La seguridad es y continuará siendo uno de los más graves problemas que enfrentamos en nuestro país. No se puede dejar de debatir la forma en que se enfrenta y exigir mejoras constantes. Las autoridades del Gabinete de Seguridad Pública aseguran que las cifras comienzan a descender, sin embargo, aún hace falta un compromiso más serio y contundente de otras entidades del Estado para poder cerrar grietas por donde se cuelan beneficios para la criminalidad.
Escrito por Gabriel Trillos.24 de Octubre. Tomado de La Prensa Gráfica.
Esta semana de nuevo hemos visto casos dramáticos que debieran sacudir no solo a la ciudadanía, sino a todas las entidades para provocar un profundo cambio de actitud de cara a la delincuencia. Conocimos del padre secuestrado junto a sus hijas por un grupo de hombres fuertemente armados y luego ejecutados; de las cuatro mujeres adolescentes masacradas con arma blanca. Casos que se sumaron a una larga lista de víctimas.
Los planes implementados por el Ejecutivo que tienen en la calle al Ejército con algunas funciones (limitadas para la realidad que tenemos) y operación conjunta con la Policía deben ir siendo más intensos y no darse por satisfechos con un par de puntos a la baja en la estadística. Hemos visto megaoperativos policiales con redadas de hasta 70 sospechosos. Y esos casos también nos permitirán ver hasta dónde pueden llegar las consecuencias de las grietas a las que me refiero cuando estos casos recorran los pasillos de la Fiscalía y luego las salas de los tribunales.
La Fiscalía como ente al frente de las investigaciones da la percepción de pasividad frente a muchos casos, sin embargo, habrá que decir también que pese a la relevancia que tiene, su falta de recursos merma su efectividad. No quiero justificar al fiscal general, pues creo que debe haber un golpe de timón que dé mayor certeza a la ciudadanía.
Luego está el tema de los jueces. Un tema recurrente en algunas de mis columnas, ya que considero que es fundamental mantener el debate alrededor del Poder Judicial, pues no habrá cambios reales en el combate del crimen si no hay un mayor compromiso de los juzgadores. Hasta el momento no encuentro asidero para decir que desde la Corte Suprema de Justicia se promueven temas tan importantes como la depuración de jueces, y por el contrario se conoce del estancamiento de docenas de casos de denuncias en contra de funcionarios judiciales. Hay juzgadores muy claros en su tenor en contra del garantismo y otros en plena ejecución de decisiones garantistas. Vemos contradictorias decisiones y amplios márgenes de discrecionalidad de los tribunales. Vemos casos impresionante donde reales y duros criminales y pandilleros son tratados con pinzas y un grupo de profesionales de la medicina cuyo pecado fue haber emitido recetas tras haber sido engañados son encadenados y detenidos con exceso tras una cuestionada investigación emanada de una cuestionada institución.
Tenemos otras grietas por donde se pueden estar colando actividades fuera de la ley y deber ser revisadas. Por ejemplo, el fútbol nacional, en donde de pronto vemos situaciones como las ocurridas con el Vista Hermosa, o vemos la compra de equipos de la primera categoría cuyos fondos no se verifican de manera exhaustiva. Recuerdo casos como Colombia, donde muchas entidades futbolísticas sirvieron para encubrir millonarias cifras del narcotráfico y crimen organizado. Y uno de los más grandes capos de la droga tenía su equipo. El sistema debe estar atento.
Veamos cómo el Ministerio de Educación no logra detectar situaciones como las registradas la semana pasada con orgías estudiantiles tanto fuera como dentro del plantel. Las grietas son diversas y generan diferentes formas de delincuencia. Un día es aguardiente en un salón de clases, al siguiente será consumo y comercio de cocaína, y luego un asesinato por deuda de drogas.
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