En El Salvador, la violencia es un fenómeno histórico que asume importancia después de la guerra civil en 1992, cuando se exacerbaron las condiciones que la propician, como el hacinamiento, desempleo, condiciones sociales deplorables, pérdida de valores morales, frustraciones, marginalidad, descontento social y otras.
Escrito por Ernesto Rivas Gallont.24 de Octubre. Tomado de La Prensa Gráfica.
Estos factores negativos entre el individuo y la sociedad que conducen a otros más comunes como son el abuso en el consumo de alcohol y drogas, la permisividad, facilidad extrema para conseguir un arma de fuego y la propagación indiscriminada de imágenes violentas en los medios de comunicación ayudan a generar, mantener y reforzar los comportamientos violentos.
El fenómeno en nuestro país ha tomado una dimensión extrema a medida que prolifera el crimen de cuello blanco y el tráfico de estupefacientes, cuyos perpetradores buscan respaldo de grupos violentos de apoyo y protección.
De esta manera estamos en un laberinto que parece no tener salida, mientras el narcotráfico y sus derivados penetran todas las instituciones del estado, según admitió el mismo presidente Funes.
Las pandillas se nutren del narcotráfico y el narcotráfico se nutre de las pandillas. En muchos casos, jóvenes de 12 a 20 años son reclutados por el narcotráfico y el crimen organizado, un serio problema que no se resuelve solo con la represión.
Esta situación determina que sea la juventud el segmento de la población con mayor riesgo de ser influenciado y atraído por el negocio del narcotráfico, bajo la ilusión de una mejor vida.
Desde entonces, estos niños comienzan a definir su perfil delictivo, convirtiéndose en consumidores de drogas, traficantes, se vuelven violentos, abandonan los estudios y se alejan del hogar.
En nuestro país el problema tiene dimensiones mucho más alarmantes. Según el ministro de la Defensa, los pandilleros salvadoreños son utilizados por organizaciones criminales como Los Zetas de México, para traficar droga en el territorio lo que ha resultado en más crímenes disputándose territorios.
Según fuentes policiales, al menos 12 integrantes de la Mara Salvatrucha fueron entrenados por Los Zetas, junto a otros 28 pandilleros en un sector de la selva del Petén, en Guatemala.
La sumatoria de poderes convierte a estos grupos en agrupaciones de alto nivel de peligrosidad. Las maras ahora con entrenamiento militar son una amenaza para la seguridad nacional.
Según Héctor Camilo Sánchez Beltrán –investigador del Departamento de Clínicas de Salud Mental del Centro Universitario de Ciencias de la Salud de la Universidad de Guadalajara– la Mara Salvatrucha ha trabajado en el desarrollo de un plan de infiltración a través del cual ha instalado centros de operación en el Pacífico mexicano con el objeto de facilitar el tránsito de centroamericanos a Estados Unidos.
El crimen, la violencia, el narcotráfico y el lavado de activos se ha convertido en El Salvador (y el resto de la región) en una epidemia que amenaza en volverse incontrolable. Esto condujo a Estados Unidos a proponer un Plan Colombia para combatir el narcotráfico en la región, México y el Caribe.
Sobre el tema, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, dijo que el crimen organizado se ha convertido en una suerte de “insurgencia” en algunos países.
La idea, que fue reconocida por el presidente Funes como muy buena y aceptando, de hecho, que el problema es mucho mayor que la capacidad de las fuerzas de seguridad salvadoreñas, propuso un “Plan Mérida solo para la región centroamericana”.
Hay que reconocer el esfuerzo que hacen las fuerzas de seguridad para controlar la violencia, pero mientras no se llegue al fondo del problema, la situación seguirá igual, o peor.
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