LPG-Editorial-Buscar salidas ciertas hacia el desarrollo

 Estamos en un tiempo de aperturas, que es lo que caracteriza los dinamismos globalizadores, y por consiguiente tenemos que abrirnos más al mundo.

Escrito por Editorial.06 de Octubre. Tomado de La Prensa Gráfica.

 

Nuestro país está en un momento muy complejo, por diversas razones, tanto internas como externas. La tarea principal, ahora mismo, consiste en encontrar rutas seguras hacia el desarrollo; pues, de lo contrario, seguiremos patinando en una mediocridad que alimenta ansiedades, genera descontentos y provoca desánimos. Es indispensable, entonces, tomar la realidad tal como es y aplicarle los correctivos y los reconstituyentes que sean necesarios para entrar de veras y de manera permanente en una dinámica de reactivación lo suficientemente vigorosa y sostenible en función de poder atender todas las demandas de modernización, tanto políticas como económicas y sociales. El hecho de que por ahora estemos a la zaga del crecimiento aun en Centroamérica debe producir más reflexión y compromiso que los que se ven en el ambiente.

En esa línea, tres factores resultan indispensables: asegurar mucha más confianza entre todos los actores y factores económicos, establecer un sistema claro y eficiente de estímulos a la productividad y de incentivos a la producción, y construir la armonía social con base en la armonía política e institucional. En todas esas áreas hay aún serios déficits, que no se resuelven con declaraciones ocasionales ni con medidas de mera coyuntura.

Estamos en un tiempo de aperturas, que es lo que caracteriza los dinamismos globalizadores, y por consiguiente tenemos que abrirnos más al mundo, de una manera realista, creativa y funcional; pero antes, como es natural, tendríamos que prepararnos debidamente para ello. Hasta hoy, esas aperturas han sido más mecánicas que planificadas, y por eso no han dado los frutos esperables. Ya es hora de pensar el país y sus movimientos estratégicos con más detenimiento inteligente, para no seguir improvisando a la buena de Dios.

En estos días, el viaje presidencial a Cuba, con una amplia comitiva formada por funcionarios, políticos y empresarios, está generando opinión. Independientemente de lo que se declare al respecto, este viaje es más simbólico que real, y lo que pudiera lograrse de él será poco, dadas las condiciones tan dramáticas en las que vive inmersa la isla caribeña. Después de más de medio siglo de comunismo ortodoxo, Cuba apenas está intentando algunas aperturas estreñidas. Pensar que puede haber un asocio efectivo, con resultados importantes, es hacer cálculos gratuitos. En todo caso, lo que hay es una reconexión de la normalidad de las relaciones, que podría derivar en algunos acuerdos de cooperación también más simbólica que real, salvo en el plano partidario, donde hay viejas fidelidades que habría que observar atentamente.

Nosotros necesitamos un significativo flujo de inversión, tanto interna como externa. No ir nosotros a invertir en otras partes, sino lograr que vengan las inversiones a nuestro suelo. Volvernos un destino apetecible para la inversión es una de las tareas fundamentales de la gestión pública en estos tiempos. Si no hemos logrado serlo, habrá que multiplicar esfuerzos efectivos para ello. Y ver con lupa los ejemplos de los países que sí lo han logrado.

Las necesidades nacionales son grandes y crecientes y los recursos no alcanzan, ni alcanzarán con sólo seguir queriendo exprimir lo que ya está exprimido. Hay que crecer en medida suficiente, y al ritmo que todas las necesidades de sostenibilidad y de modernización exigen. A ese propósito se le tendrían que aplicar todas las energías creativas disponibles.

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