Wilfredo Mármol Amaya.25 de Marzo. Tomado de Diario Co Latino.
No hay duda que la situación heredada por el actual gobierno del FMLN y el Presidente, Mauricio Funes, no es sencilla; es compleja. La situación económica, con un déficit en la caja por más de $ 400 millones, fue sólo el aspecto material visible y tangible de la crisis, pero los problemas sociales eran, ya al 1 de junio de 2009, una caldera con urgentes e ineludibles válvulas de escape.
Tres sectores de la vida nacional han puesto en jaque al estado en diferentes momentos, con consecuencias para el ciudadano común, corriente y cotidiano, que dicho sea de paso demanda mejores condiciones de vida, como parte de los avances de la vida en democracia, a saber, las pandillas, los presos y por supuesto los transportistas.
LAS PANDILLAS.
Las pandillas han sido el espacio donde un buen número de jóvenes, casi 20,000 según las autoridades de Seguridad Pública, han encontrado la aceptación y respuestas a sus necesidades insatisfechas en el seno familiar.
El psicólogo Abraham Maslow en su obra “Una teoría sobre la motivación humana”, de 1943, formula la teoría de jerarquía de las necesidades humanas y defiende que conforme se satisfacen las necesidades más básicas, los seres humanos desarrollan necesidades y deseos más elevados; la idea fundamental de esta jerarquía es que las necesidades más altas ocupan nuestra atención sólo cuando se han satisfecho las necesidades inferiores de la pirámide. Las fuerzas de crecimiento dan lugar a un movimiento ascendente en la jerarquía, mientras que las fuerzas regresivas empujan las necesidades prepotentes hacia abajo en la jerarquía. De ahí que las pandillas juegan en espacio para lograr niveles de sobrevivencia, filiación, reconocimientos y autorrealización, que la sociedad y las políticas públicas generadas en todos estos años, han sido incapaces de producir para un buen segmento de la juventud en El Salvador.La dolarización de la economía, el desempleo, la inmigración, la desintegración familiar y el énfasis en el consumismo impulsado por la economía subsidiaria de mercado, hecha realidad por los gobiernos de ARENA, han dado los efectos esperados. Las pandillas son una realidad que implica soluciones, también reales. No solo policías, cárceles y profesionales del derecho. El narcotráfico encuentra caldo de cultivo ideal para echar sus raíces.
LOS PRESOS
Los presos, el hacinamiento en las cárceles, la corrupción del recurso humano encargado de la vigilancia de las mismas, las extorsiones, la capacidad de exigencia y el aporte mediático interesado desde las grandes empresas de comunicación social, han generado, en los últimos 20 años una atmósfera de temor y desconfianza en la ciudadanía, que a su vez producen en el imaginario colectivo una percepción que no hay marcha atrás.Sin embargo, las medidas tomadas en los últimos 18 meses, que incluyen la incorporación de la Fuerza Armada, el despido de los vigilantes y custodios, las mejoras en las condiciones físicas de las cárceles, la incorporación de programas para la inserción y el aprendizaje de empleos en las personas privadas de libertad, generan mayor confianza y esperanza en la ciudadanía. Las nuevas autoridades de la Dirección de Centros Penales, conducida por profesionales conocedores y con visión humanista de sus labores, están obteniendo resultados satisfactorios. El camino es arduo, pero las esperanzas ahora tienen sentido y presencia.
EL TRANSPORTE PÚBLICO.
El sector del transporte, formado por empresarios, motoristas y cobradores, es quizás el que mayores beneficios ha obtenido del caos históricamente determinado. No sólo porque tienen sus propios representantes en el Congreso, (que de suyo las leyes de la república prohiben ser funcionario y concesionario de este tipo de servicios), sino también porque provocan luto y dolor de manera permanente. Este sector se ha caracterizado porque la mayoría de las faltas de tránsito corresponden a infracciones muy graves y graves, como por ejemplo circular en excesiva velocidad, manejar en estado de ebriedad, realizar paradas en lugares no autorizados y conducir con licencia vencida o sin ella. Como se ha podido constatar muchos motoristas de buses y microbuses están morosos con el pago de las sanciones; es frecuente que la policía detenga a los llamados conductores temerarios y que al aplicar la prueba del alcotest revelen grados de alcohol en condiciones inapropiadas para conducir. La historia les ha envalentonado, pues eran determinantes en la movilización ciudadana en los momentos electorales, esto les adjudicó un mal entendido poder político.El binomio empresario irresponsable y motorista irresponsable, está a la orden del día. Por un lado existe el interés de exigir la cuota diaria y el motorista de sacar su ganancia diaria y en esta dinámica sálvese quien pueda; maltrato al público, soberbia, prepotencia, ignorancia, drogadicción, música estridente y pleitos en la vía publica, son el pan de todos los días y la sociedad salvadoreña ya está cansada de esto. Sin embargo hay empresarios honestos y responsables, contados con los dedos de las manos, pero evidentemente que sí los hay.
¿Es posible construir un nuevo El Salvador?
La inmensa mayoría de los y las salvadoreñas creemos que sí, para ello es necesario que todos cumplamos con la Ley y que el gobierno y la institucionalidad ejerzan su papel; pongamos nuestra cuota de esmero de manera tal que en futuro inmediato nos sintamos orgullosos y seamos personas autorrealizadas, como la ha señalado el psicólogo Maslow, personas centradas en la realidad que saben diferenciar lo falso de lo real y genuino, personas centradas en las soluciones más que en los problemas, es decir que enfrentan los problemas en virtud de sus soluciones, con una percepción diferente de los significados y los fines.De manera tal que un día no muy lejano, nuestra sociedad salvadoreña se caracterice en sus relaciones con los demás por ser personas con necesidad de privacidad, gozosos de la cultura, basándose más en experiencias y juicios propios; resistentes a la enculturación, personas con sentido del humor no hostil, buena aceptación de sí mismo y de los demás, personas con frescura en la apreciación, creativos, inventivos y originales. Personas que sientan los problemas del otro como propias y se dispongan a trabajar por ello. Es decir ciudadanos solidarios, con mentalidad y práctica democrática.
Las pandillas, presos y transportistas, escenarios visibles de la situación actual y la ciudadanía en general podemos aportar para construir un país diferente.Por el momento esta forma de convivencia, para muchos políticos, empresarios y para aquellos que han tenido el poder en sus manos en los últimos años, resulta una tarea inalcanzable. Pero si para quienes creemos en el ser humano.
Por los vientos que soplan Mauricio Funes y el FMLN están comprometidos con este sueño y por supuesto la inmensa mayoría de ciudadanos.Hagamos nuestra la palabra con aquella expresión que se convirtió en exigencia ciudadana en los años cruentos de los esfuerzos por conquistar la solución política y negociada de la guerra “somos más los que deseamos la paz.”
Merecemos un nuevo país, manos a la obra.
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