Juan José Figueroa Tenas.25 de Marzo. Tomado de Diario Co Latino.
Desde aquel trágico lunes 24 de marzo de 1980, mucho de lo que sucedió en torno a la muerte y a la vida de nuestro guía espiritual se ha ido aclarando, en gran medida hemos ido comprendiendo sus palabras, sus textos, su vocación, de la misma manera hemos entendido las causas que motivaron a sus asesinos.
La palabra que define la personalidad y la entrega de Monseñor Romero es “verdad”. No podríamos recordarle ni mucho menos hablar de su vida, pero sobre todo de su legado, sin detenernos en la verdad. Sin verdad no es posible hablar de Romero. Sin verdad no podemos recordarle.
Romero fue un pastor y un guía espiritual, es muy cierto. Pero también fue un juzgador de su tiempo, no un juez de la condena de los hombres sino del crimen y la obstinación por la acumulación de la riqueza, a costa de la pobreza extrema. Era un ortodoxo que señaló de forma radical las causas de los sufrimientos que aquejaban a su gente. Eso solo es posible a través de la verdad.
El final de la tarde del lunes 24 de marzo de 1980 los salvadoreños supieron que algo definitivo había sucedido con sus vidas: “si lo mataron a él, pueden matar a cualquiera”, fue la frase que se disgregó en las ciudades y caseríos salvadoreños, que fue dicha en completo murmullo por una comunidad atrapada en el terror. Ese día, todos estábamos medio muertos y medio vivos.
La memoria es un patrón que debe regir las ideas y las acciones de los luchadores sociales. Cada época tiene sus propios significados y derroteros. Es común escuchar decir que aquellas culturas que olvidan su pasado están condenadas a repetir la historia, y generalmente cuando esto sucede es la peor parte esa historia.
Los pilares fundamentales del pensamiento de Monseñor Romero están relacionados a la dignidad humana, justicia, libertad, solidaridad, hermandad y sobre todo a la verdad.
Estos fundamentos no son perentorios, no culminaron con aquella época de violencia política que azotó a nuestros países, no dejó de tener vigencia porque un grupo de civiles y militares le hubieren asesinado. Por el contrario, cuando leemos sus cartas pastorales, homilías y entrevistas de Monseñor Romero, encontramos que su voz es un fresco que nos recuerda hacia dónde debemos empeñar las energías para conducir el barco que es azotado por el mar.
Religiosos de la Unión Misionera de Irlanda y El Centro Romero en Dublín han celebrado el 24 de marzo como el día Universal en Honor a Romero, por su compromiso con la verdad y la justicia, esto es una clara demostración de su universalidad.
Otra muestra de esa universalidad es que por vez primera y desde este 24 de marzo de 2011 las Naciones Unidas Celebran el “Día Internacional por el Derecho a la Verdad en relación con Graves Violaciones a los Derechos Humanos y la Dignidad de las Víctimas.” Esta proclama fue establecida en consenso en sesión de Asamblea General de las Naciones Unidas celebrada el 21 de diciembre de 2010.
Los argumentos de Naciones Unidas se centran en honrar la memoria de las víctimas de graves y sistemáticas violaciones a los Derechos Humanos a nivel mundial, promover la verdad y la justicia, rendir homenaje a aquellas y aquellos que dedicaron y ofrendaron su vida por esta causa y reconocer, en particular, la extraordinaria labor y los valores del arzobispo Oscar Arnulfo Romero, que se empeñó en la defensa de la vida, dignidad humana y oposición a cualquier forma de violencia.
El quinto presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en visita oficial a El Salvador, ha dedicado parte de su itinerario a visitar la cripta de Monseñor Romero en la catedral de San Salvador. La connotación de este hecho simboliza el indiscutible carácter universal de la figura del pastor salvadoreño.
Este encuentro con la memoria nos demuestra que los pueblos de El Salvador y de Estados Unidos estamos marcados por un singo que dejaron a su paso hombres extraordinarios como Monseñor Romero y el religioso bautista Martin Luther King.
Martin Luther King, fue un arduo luchador por los derechos civiles, se opuso a la guerra en Vietnam y luchó contra la pobreza, labor por la que obtuvo el Premio nobel de la Paz en 1964. Por su entrega a la defensa de las comunidades afroamericanas, fue asesinado en Memphis el 4 de abril de 1968.
Motivos suficientes hay pues para conmemorar estas fechas, pero además entender el mensaje de hermanamiento que esos dos grandes hombres nos dejaron en su paso por el mundo, y que pagaron con sus vidas.
Pasados comunes y problemas presentes muy similares afectan a nuestras sociedades hoy día. Convencidos estamos que la luz de esos dos grandes hombres, Monseñor Romero y Martin Luther King, iluminan las mentes de nuestros líderes que sabrán tomar las decisiones acertadas que conducirán a nuestros pueblos a un mejor mañana participando de la verdad y la justicia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.