José María Sifontes.16 de Octubre. Tomado de El Diario de Hoy.
En artículos pasados he comentado sobre cómo algunos factores psicológicos afectan la Economía. Las crisis económicas, por ejemplo, están muy relacionadas con reacciones psicológicas, que comienzan produciéndose en grupos de consumidores y que luego se contagian a segmentos más grandes de la población, de la misma forma en que lo hace un virus al provocar una epidemia.
La relación entre Economía y Psicología es tan estrecha que su estudio es ahora esencial, y explica por qué términos como "temor", "ansiedad" y "confianza" son empleados por ambas disciplinas.
Ahora hablaré desde la perspectiva opuesta, un tanto más clínica. De cómo la crisis económica global ha afectado psicológicamente a las personas. Cuáles han sido sus consecuencias en el plano individual y qué tipo de problemas ha ocasionado.
Es obvio que la crisis económica que se está viviendo tiene repercusiones emocionales en los afectados, pues quedarse sin empleo, perder la casa o irse a la bancarrota son estresantes graves que inciden en la salud mental. No se necesita ser un científico para imaginar esta relación. Lo que sucede es que hasta ahora no se había hecho un estudio que midiera las consecuencias específicas de la crisis en cuanto a los desórdenes emocionales que provoca.
Esto hizo un grupo de investigadores de la Universidad de Calgary en Alberta, Canadá. El estudio "Prevalencia de desórdenes mentales en la población trabajadora en el período de la crisis económica global", aparece publicado en "La Revue canadienne de psychiatrie", de septiembre de 2010. Aunque no se puede de antemano inferir que lo que ocurre en una provincia canadiense ocurra necesariamente en otros lugares, al menos es un parámetro que vale la pena conocer.
El estudio se produjo en un contexto en que influyó la fortuna, pues antes que la crisis golpeara, el grupo de investigadores estudiaba la prevalencia de trastornos mentales en la provincia de Alberta. Esto les permitió contar con datos basales precrisis. Se tomó como muestra un grupo de 3579 empleados entre las edades de 25 y 65 años, a los que se les tomó datos demográficos generales y se les aplicó instrumentos diagnósticos para trastornos mentales desarrollado por la Organización Mundial de la Salud.
El grupo muestra fue evaluado en tres períodos, antes del 1 de septiembre de 2008 (previo al impacto global de la crisis), del 1 de septiembre de 2008 al 1 de marzo de 2009 y de esta última fecha hasta el 30 de octubre de 2009.
Los resultados, si bien no fueron completamente inesperados, aportan datos interesantes. Fueron dos los trastornos mentales que se asociaron directamente a la crisis: la depresión mayor (una forma grave de depresión) y la distimia (una especie de depresión menos intensa pero más duradera). La depresión mayor, que tenía una prevalencia del 5.1% en el período precrisis, se elevó a 6.8% en el segundo período y a 7.6% en el tercero. La distimia, que tenía una prevalencia basal de 0.4%, aumentó a 0.7% en el segundo período y a 1.5% en el tercero.
Un dato particularmente interesante fue que la mayor elevación de estos trastornos depresivos se observó en hombres casados o acompañados. Esto se explica por el nivel de estrés que sufren estos grupos ante la incertidumbre de poder mantener a sus familias. En la población con estudios universitarios (profesionales) se vio también incrementos, pero por un peso relativo menor no hubo significancia estadística.
La crisis económica nos afecta a todos, ahora ya comenzamos a conocer de qué manera.
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