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2010/10/14

Simpatizantes del FMLN - Los estilos de vida cuestan caro

14 de Octubre. Tomado de Simpatizantes del FMLN.

Los salvadoreños somos muy dados a ciertos giros idiomáticos, a hacer parte del castellano determinados términos, como “tirado al perro”, “pidió cacao” o “préstame un libro, mañana de lo devuelvo”.
Así también hace mucho tiempo no hemos conformado con el “tanteo” para calcular gastos o dejar a un lado la estadística. Con todo esto resulta que el presupuesto no alcanza y esa manía de gastar más de lo que se gana, nos está llevando a una situación lamentable, ese “arte de vivir” de prestado o cancelar con tarjetas de crédito y pagar mañana, ya se volvió insoportable.

Ese arte de vivir, “ a lo que salga”, consistía en dejar para “otro día” lo que se podía hacer hoy o mañana. Consistía en darle de patadas a la realidad económica cabalgando con alegría de consumado “vaquero”, sobre una sabana erizada de deudas. Serían tiempos locos y actitudes absurdas ante la vida; pero tanto en esos no lejanos tiempos como en el presente, se vivía (se vive) en función de lo efímero”, del ahí se va, como dice el sastre chambón al terminar un pantalón con rayas torcidas y el que venga atrás, que arree. Lo cierto es que a golpes nos sacan de tales divertimentos. A estacazos, como dice mi vecino, nos encogen los bolsillos. Y cada vez es más intensa la sensación de estar en una joyería al ingresar al mercado a comprar tres güisquiles, media libra de tomates y una libra de papas.

Los frijoles tanto ayer como ahora se han vuelto artículos de lujo. Se nos promete estabilidad en los precios y combate a los intermediarios, a los comerciantes sin escrúpulos y a los acaparadores. Promesas nada más de abastecer rápidamente el mercado con productos frescos y abundantes producto de la importación. En el papel y en la mesa nada. Pensamos en ministros de Agricultura y Economía ilustrados y conocedores del tema, pues saben o deberían saber “donde y cuando la cuña aprieta. Los viajes y los intercambios de experiencias ilustran, lo mismo se antoja con las recesiones, la inflación y la pérdida del “valor adquisitivo”, como dicen los expertos, además de otras majaderías que decretan las profundas contradicciones del llamado “libre mercado”.

Sin hacer teorías que las actuales urgencias prohíben, quizá no se dude de la afirmación de que al salvadoreño, de una manera general, le complace morbosamente que le roben. De otra manera, ¿cómo podría explicarse las irracionales ganancias del comercio? No se trata sólo de artículos de primera necesidad. Se trata de todo: hablan, se llevan la mano a la cabeza, medio protestan, pero pagan sin parpadear lo que el propietario del negocio sin pudor ni escrúpulos disponga por una libra de frijoles, una de arroz o una cerveza. Se puede repetir: sin esta mansedumbre, sin esta vocación a ser asaltado, el explotador victimario sería mucho menos rico.

Pues bien, nos da en la nariz que la crisis nos obligará a dejar de ser pan de dulce para lucimiento de comerciantes mañosos. Quizá no pueda ser de otra manera. Y tal vez lo resuma un ejemplo minúsculo: el salvadoreño que aceptó la dolarización y la incontenible alza de precio de todos los productos de primera necesidad y en vez de llevar a su casa una media libra de pescado se conformó con fritada, empezó a romper sus tradiciones, su “arte de vivir” que consistía en ser explotado sin piedad. Y da los primeros pasos hacia un nuevo “arte”, en donde la idea general es que dejen de verle la cara de tonto.

Esto pasa, desde luego, por no dejarse timar, por no aceptar los precios impuestos por comerciantes sin escrúpulos, por adquirir productos en otros lugares, por dejar de “tomar” coca cola o pepsi, inclinarse por los jugos y refrescos naturales. Ahorrar energía eléctrica, agua y teléfono; ya no emborracharse todos los fines de semana, nada más ir al cine una vez al mes, evitar gastos innecesarios, limitar la mesada mensual al hijo mayor, volver al consumo de tortillas y dejar el pan francés. Las harinas también están caras, lo mismo el azúcar y la manteca. Si dejamos al menos dos veces a la semana el carro en la casa y tomamos el autobús les aseguro que disminuye el gasto de gasolina y pierden los vendedores de combustible. No son pequeñas cosas, en la suma resulta muy beneficioso para la familia y significa un golpe fuerte a la economía especulativa de los mercantilistas.

El Salvador no transita por años buenos, la crisis hace tiempo nos alcanzó y resulta algo “muy divino” esperar que el gobierno resuelva los problemas del desempleo y de la economía de la nación, ya no digamos la del hogar. Si dejamos aquél “sistema de vida” y adoptamos un “nuevo estilo” como el ya mencionado en el párrafo anterior, les aseguro que todos saldremos ganando, menos, por supuesto, los especuladores y explotadores de nuestras necesidades. Les anticipo que ya se instaló entre nosotros, la crisis del agua y cada año será peor pues con el atropello continuado contra los recursos naturales, hemos terminado prácticamente con las reservas acuíferas. Esta será la principal causa de las guerras del futuro, el petróleo fue una fuente de riqueza, pero el agua ha sido y será la fuente de la vida.

Publicado por pocote

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