuerzas rebeldes que se sospecha estén siendo financiadas por gobiernos enemigos de Libia. Hipótesis que refleja las declaraciones del Primer Ministro británico David Cameron en la Cámara de los Comunes, que de ser posible “se debería ayudar en el rearme a los rebeldes para aumentar las presiones sobre Trípoli”.
Presión que ya generó una guerra sin precedentes en Libia, denominada “La Odisea del Amanecer”. En la cual Estados Unidos, Francia e Inglaterra, coalición líder de esta invasión militar aérea y marítima; actuando con intereses paralelos a los demás miembros del Consejo de Seguridad, analizan la posibilidad de maximizar una intervención armada terrestre para derrocar el actual gobierno libio. Gaddafi ha sostenido que no permitirá el avance de la intervención y la toma de Libia, decidiendo sacar municiones para armar al pueblo libio en nombre de la defensa de la soberanía nacional y actuando conforme al artículo 51 de la Carta de la ONU que le permite el derecho de la legítima defensa individual o colectiva en caso de un ataque armado.
No obstante, la intervención en Libia es un magnicidio que se debe evitar a toda costa. La comunidad internacional está abogando por una solución pacífica a esta controversia. Se escuchan las declaraciones, objeciones, voces de gobernantes, movimientos sociales y Partidos políticos que piden el cese de la represión militar que no solo está siendo aplicada contra el ejército libio, sino también con civiles que hasta hoy ya sobrepasan más de 60 muertes.
Sin duda que la guerra no es indispensable para preservar la paz y seguridad internacionales, se necesita el diálogo y la negociación antes que el uso de la fuerza, porque ésta en vez de generar estabilidad social, crea más guerra y muerte de gente inocente que nada tiene que defender de los intereses de aquellas potencias que a estas alturas del siglo XXI, aun sienten ser los dueños y amos del mundo que los rodea. Utilizando la guerra para satisfacer sus necesidades económicas como lo hicieron en el pasado, sin escatimar el sufrimiento de los pueblos y violando la soberanía de las naciones .
De tal forma, no cabe duda que las cuestiones económicas sean el principal objetivo en este diseño de guerra contra Libia. Conflicto que ya había sido planeado con anticipación por las potencias industriales; para ello retomo aquí las declaraciones del General retirado, Wesley Clark, quien afirmó hace unos años que Libia estaba en la lista de naciones a invadir por la OTAN, después de los Talibanes en Afganistán. “He recibido órdenes de cómo tomaremos siete países en cinco años, comenzando con Iraq, luego Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudan, y finalizando con Irán” (interview by Amy Goodman, Democracy Now, Marzo 2, 2007).
Por consiguiente, Michel Chossudovski en entrevista a RT News, argumentó que la guerra en Libia, es parte de la batalla por el petróleo, pues Libia posee el 3.5% de las reservas mundiales del oro negro; sus exportaciones son dirigidas principalmente hacia Europa y Estados Unidos, de ahí la importancia de Washington y la OTAN de preparar una insurrección armada dentro del territorio libio, para justificar su intervención bélica sobre esa nación y tomar el control de las reservas de crudo para beneficiar la acumulación capitalista de las transnacionales petroleras.
Asimismo, lo denuncia el primer ministro búlgaro, Boïko Borissov, que las intervenciones aéreas de la coalición internacional son una «aventura» guiada, sobre todo, por intereses petroleros. «El petróleo y la futura explotación del petróleo libio son los principales motivos tras esta operación»(AFP agencias).
Una batalla económica que amenaza a Libia con transformarse en un frente más de guerra como sucedió en Irak, Afganistán ó Sudan, donde la víctima principal será el pueblo inocente que sufra hambrunas, muertes, inestabilidad social, inseguridad, migración forzada y opresión colonial, y… acaso ¿No son estos efectos sociales de la guerra, una violación a la democracia?, ¿Serán estas operaciones bélicas una amenaza a la paz y la seguridad internacionales, a la soberanía de los pueblos y violación del derecho internacional?
Por supuesto que son una violación a la democracia y amenazan la seguridad y la paz internacionales. Y para evitar estas injusticias que se han vuelto costumbre por las potencias militares, es urgente que la ONU sea reformada para que las decisiones sobre un problema internacional se debatan y analicen por todos sus miembros, y no por elites que posean un historial belicista en un sistema internacional complejo y evolutivo, donde la guerra se justifica como la única herramienta por la “democracia que implementan para la paz y la seguridad mundial”. Es tiempo ya para que las naciones de todos los confines de la tierra cambien este sistema bélico por uno de paz y progreso para la conservación de la humanidad. ®
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