Escrito por Marvin Aguilar.25 de Marzo. Tomado de Diario La Página.
Quienes crean que el discurso de la izquierda se ve favorecido con la llegada del presidente estadounidense se desubican en el libreto del guión, de igual mientras orará en la tumba de Romero, EE.UU. comanda una fuerza multinacional bajo mandato de la ONU bombardeando Libia; sus acciones son las de un demócrata liberal no las de un izquierdista.
Por eso la siniestra radical salvadoreña siguiendo la línea bolivariana de la protesta contra el imperio al igual que en Brasil, pretenden antes de su llegada advertir y, durante su visita incomodar a Barack Obama. Nada más revolucionario que colgar alguna manta altermundista sobre las pasarelas por donde pasara la comitiva presidencial rumbo al centro de San Salvador. ¿Qué mejor oportunidad para hacer una retahíla de reclamos por los presos cubanos en EE.UU. o, el bombardeo colonialista a Trípoli? San Salvador convertido en la zona de reivindicaciones mundiales o, el paraíso de Bakunin.
Los mitos se derrumban
Con la visita de Barack Obama a El Salvador se podrá decir que no existe criterio ideológico de parte de la potencia del norte para sus relaciones diplomáticas. Los últimos tres presidentes de la unión americana en un periodo de 20 años han afianzado las relaciones entre ambos países, con administraciones de ARENA y ahora con el FMLN. Toda una lección para algunos que gustan de ver la cosas en blanco y negro.
De igual resulta útil analizar la retorica sostenida hasta ahora por otros desde el conservadurismo sobre la imposibilidad de unas sanas, claras y fluidas relaciones bilaterales entre los Estados Unidos y un gobierno de izquierda salvadoreño. Esta doctrina de los políticos carca criollos se derrumbó el día que Obama aterrizó en Comalapa para reunirse con un gobernante que ha sabido mantener un equilibrio entre lograr el TPS con el tabú que significaba el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba. En la psique nacional la llegada del mandatario estadounidense se entenderá como un oxigeno al gobierno salvadoreño: el fin de la mentira.
Esto obliga honorablemente a realinear dos cosas dentro del imaginario de los inmovilistas locales: el discurso anti comunista que desde el sector más tradicionalista del país se ha venido abanderando ya no podrá ser usado y menos ser el mensaje único de todas las derechas salvadoreñas, no poder asimilar esto es un reflejo de una crisis ideológica seria, dicho eufemísticamente: no estar a la altura de los tiempos.
Lo segundo, la visita al sepulcro de Romero replantea cuando menos a reconocer la fuerza del ideal romeriano, así como la solidez que esa figura nacional posee en la arena internacional y, prepararse para las peregrinaciones que diferentes figuras harán hasta ese mausoleo después de Obama. Esto debería de ser para los sectores que ven en el arzobispo asesinado a un enemigo una oportunidad para ser compasivos consigo mismos ya que es la ante sala para lo que será la inevitable canonización de Romero. ¿Qué posición se adoptará una vez llegado ese momento: Júbilo, frustración, desvalorización?
Muchas veces los seres humanos hemos adquirido a través de nuestras vidas una serie de conocimientos que nos han permitido perdurar como sociedad. Los salvadoreños hemos tenido un solo contexto: autoritarismo, violencia, intolerancia. Toda nuestra cosmovisión y entendimiento del mundo están sustentados en ese triangulo destructivo, es debido a ello que nos resistimos hacer cambios rotundos, así como a nuestro rudimentario conocimiento que hasta hoy nos ha resultado efectivo para sobrevivir, si, subsistimos con compadrazgo, nepotismo y corrupción.
En este país, los hombres excepcionales no se dan porque no los permitimos, de igual, los grandes cambios que hacen patria jamás los llevaron a cabo los patrioteros o sectarios, menos acontecieron cuando gobernó el piojo. Una nación prospera si bien puede llegar a llenarse de sangre, no permite que su pasado gobierne el presente y menos que sea la guía del futuro, lo enfrenta y vive sin miedo, libre.
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