Ante la llegada de la la celebración del Bicentenario de nuestro país es bueno apuntar algunos hechos relacionados. Imaginemos que un día nos despertamos sin recordar dónde vivimos, a qué nos dedicamos, quiénes son nuestros padres. Seríamos personas sin pasado, sin historia. Por lo tanto, sin sentirlo, debemos saber que todos somos parte de esta historia que se escribe día a día, y que lo sucedido hace 200 años influye hoy en nuestra realidad.
Escrito por Guillermo Zelaya Portillo.26 de Marzo.Tomado de La Prensa Gráfica.
En relación con la historia contada sobre la independencia de El Salvador, habría que señalar que no fue tan simple, pues en ella no solo se involucraron como mártires e íconos de esa independencia los personajes conocidos desde las escuelas salvadoreñas, sino que también participaron en las sublevaciones, movimientos sociales, grupos de mestizos, indígenas y ladinos, cada uno con sus propios intereses.
Las protestas se iniciaron en San Salvador entre el 4 y el 6 de noviembre de 1811, ciudad poblada por españoles, indios y mulatos. Desde meses atrás se venía desarrollando un enfrentamiento político entre peninsulares y criollos dentro del ayuntamiento de la ciudad, en el marco de otras guerras de independencia, tanto en América como en España.
Ante la inminencia de las luchas, el capitán general tomó la decisión de trasladar las armas existentes en San Salvador a la capital de Guatemala, para prevenir cualquier tipo de sublevación. Entre tanto, el arzobispo de Guatemala ordenó el arresto del cura Manuel Aguilar y la comparecencia de su hermano Nicolás, acusados de mantener vínculos con insurgentes de la provincia de Nueva España.
El 4 de noviembre corrió el rumor en San Salvador de que el cura Manuel Aguilar fue arrestado y que el intendente Gutiérrez y Ulloa permitió a los españoles que se armaran, ante cualquier alzamiento popular y lo sospechado ocurrió. Ese mismo día los alcaldes de los barrios de la ciudad y algunos líderes criollos, parientes de los curas Aguilar, movilizaron a muchas personas para protestar contra el gobierno. Los líderes criollos (Bernardo Arce, Manuel José Arce, Mariano Fagoaga, José Matías Delgado, y otros) eran de la idea que el problema podía solucionarse no con disturbios, los cuales comenzaban a darse, sino a través de un cabildo. Y así se hizo. El momento culminante se dio el día siguiente (5 de noviembre), cuando al toque de las campanas en la iglesia La Merced fue convocada una multitud de personas en la plaza mayor. Mientras, el intendente Gutiérrez y Ulloa se encontraba confinado en su propia casa por temor a ser agredido y mientras algunos individuos intentaban sustraer las pocas armas que se hallaban en el depósito real, unos funcionarios le pidieron al cura de la ciudad, José Matías Delgado, que apaciguara los ánimos. La presión era tan fuerte que una multitud exigía el arresto del intendente y de todos los europeos.
Este Primer Grito no logró el éxito completo. Las autoridades retomaron el control, aunque los insurrectos continuaron impulsando un movimiento que lograría completar el proceso de independencia, el 15 de septiembre de 1821. La celebración de este acontecimiento debe servir para recordarnos qué nación queremos y qué podemos hacer para que nuestros objetivos se conviertan en realidad.
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